Entre otros, pesos pesados de la curia como Müller, Sarah y Pell
Cardenales escriben al Papa: los cambios en la praxis sinodal buscan «resultados predeterminados»
El lunes 5 de octubre, apenas iniciados los trabajos del sínodo sobre la familia, el cardenal George Pell entregó al Papa Francisco una carta firmada por él y otros doce cardenales, todos ellos presentes en el aula sinodal.
Los trece firmantes recubren funciones de gran importancia en la jerarquía de la Iglesia y tres de ellos forman parte de la presidencia del sínodo.
En orden alfabético son:
-Carlo Caffarra, arzobispo de Bolonia, Italia, teólogo, anteriormente presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia;
-Thomas C. Collins, arzobispo de Toronto, Canadá;
-Timothy M. Dolan, arzobispo de Nueva York, Estados Unidos;
-Willem J. Eijk, arzobispo de Utrecht, Holanda;
-Péter Erdõ, arzobispo de Esztergom-Budapest, Hungría, presidente del consejo de las conferencias episcopales de Europa y relator general del sínodo en curso, como lo fue también de la precedente sesión de octubre de 2014;
-Gerhard L. Müller, anteriormente obispo de Ratisbona, Alemania, y desde 2012 prefecto de la congregación para la doctrina de la fe;
-Wilfrid Fox Napier, arzobispo de Durban, Sudáfrica, presidente delegado del sínodo en curso, como lo fue también de la precedente sesión de octubre de 2014;
-George Pell, arzobispo emérito de Sydney, Australia, y desde 2014 prefecto en el Vaticano de la secretaría para la economía;
-Mauro Piacenza, Genova, Italia, anteriormente prefecto de la congregación para el clero y desde 2013 penitenciario mayor;
-Robert Sarah, anteriormente arzobispo de Conakry, Guinea, y desde 2014 prefecto de la congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos;
-Angelo Scola, arzobispo de Milán, Italia;
-Jorge L. Urosa Savino, arzobispo de Caracas, Venezuela;
-André Vingt-Trois, arzobispo de París, Francia, presidente delegado del sínodo en curso, como lo fue también de la precedente sesión de octubre de 2014.
(Actualización de ReL - A lo largo de la mañana del lunes cuatro cardenales han negado haber firmado la carta: Erdö, Piacenza, Scola y Vingt-Trois.)
En la carta, concisa y clarísima, los trece cardenales sometían a la atención del Papa las serias "preocupaciones" que ellos y otros padres sinodales tienen sobre la metodología del sínodo, según ellos "configurada para facilitar unos resultados predeterminados sobre cuestiones importantes que son objeto de controversia", como también acerca del Instrumentum laboris, considerado inadecuado como "texto guía o fundamento de un documento final".
He aquí a continuación el texto de la carta, traducido del original en inglés.
Texto íntegro de la carta al Papa de los 13 cardenales
(las negritas son de ReL)
Santidad,
Mientras inicia el Sínodo sobre la familia, y con el deseo de verlo servir provechosamente a la Iglesia y a usted en su ministerio, respetuosamente le pedimos que tome en consideración una serie de preocupaciones que tienen otros padres sinodales y que nosotros compartimos.
Si bien el documento preparatorio del Sínodo, el Instrumentum laboris, tiene puntos admirables, también tiene secciones que se beneficiarían de una sustancial reflexión y reelaboración. La nueva metodología que guía el sínodo parece asegurar una excesiva influencia sobre las deliberaciones del sínodo y el documento sinodal final. Tal y como está, y dada la preocupación que han expresado muchos padres acerca de varias secciones problemáticas del mismo, el Instrumentum no puede servir de manera adecuada como texto guía o fundamento de un documento final.
