La próxima vez nos encontremos con algún necesitado...

La próxima vez nos encontremos con alguna persona necesitada…

26 enero 2013 00:00

Cristo se mantuvo cerca de todos, especialmente, de los más necesitados. Por lo tanto, no se puede vivir totalmente el Evangelio, mientras se ignore el drama de la pobreza, de la falta de servicios básicos. Lo anterior, pone sobre la mesa una pregunta que seguramente nos hemos hecho alguna vez: ¿cómo podemos ayudar a los pobres, tomando en cuenta que no somos presidentes de una ONG, sino cristianos convencionales? La respuesta plantea diferentes vías o formas de hacer algo al respecto. Mencionamos algunas:

PRIMERA: La próxima vez que nos encontremos con alguna persona necesitada y, por diferentes motivos, no tengamos nada que ofrecerle desde el punto de vista material –lejos de ignorarla, de hacerla sentir invisible- le daremos algún saludo o palabra de aliento. Reconocer al pobre, es el primer paso que hay que dar para poder reivindicar su dignidad. Demostrarle que importa, que es persona.

SEGUNDA: Cuando podamos dar alguna ayuda económica, lo mejor es buscar una institución u organización confiable. Por ejemplo, Caritas. De esta manera, evitamos que aquellos que explotan a las mujeres o a los niños, se enriquezcan a costa de las limosnas recabadas al final del día.

TERCERO: Apoyar en especie. Por ejemplo, durante el invierno, repartir cobertores y ropa que los proteja del frío. Esto se puede llevar a cabo a través de algún movimiento o por cuenta propia.

Ciertamente, el problema de la pobreza es demasiado complejo, sin embargo, podemos hacer la diferencia, sumando esfuerzos con responsabilidad, sentido común y coherencia evangélica.