Activistas gays admiten la intolerancia contra cristianos
Cuando las normas antihomofobia destruyen la libertad religiosa: el caso-laboratorio de Indiana
La ley aprobada por el parlamento del estado de Indiana para proteger la libertad religiosa de los comerciantes que les permite negarse, por ejemplo, a confeccionar tortas para matrimonios de personas del misto sexo, se ha transformado en un boomerang.
La gran polvareda política y mediática que se ha levantado a nivel nacional contra la ley, rápidamente bautizada “anti-gay”, no sólo ha desencadenado, de hecho, una paradójica caza al comerciante "homófobo" (obligando a más de un comercio a cerrar a causa del clima insostenible), sino que ha obligado al gobernador del estado, el republicano Mike Pence, a modificar el texto. Lástima que la enmienda prevea que la ley no pueda ser utilizada para "discriminar" en base a la raza, la edad o la orientación sexual.
Es fácil imaginar lo que le ocurrirá al propietario de un comercio que se niegue a prestar servicios profesionales para las celebraciones LGBT.
Proteger la libertad religiosa
Por esto, algunos obispos y exponentes del mundo católico, junto a líderes de otras denominaciones cristianas, han decidido denunciar «la acrimonia y las mentiras» que corren el riesgo de hacer que sean vanos todos los esfuerzos para proteger la libertad religiosa en Indiana y en el resto de los Estados Unidos, desde el momento en que son decenas los proyectos de ley similares ya preparados para ser sometidos al voto de los parlamentos locales.
«América fue fundada sobre la idea de que la libertad religiosa es importante (…). Debemos tomarnos esto seriamente o nos convertiremos en un pueblo ajeno a los propios principios fundacionales», han escrito en el manifiesto publicado el pasado 3 de abril el arzobispo de Filadelfia Charles Chaput, el arzobispo de Baltimore William Lori, Robert George, profesor de ley en Princeton, Albert Mohler Jr., presidente del seminario teológico bautista del Sur y Russell Moore, presidente de la Comisión de ética y libertad religiosa de la Convención bautista del Sur.
Una concentración en defensa de la libertad religiosa en Indiana... los pequeños negocios pueden ser hundidos con denuncias y pleitos si se niegan a colaborar en actos de enaltecimiento de la ideología LGBT
Para los cristianos, los judíos y los musulmanes, se lee en el manifiesto, es «convicción común» que los hombres son creados varón y mujer y que nadie puede ser discriminado mediante la obligación de participar activamente en servicios que afirmen lo contrario.
Y cuando las convicciones «radicadas en la experiencia» de una persona son «consideradas “discriminaciones”» es imposible «alcanzar una armonía civil».
Según los autores del texto, que apelan a la Constitución Americana, «también quien no es religioso tiene una responsabilidad en el reconocimiento de que nuestra primera libertad, la libertad religiosa y la libertad de conciencia, está protegida por la ley».
Voces pro-gay piden tolerancia con los religiosos
En defensa de la libertad no sólo se han alzado voces “religiosas” (además de los cristianos, han protestado exponentes de la comunidad islámica), sino también las de personalidades inesperadas, como el profesor Douglas Laycock, célebre jurista y defensor del matrimonio homosexual.
El estudioso de la Universidad de Virginia, que en 1993 contribuyó a la redacción del Religious Freedom Restoration Act, la ley federal deseada por Bill Clinton en la que se inspiraba la primera versión de la ley de Indiana, ha explicado en una entrevista que «el derecho de creer en una religión, si no se tiene el derecho de practicarla, no tiene sentido».
Laycock recuerda que la ley no permite negarse a servir a una persona que lo solicite, sino sólo permite negarse a prestar el propio servicio por actos considerados contrarios al propio credo.
Si una persona que es organizador de bodas o fotógrafo «entiende el matrimonio como una relación intrinsecamente religiosa» y al mismo tiempo «considera que el matrimonio entre personas del mismo sexo es profundamente contrario a la concepción cristiana o judía del matrimonio», observa el profesor, entonces pedirle que preste servicio en una ceremonia nupcial homosexual es pedirle «que cometa un sacrilegio».
