Aquellos cantos llamados villancicos
por Nobleza obliga
Me encantan los villancicos (de hecho, mientras escribo este artículo estoy escuchando un playlist de música navideña instrumental) Estas bellas melodías ambientan el espíritu de la navidad y nos hacen recordar que el centro de la fiesta es el nacimiento de Jesús.
Un experto en el tema (José Sole integrante del coro Capilla Musical Liberiana de la basílica Santa María de la Mayor en Roma) me contaba en una entrevista que le hice hace algunos años que antiguamente eran más populares los cantos que hacían alusión a la Pascua pero luego la tradición llevó a que el género musical navideño se difundiese más, no sólo a nivel religioso sino también popular.
La palabra villancicos deriva del término «canción de villa». En inglés en cambio, se les denomina «carols», que viene del francés caroler, que significa bailar haciendo ronda.
En España, especialmente en Castilla, los villancicos surgieron en el siglo XV. Se le daba este nombre a cantos compuestos por estribillos o coplas cuyo contenido no necesariamente era de carácter religioso. Tres siglos más tarde, comenzó a usarse este género para que el pueblo pudiera meditar sobre algunos episodios de la vida de Jesús.
El villancico más antiguo, que registra la historia de la música es «Iesus Refulsit Omnium», (Jesús, luz de todas las naciones) data del siglo IV, y su letra se le atribuye a San Hilario de Poitiers.
El más conocido, en cambio es «Noche de paz». Su título original es «Stille nacht, heilige yach» y fue escrito, podría decirse «accidentalmente» por el sacerdote austriaco Joseph Mohr quien al ver que se había estropeado el órgano de su parroquia, la capilla de San Nicolás, ubicada en la pequeña población de Oberndorf, decidió escribir un canto que pudiera interpretarse con guitarra en la misa de gallo. Fue así como la navidad de 1818 se cantó por primera vez «Noche de Paz», actualmente traducido a 330 idiomas.
En España los más conocidos son «Campanas de Belén», mientras que en la región meridional está «Los Peces en el Río». En Latinoamérica cada país tiene sus propios villancicos y tradiciones. En Argentina está «Vamos Pastorcitos» y el «Huachito Torito», en Venezuela «Mi burrito sabanero», en Perú «Llegaron ya», un canto a los reyes magos, en Panamá «Dime niño de quién eres». En Colombia, por su parte está el conocidísimo «Tutaina tuturumaina». Son típicas de Ecuador y México las posadas navideñas (cada una con un y letra ritmo diferente), cantos que narran cómo María y José buscan un lugar donde el Niño Jesús pueda nacer.
Los villancicos son tesoros de la música que elevan el espíritu y nos hacen acordar del misterio que encierra esta época del año en la que se celebra que Dios se hace niño como uno de nosotros. Nos hacen adorarlo y vivir la experiencia de los pastorcitos descrita bellamente en el final de El Tamborilero:“Cuando Dios me vio tocando ante Él, me sonrió”.
@Calenvilla