Lucas, sacerdote en Ucrania: «En medio de la guerra vemos que Dios sigue amando sin límites»
Desde que comenzó la guerra de Ucrania, el sacerdote Lucas Perozzi ha sido testigo de cientos de escenas en las que el horror y el miedo de la población eran palpables. Sin embargo, entre el sufrimiento, también ve a Dios. Bajo un túnel de metro ve solidaridad y a pocos metros de las bombas y explosiones es testigo de muchos que acuden a el para confesarse o casarse, "buscando vivir estos días en gracia de Dios".
Entrevistado por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el sacerdote originario de Brasil explicó que su ordenación tuvo lugar en la misma Ucrania en 2004, diez años antes de que comenzase el conflicto del Donbás al este de Ucrania en 2014.
Desde entonces, la guerra y un país fragmentado, lejos de ser un motivo para regresara su país natal son para él una motivación que le ha llevado a acoger y refugiar a más de 30 personas en su parroquia. “Su vida es mi vida, su destino es mi destino”, expresa el sacerdote.
“La gente en este tiempo de guerra no podía permanecer en sus propias casas y pasaba las noches en búnkeres y en estaciones subterráneas, lugares que son fríos y sucios y el ambiente es muy oscuro. Estaban asustados, atemorizados. Los que vinieron, ahora pueden dormir toda la noche, en un ambiente tranquilo, a pesar de la guerra”, relata Perozzi.
Solidaridad y gracia entre las bombas
El sacerdote, ordenado tras conocer el Camino Neocatecumenal en Italia, asegura que al contemplar el dolor y el sufrimiento de la guerra, también aumenta la sed de Dios y la caridad.
“Algunas tiendas siguen abiertas, pero sus estanterías están cada vez más vacías. Aquí hay una solidaridad fraternal, la gente se ayuda mutuamente. Cuando alguien está deprimido, triste y con miedo, otro le anima”, menciona.
Destaca también que conforme aumenta la dificultad, los feligreses acuden a lo esencial del mensaje cristiano y los sacramentos: “Ayer tuvimos una boda ¡y hoy tenemos otra! La gente también viene a confesarse. Me impresiona, porque la gente viene y nos pide que los casemos, aunque saben que no podemos preparar nada elegante. No tienen ilusiones románticas, quieren vivir estos días en gracia de Dios, en familia”.
Por ello afirma que, incluso en medio de la guerra “podemos ver que Dios es amor, sigue amando a todos y cada uno de nosotros sin límites”.
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