También Daniel O. Conckle, profesor en la escuela de derecho de la Universidad de Indiana y defensor de las denominadas bodas gay, confirma que «a pesar de toda la retórica» el proyecto de ley «tiene poco que ver con el matrimonio entre personas del mismo sexo», sino que atañe «totalmente a la libertad religiosa».
Piensan también así personas que no son sospechosas de hostilidad hacia el mundo LGBT. Según el periodista libertario John Stossel, el movimiento arco iris «se ha deslizado de la tolerancia al totalitarismo» y Tammy Bruce, lesbiana y ex líder en Los Angeles de la Organización Nacional de Mujeres [un potente lobby pro-aborto y feminista radical; nota de ReL], durante su show radiofónico ha defendido a los comerciantes que han sufrido represalias por el simple hecho de haberse expresado en público en favor de la ley.
Según Bruce, «en nombre de la tolerancia», se está legitimando una nueva forma de «acoso» que se aproxima al «fascismo». «Hemos abrazado los movimientos de los derechos civiles de este país para permitir a las personas que vivan la vida que prefieran» y ahora «lanzamos a los propietarios de estas pequeñas empresas a esta espiral totalitaria. Nos estamos transformando en el monstruo contra el que combatíamos».
En la foto, los dueños de Memories Pizza, un pequeño negocio familiar. Hablaron en una entrevista a favor de la libertad religiosa y su derecho a no servir en actividades LGBT. Por eso, el lobby gay les acosó con manifestaciones, amenazas, denuncias y escraches y tuvieron que cerrar el negocio
Entre los comerciantes víctimas de este acoso al contrario están los propietarios de la Memories Pizza de Walkerton, Indiana, que se han visto obligados a cerrar por las continuas amenazas que sufrieron a raíz de una entrevista en favor de la ley.
Tras el cierre se inició una recogida de fondos para “salvar” la pizzeria que ha superado los 800.000 dólares, veinte de los cuales son de Courtney Hoffman, una joven homosexual que ha pedido perdón «por los mezquinos ataques contra vosotros y vuestro negocio», erigiéndose en portavoz de todos los que como ella, aun siguiendo un cierto estilo de vida, «apoyan plenamente el derecho de defender vuestras convicciones y de gestionar vuestra empresa según vuestro credo».
(Traducción de Tempi.it por Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
Lea también: El jefe de bomberos de Atlanta, despedido por criticar la homosexualidad en un párrafo de un libro
La gran polvareda política y mediática que se ha levantado a nivel nacional contra la ley, rápidamente bautizada “anti-gay”, no sólo ha desencadenado, de hecho, una paradójica caza al comerciante "homófobo" (obligando a más de un comercio a cerrar a causa del clima insostenible), sino que ha obligado al gobernador del estado, el republicano Mike Pence, a modificar el texto. Lástima que la enmienda prevea que la ley no pueda ser utilizada para "discriminar" en base a la raza, la edad o la orientación sexual.
Es fácil imaginar lo que le ocurrirá al propietario de un comercio que se niegue a prestar servicios profesionales para las celebraciones LGBT.
Proteger la libertad religiosa
Por esto, algunos obispos y exponentes del mundo católico, junto a líderes de otras denominaciones cristianas, han decidido denunciar «la acrimonia y las mentiras» que corren el riesgo de hacer que sean vanos todos los esfuerzos para proteger la libertad religiosa en Indiana y en el resto de los Estados Unidos, desde el momento en que son decenas los proyectos de ley similares ya preparados para ser sometidos al voto de los parlamentos locales.
«América fue fundada sobre la idea de que la libertad religiosa es importante (…). Debemos tomarnos esto seriamente o nos convertiremos en un pueblo ajeno a los propios principios fundacionales», han escrito en el manifiesto publicado el pasado 3 de abril el arzobispo de Filadelfia Charles Chaput, el arzobispo de Baltimore William Lori, Robert George, profesor de ley en Princeton, Albert Mohler Jr., presidente del seminario teológico bautista del Sur y Russell Moore, presidente de la Comisión de ética y libertad religiosa de la Convención bautista del Sur.
