La Iglesia siempre pidió un salario familiar: el obispo Argüello lo cita en el Día del Trabajo Digno
El obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, ha reclamado que el trabajo digno y el salario justo deben ser los criterios que midan el nivel de justicia de una sociedad.
“Las condiciones de trabajo que exploten o denigren a la persona nunca encuentran justificación, aunque se trate de buscar en las exigencias de la competencia, las imposiciones de la globalización o los intereses del capital”, proclamó.
La petición se recoge en el Manifiesto en favor del trabajo digno que fue leído por el propio responsable eclesial durante una vigilia celebrada el pasado viernes por la noche en la parroquia de San Fernando de Valladolid.
El Manifiesto recuerda que la Iglesia propone como criterio de salario justo el “salario familiar”, o sea “el que sea suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro”.
[Nota de ReL: El Catecismo, en su párrafo 2434, explica que el salario justo es el que da "al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual". Cita a Gaudium et Spes, aunque el concepto lo daba ya León XIII en 1891 en Rerum Novarum al hablar de "un salario lo suficientemente amplio para sustentarse a sí mismo, a su mujer y a sus hijos"]
“El trabajo es algo esencial al hombre y ocupa un lugar central en el plan de Dios”, asegura en su arranque el Manifiesto (que también tiene formato de Carta Pastoral, aquí) para luego continuar: “No es una condena. Es una bendición, pero el esfuerzo en realizarlo, la carencia del mismo y las condiciones materiales y sociales en las que se desempeña, sí pueden ser un castigo”.
El obispo auxiliar recuerda que la doctrina social de la Iglesia “enseña la prioridad del trabajo frente al capital”, porque toda actividad humana debe ir dirigida “a la perfección de la persona”.
Asimismo, la Iglesia “subraya la primacía del hombre en el proceso de producción respecto de las cosas”. Porque los hombres y mujeres trabajadores son “personas con dignidad sagrada de la que se derivan importantes consecuencias”.
Finalmente, recuerda que la defensa del trabajo digno no concierne sólo a los políticos que regulan “condiciones laborales, fiscales y sociales justas”, o a los empresarios “que no se aprovechan del ingente número de desempleados para imponer salarios y condiciones laborales indecentes”, sino también a los trabajadores con empleo “que no son indiferentes” a la situación de los desempleados o de las víctimas de explotación, o a los ciudadanos que toman decisiones responsables.
“Las condiciones de trabajo que exploten o denigren a la persona nunca encuentran justificación, aunque se trate de buscar en las exigencias de la competencia, las imposiciones de la globalización o los intereses del capital”, proclamó.
La petición se recoge en el Manifiesto en favor del trabajo digno que fue leído por el propio responsable eclesial durante una vigilia celebrada el pasado viernes por la noche en la parroquia de San Fernando de Valladolid.
El Manifiesto recuerda que la Iglesia propone como criterio de salario justo el “salario familiar”, o sea “el que sea suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro”.
[Nota de ReL: El Catecismo, en su párrafo 2434, explica que el salario justo es el que da "al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual". Cita a Gaudium et Spes, aunque el concepto lo daba ya León XIII en 1891 en Rerum Novarum al hablar de "un salario lo suficientemente amplio para sustentarse a sí mismo, a su mujer y a sus hijos"]
“El trabajo es algo esencial al hombre y ocupa un lugar central en el plan de Dios”, asegura en su arranque el Manifiesto (que también tiene formato de Carta Pastoral, aquí) para luego continuar: “No es una condena. Es una bendición, pero el esfuerzo en realizarlo, la carencia del mismo y las condiciones materiales y sociales en las que se desempeña, sí pueden ser un castigo”.
El obispo auxiliar recuerda que la doctrina social de la Iglesia “enseña la prioridad del trabajo frente al capital”, porque toda actividad humana debe ir dirigida “a la perfección de la persona”.
Asimismo, la Iglesia “subraya la primacía del hombre en el proceso de producción respecto de las cosas”. Porque los hombres y mujeres trabajadores son “personas con dignidad sagrada de la que se derivan importantes consecuencias”.
Finalmente, recuerda que la defensa del trabajo digno no concierne sólo a los políticos que regulan “condiciones laborales, fiscales y sociales justas”, o a los empresarios “que no se aprovechan del ingente número de desempleados para imponer salarios y condiciones laborales indecentes”, sino también a los trabajadores con empleo “que no son indiferentes” a la situación de los desempleados o de las víctimas de explotación, o a los ciudadanos que toman decisiones responsables.
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