Jueves, 26 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El Papa dice que a «un corazón arrepentido», Dios lo salva; quien no se arrepiente, se condena

Radio Vaticana

Francisco en Adviento predica sobre la conversión y arrepentimiento
Francisco en Adviento predica sobre la conversión y arrepentimiento
Dios salva "un corazón arrepentido", mientras que los que no confían en Dios logran de por sí la “condenación”. Así lo afirmó Francisco en su homilía en la misa matinal en la capilla de la Casa de Santa Marta.

La humildad salva al hombre a los ojos de Dios, mientras que el orgullo lo pierde. La clave reside en el corazón. El corazón humilde está abierto, sabe arrepentirse, acepta la corrección y la confianza en Dios. Lo opuesto es el soberbio: arrogante, cerrado, no conoce la vergüenza, es impermeable a la voz de Dios. El texto del profeta Sofonías y del Evangelio sugieren a Francisco una reflexión en paralelo. Ambos textos hablan de un "juicio" del que dependen la salvación y la condenación.

La situación descrita por el profeta Sofonías es el de una ciudad rebelde, en la que, sin embargo, aún hay un grupo que se arrepiente de sus pecados. El Papa dijo que se trata del "pueblo de Dios" que tiene las "tres características" de "humildad, pobreza y confianza en el Señor."

Pero en la ciudad hay también aquellos que, dice Francisco, "no aceptan la corrección, no han confiado en el Señor." A ellos le tocará la condenación.

"Estos no pueden recibir la salvación. Están cerrados a la Salvación.´Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre; confiará en el nombre del Señor ", para toda la vida. Y así hasta hoy, ¿no? Cuando vemos el pueblo santo de Dios que es humilde, que tiene como riqueza la fe en el Señor, la confianza en el Señor, gente humilde, pobres que confían en el Señor. Estos son los que se salvan y este es el camino de la Iglesia, ¿no? Hay que ir por este camino, no por el contrario, el de los que no escuchan la voz, los que no aceptan la corrección y no confían en el Señor ".

La escena del Evangelio es la del contraste entre los dos hijos invitados por su padre a trabajar en la viña. El primero se niega pero luego se arrepiente y va. El segunda dice que sí a su padre, pero en realidad le engaña. Jesús cuenta esta historia a los jefes del pueblo indicando claramente que son ellos los que no han querido escuchar la voz de Dios a través de Juan y es por eso que en el reino de los cielos se les adelantarán los publicanos y las prostitutas, que sí creyeron a Juan. Y el escándalo provocado por esta última afirmación, señala Francisco, es idéntico al de muchos cristianos que se sienten "puros" sólo porque van a misa y reciben la comunión.

Pero Dios dice, necesita más. "Si tu corazón no es un corazón arrepentido, si no escuchas al Señor, no aceptas la corrección, y no confías en él, tienes un corazón que no está arrepentido. Pero estos hipócritas que se escandalizan por lo que Jesús dice acerca de los recaudadores de impuestos y las prostitutas, y luego en secreto se iban a otro sitio a dar rienda suelta a sus pasiones o sus asuntos, en secreto, ¡eran puros! A estos el Señor lo los quiere.”

Este juicio "nos da esperanza", asegura Francisco, si tenemos el coraje de abrir nuestro corazón a Dios sin reservas, dando incluso la "lista" de nuestros pecados.

Para explicarlo, el Papa recordó la historia del santo que pensó que había dado todo al Señor, con extrema generosidad.

"Él escuchaba al Señor, siempre seguía su voluntad, daba todo al Señor. Pero Dios le dijo: ‘Pero hay algo que no me has dado todavía´. Y el pobre hombre, tan bueno, dice: "Pero, Señor, ¿qué hay que no te haya dado? Te di mi vida, trabajando por los pobres, trabajando en la catequesis, trabajando aquí, allí... ´. –‘Pero hay algo que aún no me diste’. ‘-¿Qué, señor?’. -´Tus pecados´. ¿Cuando vamos a ser capaces de decirle al Señor: "Señor, estos son mis pecados. No los de aquel o ese otro, son los míos. Tómalos y me salvaré"? Cuando seamos capaces de hacer esto estaremos entre el pueblo bello, ¡pueblo humilde y pobre’, que confía en el nombre del Señor. Que Él nos conceda esta gracia”.

(Resumen de Alessandro De Carolis, Radio Vaticana, traducción del italiano de ReL).
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