Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El religioso uruguayo ha sido miembro del sínodo por designación del Papa

Los 10 «Me gusta» y los 9 «No me gusta» del salesiano Martín Lasarte sobre el sínodo amazónico

Los 10 «Me gusta» y los 9 «No me gusta» del salesiano Martín Lasarte sobre el sínodo amazónico
Francisco, junto a padres sinodales y miembros de grupos indigenistas.

ReL

Martín Lasarte es un salesiano uruguayo, ex misionero en Angola, miembro del equipo de animación misionera mundial de su congregación y responsable en particular de las áreas de África y América. Ha sido miembro, por designacion de Francisco, del sínodo para la Amazonia recién concluido en el Vaticano. Durante su celebración escribió un análisis sobre el Instrumentum Laboris que debatían los círculos menores, que reprodujimos en ReL. A punto de terminar la asamblea, publicó, también en Asia News, un juicio valorativo sobre lo acontecido, cuando aún no se había dado a conocer el documento final. Lo proponemos también a nuestros lectores:

10 Me gusta y 9 No me gusta: reflexiones sobre el Sínodo de la Amazonia

Un sínodo es un instrumento precioso de comunión eclesial y de escucha. Este instrumento de consulta ofrecerá al Santo Padre algunas reflexiones y propuestas. Para mí, personalmente, ha sido una experiencia riquísima de la cual he aprendido mucho de tantos hermanos y hermanas. 

Hago velozmente una evaluación en “caliente”, sin haber recibido todavía el documento final del sínodo a ser votado el sábado 26 de octubre.

Siendo positivo, yo coloco 10 Me gusta del sínodo, cosas que parecieron positivas. Y con relación a los 9 No me gusta, las limitaciones del sínodo.

Los 10 Me Gusta

1. Una gran oportunidad de reflexionar pastoralmente sobre la Amazonia, sobre los grandes desafíos de carácter universal.

2. Se ha dado mucha visibilidad a la región, a sus problemáticas ecológicas, sociales y eclesiales.

3. Ha ayudado a crear una conciencia regional de la Amazonia, ya que han participado muchas realidades de la Iglesias, que están separadas, sin conexión entre sí.

4. El esfuerzo de escuchar capilarmente y haber comenzado un proceso con las comunidades amazónicas. Sin duda, que lo más importante del sínodo es el proceso que desencadene en la región.

5. Personalmente, he podido aprender mucho de diversas Iglesias locales: conocer problemáticas más a fondo, como aquella del narcotráfico, que realmente es preocupante por su poder económico, político y cultural. También fue bueno conocer “buenas prácticas” o experiencias pastorales de diversas Iglesias locales, así como hermosos testimonios de entrega y servicio.

6. Una clara toma de posición de la Iglesia en favor de la ecología integral (no fundamentalista) y por los pueblos indígenas amazónicos.

7. A lo largo del sínodo se dio más importancia al tema de las ciudades, jóvenes, migraciones, cosa que en el Instrumentum Laboris aparecía, pero no con la amplitud necesaria. También se alargó la visión a las poblaciones rurales y ribereñas, así como a las comunidades afro (quilombolas).

8. La dimensión cristocéntrica en la Creación, en la Iglesia y en la evangelización quedó más manifiesta.

9. Se plantearon, en la asamblea general y en los círculos menores, muchos temas de gran interés y oportunos (no sé en qué medida entrarán o no en el documento final):

-Se presentaron reflexiones profundas, particularmente por expertos, sobre la problemática ecológica.

-La importancia de la educación de calidad para todos y en particular para los pueblos indígenas

-Se reflexionó sobre los variados procesos migratorios.

-Sobre la cultura, interculturalidad, inculturación y Evangelio.

-Se evidenciaron situaciones deshumanas del tráfico de personas, narcotráfico, trata, explotación…

-La importancia de la ministerialidad de toda la iglesia.

-La importancia del catecumenado y de la iniciación cristiana.

-La evangelización integral.

-La formación del clero y los laicos para la misión.

-La piedad popular

-Sobre la misionariedad de la Iglesia.

-Se puso de manifiesto que diversas “pastorales indigenistas u otras” no pueden ir adelante autosuficientemente sin conexión con las Iglesias locales.

-También se dio más importancia a la pastoral urbana y dentro de ella, a la pastoral indígena.

10. Me han gustado mucho las tres intervenciones espontáneas del Papa. Sí a la cultura (piedad popular, inculturación), no al “aborigenismo”; sí a la formación del clero (más pastoral, menos rígido) y a los seglares, pero no a la clericalización de los laicos. Atención con las congregaciones que se repliegan en búsqueda de seguridades y a la falta de pasión de los más jóvenes por la misión. Atención con el clero latinoamericano que emigra al Primer Mundo en vez de optar por la Amazonia. Habló de la necesidad de un desborde totalizante en el sínodo, que no pretende disciplinar el conflicto, ni solucionar las cosas con remiendos. Se precisa un desborde misionero.

Los 9 No me gusta

1. Excesivas energías para problemas intraeclesiales, en particular motivado por los “viri probati” y las “diaconisas”. Era una oportunidad inigualable para ofrecer una cualificada y más profunda contribución para el cuidado de la casa común mediante la ecología integral desde la ética cristiana. Sólo quedó el capítulo V (de los seis capítulos). Este tema de no pleno consenso ha consumido muchas fuerzas, sacando calidad a todos los demás aspectos consensuales.  

2. Auto-referencialidad regional. El concepto de sinodalidad me ha resultado muy adaptable a las conveniencias: sinodalidad con los que piensan como yo. Autonomía y pluralismo con los que piensan diversamente, como es el caso de la Iglesias hermanas de Asia, Europa y África. Pienso que el tema de la sinodalidad de la Iglesia universal debería haber estado más presente en lo que respecta a los ministerios ordenados, pues es un tema sensible y muy existencial en toda la Iglesia universal. 

