El rechazo a la «Humanae Vitae» fue el «suicidio de Europa, cerrándose a la vida», afirma Munilla
Este fin de semana se está celebrando el III Foro Internacional Familia y Mujer, encuentro en el que participan 120 personas de distintos países y que fue inaugurado por el obispos de San Sebastián, José Ignacio Munilla, que habló a los presentes de la “teología del cuerpo” de San Juan Pablo II.
Acudiendo continuamente al magisterio de Juan Pablo II, “verdadera providencia de Dios para nuestro tiempo”, José Ignacio Munilla subrayó que “el concepto de persona ha nacido del cristianismo, pues los concilios cristológicos y trinitarios han sido el humus del verdadero concepto de persona. Platón y Aristóteles fundan el concepto de ciudadano pero no el de persona, y ciudadano eran solo los que tenían esa condición, como sabemos”.
Juan Pablo II vertió este concepto de persona en las catequesis realizadas entre 19791984, recordó el obispo de San Sebastián, fundando “la antropología adecuada –rubricó- en el concepto de la “teología del cuerpo”, con lo que dio argumentos nuevos para una exposición y comprensión más amplia y racional para hablar del “amor humano y de la espiritualidad y moral matrimonial”.
La rebelión contra la Humanae vitae
“Su antropología fue providencial, pues hubo una rebelión contra la Humanae vitae, que hacía imperiosa la necesidad de encontrar nuevas formas de expresión y reflexión en la Iglesia para hablar del amor humano”. Para el prelado donostiarra, esta contestación a la encíclica de Pablo VI “fue el suicidio de Europa, cerrándose a la vida y a la unidad espiritual”, al que luego se añadiría posteriormente el reconocimiento del aborto como derecho en las legislaciones europeas.
La fractura, también dentro de la Iglesia, provocó el dualismo y, en suma, la separación del espíritu del cuerpo, que ha hecho crecer la tentación de considerar –recordó Munilla una catequesis de Juan Pablo II- el cuerpo humano fuera de las categorías de la semejanza con Dios, verdadero drama del dualismo”.
Insistió en este planteamiento el prelado, enfatizando que el “cuerpo humano es el sacramento de la persona humana en el sentido de que se revela y ésta haciéndola visible. Así el cuerpo humano revela a la persona humana, la cual revela la imagen y semejanza de Dios.
Hacer de “coche-escoba”
Munilla recordó la denuncia de Juan Pablo II sobe la tendencia narcisista a idolatrización del cuerpo que conduce a utilizar al otro en beneficio propio, huyendo del camino hacia la donación por amor al otro. En este sentido, y ya en el turno de preguntas, dijo que “aunque parece que el mundo es refractario a la considerar este mensaje de la Iglesia, hay una ventaja: que es verdadero y bello, pues ¿a quién no le gustaría ser amado así?. Además no es verdad que el lenguaje de la sexualidad haya traído felicidad; ha traído mucho sufrimiento. Uno no se acostumbra a ser usado y a no a ser amado por lo que esa: eso crea muchos sufrimientos”, concluyó.
Para el prelado, es importante acompañar a las personas y no “rebotarse cuando oímos todo tipo de improperios”. Munilla animó a los asistentes a ser pacientes, respetar los tiempos de las personas y estar disponibles en los “momentos de Gracia. Tenemos que hacer de coche escoba, pues las heridas están ahí” y brotan cuando menos lo esperamos.
Acudiendo continuamente al magisterio de Juan Pablo II, “verdadera providencia de Dios para nuestro tiempo”, José Ignacio Munilla subrayó que “el concepto de persona ha nacido del cristianismo, pues los concilios cristológicos y trinitarios han sido el humus del verdadero concepto de persona. Platón y Aristóteles fundan el concepto de ciudadano pero no el de persona, y ciudadano eran solo los que tenían esa condición, como sabemos”.
Juan Pablo II vertió este concepto de persona en las catequesis realizadas entre 19791984, recordó el obispo de San Sebastián, fundando “la antropología adecuada –rubricó- en el concepto de la “teología del cuerpo”, con lo que dio argumentos nuevos para una exposición y comprensión más amplia y racional para hablar del “amor humano y de la espiritualidad y moral matrimonial”.
La rebelión contra la Humanae vitae
“Su antropología fue providencial, pues hubo una rebelión contra la Humanae vitae, que hacía imperiosa la necesidad de encontrar nuevas formas de expresión y reflexión en la Iglesia para hablar del amor humano”. Para el prelado donostiarra, esta contestación a la encíclica de Pablo VI “fue el suicidio de Europa, cerrándose a la vida y a la unidad espiritual”, al que luego se añadiría posteriormente el reconocimiento del aborto como derecho en las legislaciones europeas.
La fractura, también dentro de la Iglesia, provocó el dualismo y, en suma, la separación del espíritu del cuerpo, que ha hecho crecer la tentación de considerar –recordó Munilla una catequesis de Juan Pablo II- el cuerpo humano fuera de las categorías de la semejanza con Dios, verdadero drama del dualismo”.
Insistió en este planteamiento el prelado, enfatizando que el “cuerpo humano es el sacramento de la persona humana en el sentido de que se revela y ésta haciéndola visible. Así el cuerpo humano revela a la persona humana, la cual revela la imagen y semejanza de Dios.
Hacer de “coche-escoba”
Munilla recordó la denuncia de Juan Pablo II sobe la tendencia narcisista a idolatrización del cuerpo que conduce a utilizar al otro en beneficio propio, huyendo del camino hacia la donación por amor al otro. En este sentido, y ya en el turno de preguntas, dijo que “aunque parece que el mundo es refractario a la considerar este mensaje de la Iglesia, hay una ventaja: que es verdadero y bello, pues ¿a quién no le gustaría ser amado así?. Además no es verdad que el lenguaje de la sexualidad haya traído felicidad; ha traído mucho sufrimiento. Uno no se acostumbra a ser usado y a no a ser amado por lo que esa: eso crea muchos sufrimientos”, concluyó.
Para el prelado, es importante acompañar a las personas y no “rebotarse cuando oímos todo tipo de improperios”. Munilla animó a los asistentes a ser pacientes, respetar los tiempos de las personas y estar disponibles en los “momentos de Gracia. Tenemos que hacer de coche escoba, pues las heridas están ahí” y brotan cuando menos lo esperamos.
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