Querer quedar bien con todos

10 septiembre 2012 00:00

Todos, en mayor o menor medida, tenemos que ver con la sociedad, con las relaciones humanas, pues sabemos que no vivimos en una isla desierta, sino en una realidad compartida con un sinnúmero de personas, empezando por la familia. Nadie puede decirse 100% autosuficiente. Lo anterior, pone de manifiesto que no podemos estarnos peleando con todo el que se nos ponga enfrente, pues lo mejor es tratar de llevar la fiesta en paz con los demás, con el jefe, con el compañero, con el primo, con el cuñado, etcétera, sin embargo, cuando esto es llevado al extremo, cuando se deja de ser uno mismo para encajar en un nivel o status, cuando lo único que importa es buscar beneficiarse a toda costa, estamos ante un problema que no le hace bien a nadie. Una persona que quiere estar en todas partes, agradar sin importar el precio, resulta incompatible con el significado de la amistad, pues cae fácilmente en el abuso, el interés o la traición.

A nivel social, nos encontramos con hombres y mujeres que quieren quedar bien con todos, llevando y trayendo chismes, lo cual, a su vez, provoca que tarde o temprano terminen por defraudar a alguno de sus contactos, de las personas con las que se relacionan cotidianamente. Son los famosos “lleva y trae”. Mientras están contigo, te dan la razón aunque no la tengas, sin embargo, cuando se encuentran con otra persona, hablan mal de ti. Ellos venden la idea de ser muy sociables, los más chistosos, sin embargo, en el fondo, lo único que buscan es aparentar, ganar poder, evadir responsabilidades. Cuando llega el fin de semana, acostumbran marcar a todos sus conocidos, acomodándose al plan o a la fiesta que les resulte más atractiva. No importa que sea el cumpleaños de uno de sus mejores amigos, pues lo que a ellos les interesa es aparecer, convertirse en un punto de referencia obligado. ¡Cómo hacerle el feo al que es dueño del bar más famoso de la ciudad!

Hay que ser uno mismo, darle preferencia a la verdad, a la justicia, pues la imagen tarde o temprano se acaba. Callar o desplazar las convicciones por miedo al “qué dirán”, es triste y propio de quien lleva una doble vida. En el peor de los casos, dicen una cosa, cambiándola completamente al tener enfrente a la persona con la que supuestamente no estaban de acuerdo. Seguramente, todos tenemos algún amigo o compañero que encaja en el perfil descrito. El que quiera ser alguien en la vida, necesita ser auténtico, es decir, evitar halagar a los que no se lo merecen. Esto también aplica para los responsables de la administración pública, de hecho, hay que reconocer que los grandes líderes son los que saben anteponer la fuerza de la razón a los aplausos mediocres. Recordemos lo que decía Margaret Thatcher: “la misión de los políticos no es la de gustar a todo el mundo”.

Hay que cuidar las formas, ser amables, tratar de llevarse bien con todos, sin embargo, teniendo claro que no se trata de manejar a las personas según el juego de intereses que se tengan en mente. “Hoy me conviene ir a tu cumpleaños, pero si mañana me invita alguien que sea más importante, ten por seguro que llegaré tarde o, en su caso, pondré algún pretexto”. Vale la pena ser uno mismo. Es preferible tener dos o tres amigos de verdad, que 50 por conveniencia e imagen.