Benedicto XVI: «Es la oración la que guía al hombre en los momentos oscuros»

El Papa Benedicto XVI ofreció la primera audiencia general en el Vaticano en el Aula Paolo VI, que estaba llena de fieles, después de la pausa veraniega. El Pontífice todavía permanecerá en Castel Gandolfo algunos días (preparando el viaje a la República Libanesa), pero volvió ayer a Roma momentáneamente.

Entre las personas que estaban presentes para escuchar al Papa, había 1700 jóvenes, de 41 países diferentes, que participaron en el Genfest que se llevó a cabo en Buspest, una manifestación promovida por el movimiento de los Focolares. Al saludarles, el Papa Ratzinger les invitó (retomando el lema de la manifestación: “Let’s bridge”, “Tendamos puentes”) a «promover la unidad en la familia humana, construyendo puentes con valentía». Una pequeña delegación de cuatro jóvenes (de México, Irak y Paquistán) pudo saludar personalmente al Pontífice.

En la catequesis de esta mañana, Benedicto XVI siguió examinando el papel de la oraciónen el Nuevo Testamento, sobre todo en el Libro del Apocalipsis, un «libro difícil –advirtió–, pero que contiene una gran riqueza». De hecho, todo el «nos pone en contacto con la plegaria viva y palpitante de la asamblea cristiana, reunida “en el día del Señor”» (Ap 1, 10).

El Papa, al recorrer el texto del libro más complejo y misterioso de la Biblia, volvió a invitar a los cristianos a rezar con asiduidad y constancia. La “costumbre” de la oración, para el Papa, permite despertar el «sentido de la presencia del Señor en nuestra vida y en nuestra historia», una «presencia que nos sostiene y nos da una gran esperanza incluso en medio de la oscuridad de ciertos asuntos humanos».

Para Benedicto XVI, la oración es, sobre todo, «alabanza a Dios por su amor, por el don de Jesucristo, que da fuerza, esperanza y salvación». Pero escuchar es una operación difícil en un mundo como el nuestro, en el que los hombres se encuentran constantemente «sumergidos por tantas palabras», arrastrados por un río de comunicación incesante e inmediata. La consecuencia, advirtió, es que podemos perder la costumbre de escuchar, de «ponernos en la disposición interior y exterior del silencio para estar atentos a lo que Dios nos quiere decir».

Al terminar la audiencia, el Pontífice dirigió un saludo a los peregrinos de lengua española, «en particular a los fieles de la diócesis de Santander, acompañados por su Obispo, así como a los demás grupos provenientes de España, Argentina, Venezuela, Colombia, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a descubrir la presencia de Cristo en nuestra vida».