Descubra a un gran santo de hoy
por Oro Fino
El próximo 25 de julio se cumplen 133 años del nacimiento de uno de los más grandes santos del siglo XX.
Su nombre, Giuseppe Moscati, conocido por el médico de los pobres, tal vez no les diga nada a muchos católicos. Pero el grado de santidad en que supo vivir él de modo heroico las virtudes, empezando por la reina de todas ellas, LA CARIDAD, con mayúsculas, hizo que el beato Juan Pablo II le elevase a los altares el 25 de octubre de 1987, en la Basílica de San Pedro.
La película sobre su vida me ha conmovido estos días: "Moscati, el médicos de los pobres", se titula. Es una verdadera joyita producida para la televisión por la RAI, naturalmente. Interpretada por Giuseppe Fiorello, se comercializa ya en DVD. Les recomiendo que no se la pierdan.
Giuseppe Moscati, una eminencia de la medicina de su tiempo (18801927), dejó honores y amores humanos por el Amor de Dios y a Dios para servir a los enfermos en los que, como decía el Padre Pío, a quien debió conocer en vida pese a su prematura muerte con apenas 47 años, Jesucristo está dos veces.
En Nápoles, la ciudad en que se entregó al prójimo, Giuseppe Moscati es hoy más conocido que uno de los Rolling Stones. Pero en España son legión todavía quienes ignoran su excelsa figura a la que Juan Pablo II rindió así homenaje en la homilía de su canonización:
"Por naturaleza y vocación -dijo el Santo Padre entonces-, Moscati fue sobre todo el médico que cura: responder a las necesidades de los hombres y a sus sufrimientos fue para él una necesidad imperiosa e imprescindible. El dolor del que está enfermo llegaba a él como el grito de un hermano, a quien otro hermano, el médico, debía acudir con el ardor del amor".
Eso mismo: el ardor del amor. La Caridad, esa asignatura pendiente de tantos médicos deshumanizados en la sociedad actual, que deberían ofrecer siempre la mejor receta a sus pacientes: curar con amor.
Moscati es un intercesor de lujo, a quien deberíamos encomendarnos todos entonando alguna vez esta oración de intercesión:
"Médico y sabio insigne, que con el ejercicio de la profesión curabas el cuerpo y el espíritu de tus pacientes, mira también por nosotros que ahora acudimos con fe a tu intercesión.
Danos salud física y espiritual y sé una vez más el repartidor de los dones divinos. Alivia las penas de los que sufren, conforta a los enfermos, da consuelo a los afligidos, esperanza a los extraviados.
Los jóvenes encuentren en ti un modelo, los trabajadores un ejemplo, los ancianos un consuelo, los moribundos la esperanza del premio eterno.
Sé para todos nosotros guía segura de laboriosidad, honradez y caridad, para que cumplamos cristianamente nuestros deberes y demos gloria a Dios, nuestro Padre. Amén".
Si quiere saber más entre en https://www.facebook.com/josemariazavalaoficial
Su nombre, Giuseppe Moscati, conocido por el médico de los pobres, tal vez no les diga nada a muchos católicos. Pero el grado de santidad en que supo vivir él de modo heroico las virtudes, empezando por la reina de todas ellas, LA CARIDAD, con mayúsculas, hizo que el beato Juan Pablo II le elevase a los altares el 25 de octubre de 1987, en la Basílica de San Pedro.
La película sobre su vida me ha conmovido estos días: "Moscati, el médicos de los pobres", se titula. Es una verdadera joyita producida para la televisión por la RAI, naturalmente. Interpretada por Giuseppe Fiorello, se comercializa ya en DVD. Les recomiendo que no se la pierdan.
Giuseppe Moscati, una eminencia de la medicina de su tiempo (18801927), dejó honores y amores humanos por el Amor de Dios y a Dios para servir a los enfermos en los que, como decía el Padre Pío, a quien debió conocer en vida pese a su prematura muerte con apenas 47 años, Jesucristo está dos veces.
En Nápoles, la ciudad en que se entregó al prójimo, Giuseppe Moscati es hoy más conocido que uno de los Rolling Stones. Pero en España son legión todavía quienes ignoran su excelsa figura a la que Juan Pablo II rindió así homenaje en la homilía de su canonización:
"Por naturaleza y vocación -dijo el Santo Padre entonces-, Moscati fue sobre todo el médico que cura: responder a las necesidades de los hombres y a sus sufrimientos fue para él una necesidad imperiosa e imprescindible. El dolor del que está enfermo llegaba a él como el grito de un hermano, a quien otro hermano, el médico, debía acudir con el ardor del amor".
Eso mismo: el ardor del amor. La Caridad, esa asignatura pendiente de tantos médicos deshumanizados en la sociedad actual, que deberían ofrecer siempre la mejor receta a sus pacientes: curar con amor.
Moscati es un intercesor de lujo, a quien deberíamos encomendarnos todos entonando alguna vez esta oración de intercesión:
"Médico y sabio insigne, que con el ejercicio de la profesión curabas el cuerpo y el espíritu de tus pacientes, mira también por nosotros que ahora acudimos con fe a tu intercesión.
Danos salud física y espiritual y sé una vez más el repartidor de los dones divinos. Alivia las penas de los que sufren, conforta a los enfermos, da consuelo a los afligidos, esperanza a los extraviados.
Los jóvenes encuentren en ti un modelo, los trabajadores un ejemplo, los ancianos un consuelo, los moribundos la esperanza del premio eterno.
Sé para todos nosotros guía segura de laboriosidad, honradez y caridad, para que cumplamos cristianamente nuestros deberes y demos gloria a Dios, nuestro Padre. Amén".
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