«The Economist» pide un sueldo estatal para los abuelos que cuidan a nietos. ¿Y la Iglesia?
La doctrina social católica tradicionalmente ha defendido que exista un "salario familiar, es decir, un salario suficiente que permita mantener y vivir dignamente a la familia", que el Estado puede apoyar con "medidas sociales importantes, como los subsidios familiares y otras prestaciones por las personas a cargo, así como la remuneración del trabajo en el hogar de uno de los padres" (Compendio de Doctrina Social, 250).
Incluso concreta más y explica que "las labores de cuidado familiar, comenzando por las de la madre, precisamente porque están orientadas y dedicadas al servicio de la calidad de la vida, constituyen un tipo de actividad laboral eminentemente personal y personalizante, que debe ser socialmente reconocida y valorada, incluso mediante una retribución económica al menos semejante a la de otras labores" (Compendio de Doctrina Social, 251).
Así, la Iglesia tiene una tradición de exigir sueldos con enfoque familiar e incluso "una retribución económica" para "las labores de cuidado familiar". (La Iglesia no exige que esa retribución venga del Estado, pero es el actor económico con más capacidad de ofrecerla).
En esta tradición parece engarzarse ahora el semanario económico The Economist, que propone valorar e incluso compensar económicamente no solo a las madres, sino a los abuelos, por el cuidado de los nietos.
En su número de la tercera semana de enero, The Economist publica varios análisis sobre el valor económico y social del trabajo de los abuelos y saca conclusiones en su artículo The glory of grandparents (de pago, en inglés).
Hay más abuelos sanos y menos nietos que mimar
"Las personas viven dos décadas más que en 1960, y las mujeres tienen la mitad de hijos. Una de las múltiples formas en que esos cambios han transformado la dinámica familiar tiene que ver con los abuelos. Son ahora muchos más, y tienen menos nietos a los que mimar", dice el artículo.
"De modo sorprendente, no es mucho lo que se sabe sobre esa tendencia, por lo que The Economist ha encargado una investigación. Según los datos descubiertos, el número de abuelos en el mundo se ha triplicado aproximadamente desde 1960 y ha alcanzado los 1.500 millones; la proporción entre abuelos y niños menores de 15 años ha pasado de 0,46 en 1960 a 0,8 en la actualidad. Se trata de un dato importante porque los abuelos transmiten conocimientos y tradiciones y mantienen los vínculos de la familia con el pasado. Y, lo que es esencial, ayudan a criar a los niños y liberan a las madres para que trabajen fuera de casa", añade el artículo.
"Muchos progenitores son más felices confiando los hijos a la abuela antes que a cualquier otra persona. (Los abuelos [varones] cuidan mucho menos a los niños, aunque más que antes.) Abuelos y abuelas quieren a los niños, no hay que pagarles nada y a menudo no hace falta avisarlos con mucha antelación. En México, las abuelas ayudan a cuidar a casi el 40% de los niños menores de seis años. Durante una semana media en Estados Unidos, el 50% de los niños muy pequeños y el 35% de los de primaria ven a un abuelo", añade el texto.
Si la abuela ayuda, la madre trabajadora gana más
The Economist apunta que una mujer apoyada por la abuela para cuidar a sus hijos tiende a ganar más dinero. ¿Cómo se mide eso? "Una forma de medirlo es observar qué ocurre cuando muere una abuela. En México, las madres trabajadoras que dependían de una abuela y la perdieron vieron reducir sus ingresos a la mitad". Lo mismo se ha medido en la India.
The Economist concluye: "Criar a los niños no es un trabajo fácil. Lo haga quien lo haga, el Estado debería ayudar. Algunos gobiernos subvencionan guarderías. Un enfoque más sencillo, que no penaliza a los padres que se quedan en casa, sería conceder una cantidad de dinero a los padres con niños pequeños. Y que lo gasten en los cuidados infantiles que consideren oportunos. O que sirva de ayuda para que uno de los progenitores trabaje a tiempo parcial o no trabaje en absoluto. También los abuelos que hacen de cuidadores principales deberían recibir ese dinero. Además, el dinero gastado en el cuidado de los niños debería ser deducible de impuestos para que el sistema no favorezca el cuidado informal sobre el formal".
La propuesta de The Economist encaja bien con la doctrina católica social, que pide en su Compendio, 251, "labores de cuidado familiar" que deben "ser socialmente reconocida y valorada, incluso mediante una retribución económica".