Algunos de mis escolios en Facebook (II)
por Guillermo Urbizu
Después de todo la vida se trata de un impulso poético de proporción infinita.
El hombre tiende inevitablemente al olvido, al silencio, a la ceniza. Todo pasa. Aquello que parecía inexcusable e inenarrable es ahora un vacío. Por eso insisto: ¿Eres feliz?
Me entero que hoy, por esos caprichos de no se sabe quién, se celebra el día mundial de la poesía. ¡Y yo con estos pelos! ¿Qué hago, qué digo? Aparto la cortina un poco para ver si hay algún tipo de inspiración ahí fuera. Fachadas muy blancas y ropa tendida. Y el cielo que nos tiene prometido. Por aquí dentro lo cotidiano a estas horas: silencio, libros y unos zapatos vacíos. Quisiera decir algo de cierto empaque, pero escribo en bata y con zapatillas de casa. Insisto: miro de nuevo ahí fuera, por si el vuelo de unos pájaros, por si algún destello inesperado. Nada. Sólo me llama la atención una mujer que tiende en la brisa una sábana rosa. ¿A quién felicito? Abro algún libro y leo algunos versos, buscando ponerme a la altura. Creo que tengo que destender la ropa y luego plegarla con la debida armonía. Puede que tampoco me encuentre muy lejos de la poesía, y ella y yo lo celebremos a nuestra manera. Discretamente, en la intimidad de mi vida y de mi alma, que sueña con un perfume y con unas gaviotas. Y felicidades a todos por la belleza.
“Mi Señor es el Amor”, decía María Zambrano. Yo también quiero ese señorío, darme cuenta que otra cosa sólo me causa decepción, inquietud. Amor como centro, unidad, impulso, sentido. “Mi Señor es el Amor”. Sólo así, sólo desde una reflexión enamorada.
No todo son los libros en la vida
pero durante la lectura vives.
Vivimos hacia fuera, sin reflexión, con muy poca calidad de vida interior.
Mi inteligencia parece estallar ante el misterio... No cabe otra reflexión que no sea la trascendente. "El dulce silencioso pensamiento", de Unamuno. Y, desde ella, la más cabal comprensión: la de aquél que contempla -que vive- sin pretender entenderlo todo.
Hola primavera... Y la luz que revolotea entre unas palomas.
La impotencia ante el desastre de Japón. Y la desolación ante la barbarie del corazón del hombre.
"El hombre perdurará porque tiene alma, un espíritu capaz de compasión, sacrificio y perduración. El deber del poeta, del escritor, es escribir sobre estas cosas". (William Faulkner, dircurso de recepción del premio Nobel, 1949).
La guerra o la violencia bélica sólo añade más dolor al dolor. El hombre sigue sin aprender nada.
¡Cuántas mentiras! La mentira, la mentira constante y venenosa, que asfixia cada vez más el alma.
Imagino que es así. Imagino que predomina más el cotilleo inciso y la penumbra del ombligo de cada cual. Pero a pesar de esa mayoría que suplanta el verdadero significado de la amistad, a mí me gusta pensar que es posible, que también aquí es posible el milagro, el destello de un amigo.
Dios es azul. Y de repente Su luz se tiñe de fuego, o de alborada, o de amapola, o de esa mirada verde, o de esa fosforecencia blanca que hay en las olas.
"Torrente". ¿Cómo te lo explicas?, me preguntaba un amigo. Muy fácil, le dije. Santiago Segura es listo, eso para empezar. Y todo se comprende porque España -mejor: cada español- se guía por dos sistemas de pensamiento que dan en vislumbrar nuestra más sustancial identidad. El que concierne a "Torrente" (y a nuestro actual gobierno, sin ir más lejos, y al desquiciamiento moral e intelectual que se extiende en muy amplios sectores de nuestra sociedad) es el esperpento, que con tanta sagacidad supo ver -y definir- en nuestra entraña don Ramón María del Valle Inclán. El esperpento como representación de nuestra realidad. La caricatura como la más ácida crítica y la más nítida imagen de nuestro proceder. Y esto Santiago Segura lo sabe. Ve la televisión, está en la calle y ha leído al autor de "Luces de bohemia". El segundo sistema de pensamiento que está en todo lo español, es el unamuniano sentimiento trágico de la vida, la desolación, el pesimismo -y por lo tanto el conformismo- de lo que somos o podemos llegar a ser.
La belleza hay que decirla. O al menos dar alguna pista de sus pormenores de vida.
Demasiado bullicio para mí.
La vida requiere estar bien despierto. ¡Arriba! Cuanto antes, hace un sol de cinemascope y no podemos perdernos nada, ningún detalle. Y para contemplarla dejadme la fila 7 del alma.
Menudos chiquilicuatres... Políticamente insufribles y de poca talla, intelectualmente huecos y/o acomplejados, y lo peor de todo: moralmente desquiciados.
Los viernes son la antesala de la dicha, de esos planes inciertos donde todavía la ilusión nos hace disfrutar. Los viernes son el germen de proyectos que imaginamos felices. Esos libros por leer, esa excursión por los senderos de la fantasía, esas películas, esa cerveza delante de esa mirada que nos queremos beber... Lo mejor está por llegar. O eso creemos. Y comenzamos a acicalar cada sueño y cada momento que está por venir.
Misterio de la ternura de Dios. Misterio de la mirada de Dios. Y esa voz, que es la Suya, y que de pronto nos cambia la vida para siempre.
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