Algunos ambientes considerarán que a la nueva metodología sinodal le falta apertura y genuina colegialidad. En el pasado, el método de presentar propuestas y votarlas tenía como valioso fin saber la posición de los padres sinodales. La ausencia de propuestas y de las correspondientes discusiones y votaciones parecer desalentar un debate abierto y limitar las discusiones a los circoli minori; por consiguiente, nos parece urgente que se restablezca la redacción de propuestas que deberán ser votadas por todo el sínodo. Votar un documento final llega demasiado tarde en el proceso para una revisión total del mismo y un ajuste serio del texto.
Además, la falta de participación de los padres sinodales en la composición del comité de redacción ha creado un notable malestar. Sus miembros han sido nombrados, no elegidos, sin consulta previa. Del mismo modo, cualquiera que forme parte de la redacción de cualquier texto a nivel de los circoli minori debería ser elegido, no nombrado.
A su vez, estos hechos han creado el temor de que la nueva metodología no siga el espíritu tradicional y la finalidad de un sínodo. No se entiende la necesidad de estos cambios en la metodología. A un determinado número de padres les parece que la nueva metodología está configurada para facilitar unos resultados predeterminados sobre cuestiones importantes que son objeto de controversia.
Por último, y es tal vez lo más urgente, varios padres han expresado su preocupación de que un sínodo planificado para afrontar una cuestión pastoral vital -reforzar la dignidad del matrimonio y la familia- pueda llegar a estar dominado por el problema teológico/doctrinal de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil. Si así fuera, esto inevitablemente levantaría cuestiones aún más fundamentales sobre cómo la Iglesia, en su camino, debería interpretar y aplicar la Palabra de Dios, sus doctrinas y sus disciplinas a los cambios en la cultura. El colapso de las iglesias protestantes progresistas en la época moderna, acelerado por su abandono de los elementos clave de la fe y de la práctica cristiana en nombre de la adaptación pastoral justifica una gran cautela en nuestras discusiones sinodales.
Santidad, le ofrecemos estos pensamientos en un espíritu de fidelidad y le agradecemos que los tome en consideración.
Fielmente suyos en Jesucristo,
Los efectos de la carta
La tarde del mismo lunes 5 de octubre, durante la primera discusión en el aula, el cardenal Pell y otros padres sinodales retomaron algunas de las cuestiones de la carta, sin citarla.
El Papa Francisco estaba presente y escuchaba. La mañana siguiente, martes 6 de octubre, tomó la palabra.
El texto de esta intervención fuera de programa no ha sido hecho público; sólo ha sido resumido verbalmente por el padre Federico Lombardi y por escrito por L´Osservatore Romano. De este modo:
"El Pontífice ha querido reafirmar que el actual sínodo está en continuidad con el que fue celebrado el año pasado. Respecto al Instrumentum laboris, Francisco ha subrayado que éste es el resultado de la Relatio synodi, integrada con las contribuciones llegadas posteriormente, que fue aprobado por el consejo post-sinodal -que se reunió en presencia del Pontífice- y que es la base para continuar el debate y las discusiones de los próximos días. En este contexto, asumen fundamental importancia las contribuciones de los distintos grupos lingüísticos. El Papa ha recordado que los tres documentos oficiales del sínodo del año pasado son sus dos discursos, inicial y final, y la Relatio synodi. El Pontífice ha subrayado que la doctrina católica sobre el matrimonio no ha sido tocada y después ha puesto en guardia sobre dar la impresión de que el único problema del sínodo sea el de la comunión a los divorciados, invitando a que no se reduzcan los horizontes del mismo".
A este resumen de L´Osservatore Romano, el padre Lombardi ha añadido que "también las decisiones sobre la metodología han sido compartidas y aprobadas por el Papa, en consecuencia, no pueden ser puestas en discusión".
De esto se deduce que Francisco ha rechazado en bloque las peticiones de la carta, salvo la marginal recomendación de no reducir la discusión sólo "a la comunión a los divorciados".
Y las ha rechazado con una salida polémica, como ha hecho saber sucesivamente -en un tweet no desmentido- el director de La Civiltà Cattolica Antonio Spadaro, también él presente en el aula, según el cual el Papa habría dicho a los padres "no ceder a la hermenéutica de la conspiración, que es sociológicamente débil y espiritualmente no ayuda".
