María José Vilaça: amar a un hijo homosexual no obliga a aprobar su homosexualidad
Campaña de delación, acoso y descrédito del lobby LGBTI contra una psicóloga católica portuguesa
El lobby LGBTI, esta vez en Portugal, ha vuelto a dirigir los ataques ideológicos contra el posicionamiento de profesionales y científicos que no comparten sus planteamientos. La víctima ha sido ahora la psicóloga María José Vilaça, a raíz de un artículo publicado en Familia Cristiana. Así resume la polémica La Nuova Bussola Quotidiana:
Tolerancia e inclusión hacia todo lo que tiene que ver con los propios intereses. Intolerancia y exclusión hacia cualquiera que se distancie del conformismo comunicativo que la neolengua está difundiendo globalmente. Esta vez la censura LGBT ha atacado en Portugal, donde Maria José Vilaça, presidenta de una asociación de psicólogos católicos, ha sido machacada mediáticamente por una sola palabra extrapolada de una serie de declaraciones realizadas a la revista Familia Cristã y contenida en el artículo “Chico o chica: ¿una elección?”, en el que se mencionan las ideas de diversos expertos que advierten sobre la falacia y el peligro de la ideología de género.
La palabra incriminada ha suscitado la inmediata reacción de los partidarios de la homosexualidad como norma, que han encontrado rápidamente apoyo en el Colegio de Psicólogos de Portugal, que han decidido abrir una investigación sobre su colega, tan poco dispuesta a doblegarse al pensamiento único. Pero, ¿qué es lo que ha dicho la Dra. Vilaça que sea tan grave?
María José Vilaça, víctima de la intolerancia por una comparación sacada de contexto.
Vayamos por orden. La psicóloga ha subrayado, ante todo, un presupuesto de la ideología de género, según el cual "todo lo que soy acaba siendo determinado por mi preferencia sexual y no por mi cuerpo".
Origen de la polémica: la Ley Cifuentes
Comentando la reciente aprobación de la ley contra la “Lgbti-fobia” de la Comunidad de Madrid (que oprime la libertad de expresión e impone la educación de género en todos los colegios, incluidos los concertados), la psicóloga explicaba que este tipo de educación ya está presente en Portugal y que está produciendo confusión, como ha podido constatar en su experiencia profesional: "Hoy, en los colegios, hablo con chicos de 16 ó 17 años que aún no han salido con una chica y la primera idea que tienen es: '¿Será que soy gay o bisexual?'".
Después recordaba que en los Estados Unidos, el American College of Pediatricians ha publicado el documento: La ideología de género daña a los niños, en el que destaca que "la sexualidad humana es una característica biológica binaria objetiva y nadie nace con un género; más bien, todos nacemos con un sexo".
Una comparación sacada de contexto
Por último, respondiendo a la pregunta: "¿Cómo acoger a las personas homosexuales?", la Dra. Vilaça ha explicado que en su trabajo acompaña a familias y padres, a los que les dice que para aceptar a su hijo no es necesario aceptar la homosexualidad del mismo. Ha sido entonces cuando ha usado la palabra y la comparación 'prohibidos', atrayendo sobre sí la ira del love is love: "'Acepto a mi hijo, lo amo incluso más, porque sé que vive de una manera que yo sé que no es natural y que le hace sufrir'. Es como tener un hijo drogadicto, no voy a decir que es bueno". Un ejemplo, el último, demasiado 'incorrecto' para pasar inadvertido a los censores del arco iris, que sin pérdida de tiempo han atacado a la psicóloga.
Ahora bien, por escrúpulo podríamos explicitar lo obvio, a saber: que se trata de cosas distintas, porque en general la atracción hacia el mismo sexo se adquiere por causas externas independientes de la voluntad del sujeto (esto significa, al mismo tiempo, que no es innata, como en cambio pretende el asociacionismo LGBT), mientras que la drogodependencia presupone casi siempre vicios o fragilidad de la persona.
Bajo éste y otros aspectos la comparación podría parecer impropia, pero éste no es el punto porque –sin querer ser maliciosos– se sabe que una comparación no es una igualdad y el sentido del discurso de la psicóloga estaba claro: a un hijo lo acepto y lo amo siempre, porque es una persona (ya sea que se sienta atraído hacia el mismo sexo o que tenga una dependencia de la droga), pero por amor le digo también que esa situación no está orientada hacia su bien.