Una concentración en defensa de la libertad religiosa en Indiana... los pequeños negocios pueden ser hundidos con denuncias y pleitos si se niegan a colaborar en actos de enaltecimiento de la ideología LGBT
Para los cristianos, los judíos y los musulmanes, se lee en el manifiesto, es «convicción común» que los hombres son creados varón y mujer y que nadie puede ser discriminado mediante la obligación de participar activamente en servicios que afirmen lo contrario.
Y cuando las convicciones «radicadas en la experiencia» de una persona son «consideradas “discriminaciones”» es imposible «alcanzar una armonía civil».
Según los autores del texto, que apelan a la Constitución Americana, «también quien no es religioso tiene una responsabilidad en el reconocimiento de que nuestra primera libertad, la libertad religiosa y la libertad de conciencia, está protegida por la ley».
Voces pro-gay piden tolerancia con los religiosos
En defensa de la libertad no sólo se han alzado voces “religiosas” (además de los cristianos, han protestado exponentes de la comunidad islámica), sino también las de personalidades inesperadas, como el profesor Douglas Laycock, célebre jurista y defensor del matrimonio homosexual.
El estudioso de la Universidad de Virginia, que en 1993 contribuyó a la redacción del Religious Freedom Restoration Act, la ley federal deseada por Bill Clinton en la que se inspiraba la primera versión de la ley de Indiana, ha explicado en una entrevista que «el derecho de creer en una religión, si no se tiene el derecho de practicarla, no tiene sentido».
Laycock recuerda que la ley no permite negarse a servir a una persona que lo solicite, sino sólo permite negarse a prestar el propio servicio por actos considerados contrarios al propio credo.
Si una persona que es organizador de bodas o fotógrafo «entiende el matrimonio como una relación intrinsecamente religiosa» y al mismo tiempo «considera que el matrimonio entre personas del mismo sexo es profundamente contrario a la concepción cristiana o judía del matrimonio», observa el profesor, entonces pedirle que preste servicio en una ceremonia nupcial homosexual es pedirle «que cometa un sacrilegio».
También Daniel O. Conckle, profesor en la escuela de derecho de la Universidad de Indiana y defensor de las denominadas bodas gay, confirma que «a pesar de toda la retórica» el proyecto de ley «tiene poco que ver con el matrimonio entre personas del mismo sexo», sino que atañe «totalmente a la libertad religiosa».
Piensan también así personas que no son sospechosas de hostilidad hacia el mundo LGBT. Según el periodista libertario John Stossel, el movimiento arco iris «se ha deslizado de la tolerancia al totalitarismo» y Tammy Bruce, lesbiana y ex líder en Los Angeles de la Organización Nacional de Mujeres [un potente lobby pro-aborto y feminista radical; nota de ReL], durante su show radiofónico ha defendido a los comerciantes que han sufrido represalias por el simple hecho de haberse expresado en público en favor de la ley.
Según Bruce, «en nombre de la tolerancia», se está legitimando una nueva forma de «acoso» que se aproxima al «fascismo». «Hemos abrazado los movimientos de los derechos civiles de este país para permitir a las personas que vivan la vida que prefieran» y ahora «lanzamos a los propietarios de estas pequeñas empresas a esta espiral totalitaria. Nos estamos transformando en el monstruo contra el que combatíamos».
En la foto, los dueños de Memories Pizza, un pequeño negocio familiar. Hablaron en una entrevista a favor de la libertad religiosa y su derecho a no servir en actividades LGBT. Por eso, el lobby gay les acosó con manifestaciones, amenazas, denuncias y escraches y tuvieron que cerrar el negocio
Entre los comerciantes víctimas de este acoso al contrario están los propietarios de la Memories Pizza de Walkerton, Indiana, que se han visto obligados a cerrar por las continuas amenazas que sufrieron a raíz de una entrevista en favor de la ley.
Tras el cierre se inició una recogida de fondos para “salvar” la pizzeria que ha superado los 800.000 dólares, veinte de los cuales son de Courtney Hoffman, una joven homosexual que ha pedido perdón «por los mezquinos ataques contra vosotros y vuestro negocio», erigiéndose en portavoz de todos los que como ella, aun siguiendo un cierto estilo de vida, «apoyan plenamente el derecho de defender vuestras convicciones y de gestionar vuestra empresa según vuestro credo».
(Traducción de Tempi.it por Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
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