Habla un exorcista
por Oro Fino
Lleva 28 años como capellán de prisiones y otros tantos como exorcista de la diócesis de Cartagena, en Murcia. Su nombre es de sobra conocido a raíz de mi libro "Así se vence al demonio" (Libroslibres). Hablamos del padre Salvador Hernández, que ha sido también maestro y formador de los ocho exorcistas de Madrid designados por el cardenal Rouco Varela.
Su dilatada experiencia expulsando demonios (estuvo un año entero en Roma, mano a mano, con don Gabriele Amorth, el exorcista más reputado del mundo) es suficiente garantía para tomarse en serio sus palabras.
En este caso le hemos preguntado por la posible posesión o influencia diabólica en José Bretón, el parricida de Córdoba, sobre el que informábamos en un anterior artículo. Su diagnóstico como exorcista, con toda la casuística carcelaria a sus espaldas, es rotundo: "¡Por supuesto que Bretón necesita un exorcista!", asegura.
Y explica por qué:
"Viéndole en el último juicio, antes de la resolución del jurado popular, observé su mirada diabólica, perdida, retorcida, macabra, sin expresión... Siempre le he visto haciendo teatro".
Don Salvador recuerda cómo algunos presos desesperados por el demonio le pedían auxilio en el patio de la prisión: "Padre -le decían-, oigo en mi interior una voz insistente que me grita: ¡Ahórcate, pégate un tiro, dispara de una vez...!
"Por experiencia -concluye el padre Salvador- observo que el demonio está siempre entre bambalinas en las cárceles y en la calle: detrás de los asesinos en serie, como el chico de la catana en Murcia, de las violaciones, de la pederastia...".
Si quiere saber más entre en: https://www.facebook.com/josemariazavalaoficial
Su dilatada experiencia expulsando demonios (estuvo un año entero en Roma, mano a mano, con don Gabriele Amorth, el exorcista más reputado del mundo) es suficiente garantía para tomarse en serio sus palabras.
En este caso le hemos preguntado por la posible posesión o influencia diabólica en José Bretón, el parricida de Córdoba, sobre el que informábamos en un anterior artículo. Su diagnóstico como exorcista, con toda la casuística carcelaria a sus espaldas, es rotundo: "¡Por supuesto que Bretón necesita un exorcista!", asegura.
Y explica por qué:
"Viéndole en el último juicio, antes de la resolución del jurado popular, observé su mirada diabólica, perdida, retorcida, macabra, sin expresión... Siempre le he visto haciendo teatro".
Don Salvador recuerda cómo algunos presos desesperados por el demonio le pedían auxilio en el patio de la prisión: "Padre -le decían-, oigo en mi interior una voz insistente que me grita: ¡Ahórcate, pégate un tiro, dispara de una vez...!
"Por experiencia -concluye el padre Salvador- observo que el demonio está siempre entre bambalinas en las cárceles y en la calle: detrás de los asesinos en serie, como el chico de la catana en Murcia, de las violaciones, de la pederastia...".
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