Este ha sido el razonamiento de fondo que ha enfurecido al universo LGBT, cuyo fin es normalizar la homosexualidad, por lo que no tolera argumentaciones contrarias a este objetivo.
No sólo se entendía el sentido en la entrevista; la Dra. Vilaça lo ha explicado ulteriormente en una entrada en su Facebook. "¿Han leído el texto original? He dicho que ante un hijo que tiene un comportamiento con el que los padres no están de acuerdo, debemos acogerlo y amarlo igualmente. La drogodependencia es sólo un ejemplo de comportamiento que a veces lleva a los padres a rechazar al hijo".
El intento de explicación ha sido inútil, porque ya se había iniciado el escarnio público en las redes sociales, con el actor Manuel Moreira entre los más activos en expresar "repugnancia y tristeza" por lo sucedido, exhortando a sus contactos (decenas de ellos han seguido su iniciativa) a enviar un email de denuncia al Colegio de Psicólogos con la petición de abrir una investigación.
Los colegios profesionales, amedrentados y dóciles
Dicho y hecho. La dirección del Colegio de Psicólogos, en el que los dogmas del pensamiento LGBT han echado raíces (siguiendo el ejemplo de lo que está sucediendo también en algunos Colegios profesionales de nuestro país), no lo ha pensado dos veces y ha secundado los impulsos jacobinos de la red desacreditando a la compañera, subrayando que no se reconoce en las afirmaciones de la doctora Vilaça y añadiendo apodícticamente que "estas declaraciones no tienen ningún tipo de base científica" y que son "contrarias a la defensa de los derechos humanos, del desarrollo y del equilibrio social". Todo ello escrito en un comunicado bajo el signo de lo políticamente correcto más grotesco, lleno de os/as psicólogos/as, ¡justo para simplificar!
Pero además de la desacreditación profesional pública, "considerando la extrema gravedad de las declaraciones de la Dra. Maria José Vilaça”, el Colegio de Psicólogos ha considerado necesario iniciar un procedimiento disciplinario, confiando el caso al propio Consejo jurisdiccional. En resumen, mejor asegurarse que la intimidación alcance su objetivo y la Dra. Vilaça no vuelva a osar expresar sus ideas no alineadas sobre la homosexualidad. Quién sabe, a lo mejor en la dirección del Colegio de Psicólogos han malentendido la expresión "terrorismo psicológico" y creen que su práctica forma parte de la deontología.
Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).
Tolerancia e inclusión hacia todo lo que tiene que ver con los propios intereses. Intolerancia y exclusión hacia cualquiera que se distancie del conformismo comunicativo que la neolengua está difundiendo globalmente. Esta vez la censura LGBT ha atacado en Portugal, donde Maria José Vilaça, presidenta de una asociación de psicólogos católicos, ha sido machacada mediáticamente por una sola palabra extrapolada de una serie de declaraciones realizadas a la revista Familia Cristã y contenida en el artículo “Chico o chica: ¿una elección?”, en el que se mencionan las ideas de diversos expertos que advierten sobre la falacia y el peligro de la ideología de género.
La palabra incriminada ha suscitado la inmediata reacción de los partidarios de la homosexualidad como norma, que han encontrado rápidamente apoyo en el Colegio de Psicólogos de Portugal, que han decidido abrir una investigación sobre su colega, tan poco dispuesta a doblegarse al pensamiento único. Pero, ¿qué es lo que ha dicho la Dra. Vilaça que sea tan grave?
María José Vilaça, víctima de la intolerancia por una comparación sacada de contexto.
Vayamos por orden. La psicóloga ha subrayado, ante todo, un presupuesto de la ideología de género, según el cual "todo lo que soy acaba siendo determinado por mi preferencia sexual y no por mi cuerpo".
Origen de la polémica: la Ley Cifuentes
Comentando la reciente aprobación de la ley contra la “Lgbti-fobia” de la Comunidad de Madrid (que oprime la libertad de expresión e impone la educación de género en todos los colegios, incluidos los concertados), la psicóloga explicaba que este tipo de educación ya está presente en Portugal y que está produciendo confusión, como ha podido constatar en su experiencia profesional: "Hoy, en los colegios, hablo con chicos de 16 ó 17 años que aún no han salido con una chica y la primera idea que tienen es: '¿Será que soy gay o bisexual?'".
