Sábado, 16 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Duro intercambio epistolar

Tres obispos lefebvristas se oponen a que Fellay suscriba un acuerdo «práctico» con el Vaticano

La filtración de las dos cartas que se han cruzado evidencia una importante discrepancia interna a pocas fechas de la respuesta de la Santa Sede.

Carmelo López-Arias / ReL

Bernard Fellay.
Bernard Fellay.
Una filtración ha permitido conocer las cartas que se cruzaron en la primera mitad de abril tres de los cuatro obispos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), Alfonso de Galarreta, Bernard Tissier de Mallerais y Richard Williamson, y el superior de la congregación, Bernard Fellay. (Vea aquí las cartas originales.)

Los tres obispos escribieron una carta conjunta el 7 de abril dirigida a monseñor Fellay y a sus dos asistentes, Niklaus Pfluger y Alain-Marc Nély, quienes, junto con el anterior superior general de la FSSPX, el sacerdote Franz Schmidberger, forman el núcleo de gobierno de la congregación, más partidario de aceptar la oferta de normalización canónica de la Santa Sede.

La fecha es, por tanto, anterior a la respuesta que Fellay envió al cardenal William Levada con sus observaciones al Preámbulo doctrinal que sería base del acuerdo. Por su parte, Fellay contestó a los tres obispos el 17 de abril, el mismo día que respondió a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Actualmente se está a la espera de una respuesta de dicho dicasterio, que será aprobada por el Papa, para una finalización del proceso, en un sentido u otro.

La carta de los tres obispos
En su carta a monseñor Fellay, los tres obispos, que no pertenecen al Consejo General de la FSSPX, consideran que "el acuerdo doctrinal es imposible con la Roma actual", como mostrarían las conversaciones doctrinales mantenidas entre 2009 y 2011 por sendas comisiones, y muestran "la unanimidad de su oposición formal" a un "acuerdo práctico". El Preámbulo doctrinal demostraría también, a su juicio, que "las autoridades oficiales de la Iglesia... están tan decididas como siempre a ser fieles a la doctrina y a la práctica conciliares".

"Las autoridades romanas", continúan, "pueden tolerar que la Fraternidad siga enseñando la doctrina católica, pero no admitirán en absoluto que condene la doctrina conciliar. Por tanto, un acuerdo puramente práctico silenciaría progresivamente toda crítica de la Fraternidad al Concilio y a la nueva misa".

En apoyo de su tesis, los tres obispos citan la actitud del arzobispo Marcel Lefebvre antes y después de las consagraciones episcopales de 1988, rechazando un acuerdo de esas características que le fue sugerido tras ser excomulgado.

"Estáis conduciendo a la Fraternidad a un punto del que no podrá dar marcha atrás, a una profunda división sin retorno, y si llegáis a un acuerdo de esas características, a poderosas influencias destructivas que [la FSSPX] no soportará", concluyen dirigiéndose a monseñor Fellay y a sus asistentes: "En resumen, os suplicamos que no comprometáis a la Fraternidad en un acuerdo puramente práctico".

La carta de Fellay
En su respuesta, monseñor Fellay (con quien co-suscriben sus dos asistentes) les reprocha "falta de visión sobrenatural y de realismo". Puesto que Benedicto XVI es el Papa legítimo y Nuestro Señor Jesucristo habla por su boca, "y si expresa una voluntad legítima respecto a nosotros, que es buena, que no es contraria a los mandamientos de Dios, ¿tenemos el derecho de desatender o rechazar esa mano tendida?", se pregunta: "El Papa nos ha hecho saber que la preocupación de arreglar nuestra situación para bien de la Iglesia estaba en el corazón de su Pontificado, y asimismo que sabía bien que para él y para nosotros era más fácil mantener la situación en su estado actual".

En ese sentido, un poco más adelante, Fellay señala que "para el bien común de la Fraternidad, preferiríamos con mucho la situación actual de un statu quo intermedio, pero es manifiesto que Roma ya no lo admite".

También afirma el superior de la FSSPX que a los destinatarios de su carta les falta "realismo" en cuanto a la intensidad y la amplitud de los errores doctrinales que denuncia la Fraternidad. "Los males son ya lo suficientemente dramáticos como para no exagerarlos", afirma, y hay muchos en la Iglesia que "intentan desembarazarse de los más graves": "Hay un cambio de actitud en la Iglesia, ayudado por los gestos y los actos de Benedicto XVI hacia la Tradición. Este nuevo movimiento, que tiene menos de diez años, se va reforzando. Alcanza a un buen número (aunque aún una minoría) de jóvenes sacerdotes, de seminaristas, e incluso ya de un pequeño número de jóvenes obispos que se distinguen claramente de sus predecesores, que nos muestran su simpatía y su apoyo, pero que todavía están bastante apagados por la línea dominante en la jerarquía de apoyo al Vaticano II".

Monseñor Fellay considera que las circunstancias del acuerdo que se frustró en 1988 no son las mismas de 2012, y que sería un "error histórico" considerarlo así. Ni tampoco las características de la propuesta canónica actual.

Pero, sobre todo, insiste en un punto concreto, que destaca incluso en versalitas: "No hemos buscado un acuerdo práctico. Eso es falso". Por tanto, "en cuanto a la cuestión crucial entre todas, la posibilidad de sobrevivir en las condiciones de reconocimiento de la Fraternidad por Roma, no llegamos a la misma conclusión que vosotros".

En el final de su carta, Fellay lamenta "no haber contado con vosotros y con vuestro consejo para sobrellevar este momento tan delicado de nuestra historia", evidenciando el distanciamiento producido en los últimos meses.

La respuesta de la Santa Sede
La ausencia de debate interno sobre el acuerdo ha sido una característica muy marcada del proceso. En la reunión de superiores generales del 7 y 8 de octubre en Albano Laziale (cerca de Roma), se manifestaron las posturas encontradas en torno a los mismos puntos que muestran estas cartas, pero entonces se apoyó unánimemente la gestión que monseñor Fellay pudiese realizar ante la Santa Sede.

Posteriormente, las conversaciones en torno al Preámbulo doctrinal que propone la Santa Sede como condición para una solución canónica han destapado unas discrepancias que no son tanto de fondo (los cuatro obispos coinciden en sus críticas al Concilio Vaticano II y sus reformas) como prudenciales, esto es, si la FSSPX no será conducida a una aceptación paulatina de esas reformas como ha sucedido recientemente con el Instituto del Buen Pastor.

En este sentido algunos responsables de congregaciones sometidas a la disciplina de la comisión Ecclesia Dei habrían sugerido a responsables de la FSSPX no suscribir un acuerdo con la Santa Sede en condiciones similares a las suyas, que se han revelado con el paso del tiempo muy endebles ante los obispos locales y ante la misma Curia romana.

A pesar del duro intercambio epistolar entre los tres obispos y la Casa General, todo queda pendiente de la próxima respuesta del cardenal Levada a las observaciones de la FSSPX al Preámbulo doctrinal, pues sin un acuerdo sobre esos puntos, y sobre el blindaje futuro de la Fraternidad, la posibilidad de un acuerdo quedaría comprometida incluso con Fellay.
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