Navidad 2022
¡Feliz Navidad!
Hoy la Verdad ha brotado de la tierra, Cristo ha nacido en la carne. Llenaos de un gozo festivo y, advertidos por el día de hoy, pensad en el Día sempiterno; desead con esperanza firmísima los dones eternos; alardead de ellos una vez que recibisteis el poder ser hijos de Dios. Por vosotros se hizo temporal el hacedor de los tiempos; por vosotros apareció en la carne el autor del mundo; por vosotros fue creado el creador. ¿Por qué vosotros, mortales todavía, halláis vuestro deleite en cosas efímeras y os esforzáis por retener, si ello fuera posible, esta vida pasajera? En la tierra ha brillado una esperanza mucho más esplendorosa, hasta el punto de que a hombres terrenos se les promete una vida celestial. Para que esto fuera creíble, Dios anticipó algo más increíble. Para hacer dioses a los que eran hombres, el que era Dios se hizo hombre; sin dejar de ser lo que era, quiso hacerse lo que había hecho. Él hizo lo que iba a ser, puesto que añadió la humanidad a la divinidad, sin perder la divinidad al tomar la humanidad.
Nos causa asombro el parto de una virgen, y nos esforzamos por convencer a los incrédulos para que acepten este nuevo modo de nacer, a saber, que en un seno no fecundado nació el embrión de un hijo y unas entrañas libres de abrazo carnal dieron a la luz un hijo humano, sin tolerar que tuviera padre humano; que la integridad virginal permaneció cerrada en el momento de concebir e incorrupta en el momento del parto. Maravilloso es este poder, pero aún hemos de admirar más la misericordia, gracias a la cual quien pudo nacer así, así quiso nacer. Era ya hijo único del Padre quien nació como hijo único de su madre; fue hecho en la madre quien se había hecho una madre; siendo siempre eterno junto al Padre, se hace hodierno naciendo de una madre; fue hecho de una madre después de ella quien, sin haber sido hecho, nació del Padre antes de todas las cosas; el Padre nunca existió sin él, y sin él nunca hubiese existido su madre. (Sermón 192. San Agustín)
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