Después recordaba que en los Estados Unidos, el American College of Pediatricians ha publicado el documento: La ideología de género daña a los niños, en el que destaca que "la sexualidad humana es una característica biológica binaria objetiva y nadie nace con un género; más bien, todos nacemos con un sexo".
Una comparación sacada de contexto
Por último, respondiendo a la pregunta: "¿Cómo acoger a las personas homosexuales?", la Dra. Vilaça ha explicado que en su trabajo acompaña a familias y padres, a los que les dice que para aceptar a su hijo no es necesario aceptar la homosexualidad del mismo. Ha sido entonces cuando ha usado la palabra y la comparación 'prohibidos', atrayendo sobre sí la ira del love is love: "'Acepto a mi hijo, lo amo incluso más, porque sé que vive de una manera que yo sé que no es natural y que le hace sufrir'. Es como tener un hijo drogadicto, no voy a decir que es bueno". Un ejemplo, el último, demasiado 'incorrecto' para pasar inadvertido a los censores del arco iris, que sin pérdida de tiempo han atacado a la psicóloga.
Ahora bien, por escrúpulo podríamos explicitar lo obvio, a saber: que se trata de cosas distintas, porque en general la atracción hacia el mismo sexo se adquiere por causas externas independientes de la voluntad del sujeto (esto significa, al mismo tiempo, que no es innata, como en cambio pretende el asociacionismo LGBT), mientras que la drogodependencia presupone casi siempre vicios o fragilidad de la persona.
Bajo éste y otros aspectos la comparación podría parecer impropia, pero éste no es el punto porque –sin querer ser maliciosos– se sabe que una comparación no es una igualdad y el sentido del discurso de la psicóloga estaba claro: a un hijo lo acepto y lo amo siempre, porque es una persona (ya sea que se sienta atraído hacia el mismo sexo o que tenga una dependencia de la droga), pero por amor le digo también que esa situación no está orientada hacia su bien.
Este ha sido el razonamiento de fondo que ha enfurecido al universo LGBT, cuyo fin es normalizar la homosexualidad, por lo que no tolera argumentaciones contrarias a este objetivo.
No sólo se entendía el sentido en la entrevista; la Dra. Vilaça lo ha explicado ulteriormente en una entrada en su Facebook. "¿Han leído el texto original? He dicho que ante un hijo que tiene un comportamiento con el que los padres no están de acuerdo, debemos acogerlo y amarlo igualmente. La drogodependencia es sólo un ejemplo de comportamiento que a veces lleva a los padres a rechazar al hijo".
El intento de explicación ha sido inútil, porque ya se había iniciado el escarnio público en las redes sociales, con el actor Manuel Moreira entre los más activos en expresar "repugnancia y tristeza" por lo sucedido, exhortando a sus contactos (decenas de ellos han seguido su iniciativa) a enviar un email de denuncia al Colegio de Psicólogos con la petición de abrir una investigación.
Los colegios profesionales, amedrentados y dóciles
Dicho y hecho. La dirección del Colegio de Psicólogos, en el que los dogmas del pensamiento LGBT han echado raíces (siguiendo el ejemplo de lo que está sucediendo también en algunos Colegios profesionales de nuestro país), no lo ha pensado dos veces y ha secundado los impulsos jacobinos de la red desacreditando a la compañera, subrayando que no se reconoce en las afirmaciones de la doctora Vilaça y añadiendo apodícticamente que "estas declaraciones no tienen ningún tipo de base científica" y que son "contrarias a la defensa de los derechos humanos, del desarrollo y del equilibrio social". Todo ello escrito en un comunicado bajo el signo de lo políticamente correcto más grotesco, lleno de os/as psicólogos/as, ¡justo para simplificar!
Pero además de la desacreditación profesional pública, "considerando la extrema gravedad de las declaraciones de la Dra. Maria José Vilaça”, el Colegio de Psicólogos ha considerado necesario iniciar un procedimiento disciplinario, confiando el caso al propio Consejo jurisdiccional. En resumen, mejor asegurarse que la intimidación alcance su objetivo y la Dra. Vilaça no vuelva a osar expresar sus ideas no alineadas sobre la homosexualidad. Quién sabe, a lo mejor en la dirección del Colegio de Psicólogos han malentendido la expresión "terrorismo psicológico" y creen que su práctica forma parte de la deontología.
Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).
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