3. Ha faltado un mayor, profundo sentido de autocrítica  eclesial. Lógicamente que siempre se hace el consuetudinario mea culpa de la colonización y de las limitaciones en la Iglesia en su visión antropológica eurocéntrica y conciencia social limitada del pasado. Pero me refiero a la pobre incidencia pastoral en estos últimos cincuenta años en las diversas realidades eclesiales amazónicas. ¿Cuáles son las causas de su pobreza pastoral e infecundidad? A mi modo de ver, el tema del secularismo, el antropologismo cultural, la ideologización social de la pastoral, la falta de un testimonio creíble, coherente e irradiante de santidad de los ministros (el fenómeno de muchísimos abandonos de la vida religiosa y sacerdotal, o de vida ambigua) no han sido suficientemente tocados. 

4. Remiendos nuevos en vestido viejo. A mi modo de ver no se focalizaron a nivel de evangelización los problemas más profundos: las causas de infecundidad vocacional; la pobre pastoral en general; la falta de una mejor pastoral familiar; un catecumenado que funda la fe y la vida; la ausencia absoluta de la pastoral juvenil (la expresión no aparecía en el documento) y por consecuencia es nula la pastoral vocacional; la falta de vitalidad de las pequeñas comunidades cristianas. Los movimientos eclesiales o la nuevas comunidades no se nombran. ¿Será que no existen en la Amazonia? Me parece que ha faltado ese dinamismo que llevó a plantearse a la Iglesia el tema de la “nueva evangelización”: nuevos métodos, nuevo fervor. ¿Cuáles son los nuevos caminos que propone el Sínodo? Apenas nuevas estructuras y las ordenaciones de los viri probati… Me parece que la novedad es enormemente pobre: son remiendos nuevos en un vestido viejo. A mi modo de ver, el vestido nuevo del cual nos debemos revestir con nuevo fervor es un problema de ”fe”: revestirnos de Cristo.

5. Se habla del “rito amazónico” para la liturgia. Se podría caer en un experimento teórico de laboratorio pastoral. Las culturas amazónicas son variadas, no se puede homologar la gran riqueza y variedad cultural pan-amazónica (de las 390 lenguas pensemos sólo en las grandes familias: Tupí-guaraní, Arawak, Tukano, Pano, Je’, Jíbara, Yanomami, etc). No hay duda de que la inculturación del evangelio en la liturgia y la vida de las comunidades cristianas amazónicas es imprescindible, pero esto debe hacerse desde la vida real y poco a poco, con una razonable adaptación y decantación de aquello que realmente es auténtico de la cultura y consigue transmitir verdaderamente el misterio cristiano con símbolos y expresiones originales, evitando una superficial y genérica folklorización.

6. Clericalización laical. Hubiera sido posible resolver el problema de eventuales ordenaciones al sacerdocio de los hombres casados con los caminos ordinarios ya posibles y viables en la Iglesia: la dispensa del celibato (CIC 1047): la posibilidad de dispensa dada por la Santa Sede, con las justificaciones apropiadas, como propuso sabiamente el cardenal Gracias de la India, siendo mucho más simple que una generalización de los viri probati. Se presentaron experiencias de otras latitudes con los mismos problemas y con la solución de ricos ministerios laicales, pero no fue apreciada la propuesta. Lamentablemente “el tema” del sínodo ha sido sobre la ordenación de los varones casados, quedando en la sombra los demás temas. Mediáticamente y popularmente este sínodo será apenas eso, el Sínodo de los viri probati.

7. Visión secular de los ministerios, particularmente el de la mujer como “diaconisa ordenada”. Cuando se toca en todas partes este asunto, aparecen motivaciones muy civiles pero por eso, no del todo evangélicas: “¡Esta es la hora de ordenar a las mujeres!” “¡Tenemos derecho!” “Hay que empoderar a las mujeres”… Son discursos válidos en cualquier parlamento, pero no lo veo tanto en un sínodo de obispos donde se quiere discernir a la luz del Evangelio, la Tradición, el magisterio eclesial y los desafíos actuales; y no tanto bajo la fuerte presión de la cultura dominante. Me pareció bastante presente el sentido parlamentario y no tanto el espíritu sinodal que busca el discernimiento (“Somos representantes de los pueblos amazónicos y tenemos que llevar adelante las propuestas por ellos hechas”).

8. Peligro de la “onganización” de la Iglesia. Es muy bueno que la Iglesia se organice bien en el servicio de la caridad pero, que no se “onganice”, es decir siendo regida por criterios pragmáticos, seculares y organizativos de una ONG. El reduccionismo del misterio, vida y acción de la Iglesia a diversas actividades de advocacy [defensa militante] y servicios sociales me resulta que continúa estando muy presente en la sensibilidad de varios participantes del sínodo. Insisto en que sólo una evangelización integral, donde el kerygma, la didascalia, la diaconía, la koinonía y la liturgia se funden en un proyecto pastoral armónico y equilibrado podremos tener una pastoral fecunda. 

9. El clima del Sínodo fue bastante sereno, fraterno y respetuoso, si bien al final algunos presentaban las cosas en forma bastante dialéctica: por un lado estaría el club fariseo, ligado a la doctrina, con miedo a lo nuevo, por lo tanto, cerrado al Espíritu Santo y por la otra parte los que escuchan al pueblo (sensus fidei), sin miedo, abiertos a lo nuevo y por lo tanto, dóciles al Espíritu Santo… Lo que me admira es que el Espíritu Santo haya venido tan bien preparado y organizado

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