Richard Waghorne, periodista irlandés
«Soy gay y me opongo a las bodas gays porque la razón del matrimonio no es el romanticismo»
«No me siento discriminado porque entiendo que hay buenas razones para ello», asegura: el interés de los niños debe primar sobre los adultos.
Es homosexual pero osó pronunciarse en contra del matrimonio entre homosexuales el pasado junio. Y lo hizo además en primera página del diario más vendido de Irlanda, el Irish Daily Mail, y también en su blog dentro del mismo periódico. Ya lo había hecho con anterioridad un año antes, pero esta vez añadió un dato más: «Yo mismo soy gay». El revuelo en la comunidad gay no se hizo esperar y las acusaciones de homofobia corrieron como la pólvora en el mundo digital. Es analista político, columnista, ha sido corresponsal en el extranjero para diferentes medios de comunicación y actualmente es investigador doctorando en filosofía política. He aquí lo que Richard Waghorne dijo.
Una respuesta refleja única: eres homófobo
«Me preocupa demasiado el cariz que están tomando los acontecimientos», justifica. «Explicar que, como gay, te opones al matrimonio gay suele recibir una respuesta de desconcierto al principio. Esto es comprensible, dado lo rápido que el debate sobre el matrimonio gay puede terminar con acusaciones de homofobia. El mensaje, explícito o implícito, es generalmente que estar en contra del matrimonio gay es estar, de alguna manera, en contra de los gays», advierte. «La respuesta refleja de muchos defensores del matrimonio gay es pintar toda disidencia como un prejuicio, como si la única razón para defender el matrimonio tradicional fuera una especie de intolerancia o desequilibrio psicológico». Y es exactamente lo que le ha pasado a él.
La razón del matrimonio no es el romanticismo
Sin embargo, añade, las razones para estar en contra del matrimonio entre homosexuales son clarísimas: «El amor y el romance son una parte importante del matrimonio. Pero no son la razón por la que el matrimonio tiene un estatus especial. Si el romance fuera la razón para apoyar el matrimonio, no habría ningún motivo para diferenciar las relaciones que deben ser incluidas en este estatus y las relaciones que no. Pero eso no es y nunca ha sido la naturaleza del matrimonio».
Una opinión discrepante expuesta con contundencia racional. |
¿Y cuál es, entonces? «El matrimonio es vital como un marco dentro del cual los niños pueden ser educados por un hombre y una mujer. Obviamente, no todos los matrimonios implican la educación de los hijos. Y hay también parejas del mismo sexo que crían niños. Pero la realidad es que los matrimonios tienden a la educación de los hijos y las parejas del mismo sexo no lo hacen», comienza a argumentar Waghorne.
«Soy consciente de esto cuando, teniendo en cuenta mi propio círculo de amigos, pocos de ellos se han casado recientemente o lo harán en el futuro cercano. Muchos, si no la mayor parte de ellos, criarán niños. Sin embargo, si yo o mis amigos homosexuales formamos uniones civiles, somos mucho menos proclives a criar hijos. Así que la pregunta que importa es: ¿por qué una relación gay debería ser tratada de la misma manera que un matrimonio, a pesar de esta diferencia fundamental?», expone abiertamente.
Un gesto simbólico con un precio demasiado alto
Una gran cantidad de investigaciones demuestran que el matrimonio de un hombre y una mujer proporciona a los niños los mejores resultados en la vida. Otras tantas demuestran que, si hay que votar, el común de los mortales prefiere el matrimonio tradicional. Esto no significa poner en duda a otras familias, pero sí poner de relieve la importancia del matrimonio como institución. Por ello, «la petición a favor del matrimonio gay está doblemente equivocada», garantiza el escritor. «No se trata de hacer posible el matrimonio para los homosexuales, sino una redefinición del matrimonio. La comprensión del matrimonio como una institución que existe y es apoyada por el bien de las familias ha cambiado hacia la comprensión del matrimonio simplemente como punto final del romance», lamenta.
«Esto equivale a un tipo de matrimonio que pone a los adultos por delante de los niños. Eso, en mi opinión, es egoísta, y el precio a pagar por el simple gesto simbólico es demasiado alto. Y es un gesto simbólico. ¿No es de sentido común, después de todo, tratar situaciones diferentes de manera diferente? Para decirlo de forma personal, no me siento en lo más mínimo discriminado por el hecho de no poderme casar con alguien de su mismo sexo. Entiendo y acepto que hay buenas razones para ello», admite.
La sombra de un pasado reciente
Aunque los gays y las relaciones homosexuales se han hecho cada vez más visibles en los últimos tiempos, Richard Waghorne reconoce que no le sorprendería que el matrimonio homosexual se debilitara en el futuro: «Gran parte del apoyo al matrimonio gay que existe hoy es instintivo, derivado del hecho de que la gente no quiere ser considerada como anti-gay. Pero ese impulso sólo existe porque seguimos viviendo a la sombra de un pasado reciente», asegura convencido.
Sin duda, concluye, «es el momento de tener una conversación serena sobre el matrimonio gay, una conversación en la que la gente no se sienta anti-gay por no apoyarlo de forma instintiva. Sólo entonces la esencia y la razón real para apoyar el matrimonio tradicional podrán pasar a un primer plano otra vez. El interés de los hijos debería ir siempre en primer lugar».