Todo esto al inicio del sínodo. Pero hacia el final de la primera semana de trabajos han sucedido más cosas. De nuevo, en sentido opuesto a los deseos de la carta de los trece cardenales.
El viernes 9 de octubre, en rueda de prensa, el cardenal Luis Antonio G. Tagle, arzobispo de Manila, y presidente delegado del sínodo, ha dicho repentinamente que sobre la relación final "esperamos la decisión del Papa".
Y el día siguiente, el padre Lombardi ha precisado que "aún no tenemos la certeza de cómo se llevará a cabo la conclusión del sínodo, es decir, si habrá un documento final. Veremos si el Papa dará indicaciones concretas".
Increíble, pero verdad. Con el sínodo en pleno desarrollo, de repente se pone en duda la existencia misma de esa Relatio finalis que aparecía en los programas como el punto de llegada al que estaban finalizados todos los trabajos sinodales.
De hecho, el secretario general del sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, había hablado ampliamente de la Relatio finalis en la presentación oficial del mismo:
Ese mismo día, Baldisseri también había informado de que el Papa Francisco había nombrado una comisión de diez cardenales y obispos precisamente "para la elaboración de la relación final".
El 5 de octubre, en el discurso de apertura de los trabajos del sínodo, Baldisseri había ilustrado más detalladamente las fases de elaboración y aprobación de la Relatio.
Y de nuevo había hablado sobre ella en el aula la mañana del 6 de octubre, justo antes de que el Papa tomara la palabra.
Por no hablar del calendario oficial de los trabajos del sínodo, que sigue asignando cuatro días completos, del 21 al 24 de octubre, a la redacción de la "relación final", a su presentación en el aula, a la discusión y presentación de las observaciones escritas, a la nueva redacción de la misma, a su nueva presentación en el aula y a su votación definitiva:
En la carta al Papa Francisco, los trece cardenales expresaban su deseo de que se retomara la metodología de los sínodos pasados, los cuales terminaban con la votación, una por una, de las "propuestas" que se presentaban al Papa. O que por lo menos, en ausencia de esta propuestas, se votase punto por punto una Relatio finalis escrita por una comisión electiva, no nombrada toda ella desde las alturas.
Pero, si como se ha hecho entender, ya no habrá Relatio, el único producto del sínodo no podrá ser otro que una reelaboración de ese Instrumentum laboris que los trece firmantes de la carta consideran inadecuado para hacer "de fundamento de un documento final", también a causa de "sus varias secciones problemáticas", es decir, de incierta fidelidad a la doctrina.
Porque es verdad que los 270 padres sinodales están trabajando días tras día precisamente para rehacer de arriba abajo el Instrumentum. Pero es igualmente verdad que la nueva redacción del texto será prerrogativa de esa comisión nombrada por entero por el Papa Francisco y en la que los innovadores son una mayoría aplastante, al contrario de lo que sucede en el aula. Y en un texto kilométrico y discursivo como el Instrumentum -no telegráfico como las "propuestas" de muchos sínodos pasados- es mucho más fácil que suceda de nuevo lo que ya sucedió en el sínodo de 2014, con la introducción de fórmulas vagas y polivalentes, difíciles de rechazar en el aula con un simple voto.
"La doctrina católica sobre el matrimonio no ha sido tocada", ha asegurado el Papa Francisco refiriéndose a todo el recorrido sinodal desde 2014 hasta ahora, en respuesta a las "preocupaciones" de los trece cardenales de la carta.
Pero el cardenal Tagle, exponente de relieve de los innovadores, ha dicho también en la rueda de prensa del 9 de octubre, con visible satisfacción: "El nuevo método adoptado por el sínodo probablemente ha causado un poco de confusión, pero es bueno estar confundidos de vez en cuando. Si las cosas están siempre claras, ya no sería la vida de verdad".
Publicado en Espressonline.it.
Traducción de Helena Faccia Serrano para Espressonline.it