Tiritas negras y la inscripción John 3:16
por Rafa Cervera
Los jugadores de fútbol americano suelen colocarse una especie de tiritas negras (o pintárselas) debajo de los ojos, para que el reflejo del sol -o los focos en partidos nocturnos- no moleste su visión. En su etapa como jugador universitario, Tim Tebow se mandó hacer unas tiritas negras con la inscripción John 3:16 (Juan 3:16):
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna “.
Sin lugar a dudas, una forma muy original de dar testimonio.
Al pasar a la NFL, como la liga profesional no admite ningún tipo de inscripciones –y no es nada específicamente contra éstas u otras, son simples reglas establecidas hace mucho tiempo-, Tebow continúa utilizando las tiritas negras, pero sin inscripción alguna.
Las últimas tres jornadas de la temporada regular representaron un gran reto para el quarterback milagro. Después de hacerse con la titularidad en la sexta jornada y colocar contra toda posibilidad a los Denver Broncos en primera posición de su división (algo inexplicable después de que el equipo terminara la campaña anterior con una marca de 412 y comenzara ésta con cuatro reveses en sus primeros cinco encuentros), los Broncos perdieron tres partidos de forma consecutiva: el primero en Denver contra los poderosos New England Patriots, el segundo en Buffalo, la víspera de Navidad y el tercero, en casa, en la primera noche del año, contra los Kansas City Chiefs. Sin embargo, la buena racha a la que había conducido Tebow a los Broncos les permitió acceder a los playoffs, donde los doce mejores equipos de la NFL disputan una lucha frenética por llegar hasta el partido más importante del año: la Super Bowl.
Los Broncos se clasificaron por los pelos, pero lo consiguieron y en los playoffs, borrón y cuenta nueva: el que pierde queda eliminado y el que gana avanza a la siguiente ronda. Un formato muy simple y fácil de entender.
Durante estas tres semanas, el debate sobre Tebow disminuyó en Estados Unidos. Sus críticos le daban ya por enterrado deportivamente, diciendo que los Broncos debían buscarse un nuevo quarterback para la próxima temporada. Alguno hasta faltó a la educación, riéndose de que la mala racha había cobrado su punto álgido justo en Nochebuena. A lo que Tebow contestó que el cumpleaños de nuestro Señor estaba muy por encima de un simple partido de fútbol americano y que, a pesar del resultado, celebraría la Navidad por todo lo alto.
Aunque las críticas deportivas arreciaban, un fenómeno interesantísimo fue la conquista de Tebow sobre mucha gente en el plano personal. El libro escrito por él durante el verano, Through My Eyes (A Través de Mis Ojos) acabó siendo el libro religioso más leído en Estados Unidos en 2011 y alcanzó, en diciembre, el Top 5 de la lista de Best Sellers del New York Times.
Es muy fácil mantenerse caritativo y comprensivo en la victoria, pero quien lo es en la derrota gana la credibilidad y el corazón de la gente, incluidos periodistas como Rick Rilley, uno de los más ácidos de la prensa deportiva americana. Reilly explicaba en una columna publicada esta misma semana que la coherencia y autenticidad de Tebow lo habían convencido totalmente.
Y no es para menos, gane o pierda, Tebow invita a cada uno de sus partidos a una persona que se enfrenta a serios retos debido a su precaria salud: gente desahuciada, niños enfermos, un chico al que le acababan de amputar una pierna… Les paga el billete de avión a ellos y a sus familiares desde donde vengan en los Estados Unidos, los aloja en un buen hotel, los baja al campo para que sigan en directo los ejercicios de calentamiento anteriores a los partidos y después del encuentro cena con ellos.
Al respecto, el joven quarterback explica: “La gente se preocupa enormemente si ganas o no. Si lo haces, te encumbran enseguida; pero si pierdes, te defenestran inmediatamente. ¿Y qué importancia tiene esto? Lo que en verdad importa es ver el esfuerzo que hace esta gente que lucha contra enfermedades gravísimas. Ellos sí que me dan ejemplo a mí. El que pueda yo jugar fútbol americano a un alto nivel merece la pena, porque puedo cambiar la vida de mucha gente”.
Y este podría ser el final de la historia, y del artículo, pero no. Como explicaba al principio, los playoffs son a vida o muerte: el que gana avanza y el que pierde queda eliminado.
El domingo pasado, los Broncos recibieron a los Pittsburgh Steelers, subcampeones de la NFL. Obviamente, las apuestas estaban a favor de Pittsburgh, equipo que, además, logró ensamblar la mejor defensa de la liga durante la temporada regular. Las posibilidades de Tebow contra esta sólida unidad eran casi nulas.
Pero la capacidad de liderazgo y la entrega de nuestro quarterback milagro volvieron a dar una lección a muchos. Tebow no sólo lanzó la pelota, sino que lo hizo muy bien, conduciendo a los Broncos a una dramática victoria, 29-23, en la prórroga, que concluyó espectacularmente gracias a un pase suyo de 80 yardas.
Tebow no puede llevar las tiritas negras con la inscripción bíblica, pero consiguió que John 3:16 fuera la entrada más buscada en Google al día siguiente. ¿Cómo? Pasó exactamente para 316 yardas, promediando 31,6 yardas –récord en un partido de playoff de la NFL- por cada pase que completó.
¿Coincidencia?
Por su puesto, otra más en la carrera de este chico que se ha convertido en un fenómeno social y que hoy guiará a sus Broncos en los cuartos de final contra los Patriots en New England. Los favoritos, obviamente son los Patriots…
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