Este cristiano perseguido anima a «estar dispuestos a darlo todo por la fe, incluso la propia vida»
Exmusulmán: «Me pegaban, mi madre me mató de hambre y mi padre me echó de casa: ahora soy sacerdote»
En Nigeria, cerca de 17 cristianos son asesinados cada día por su fe, víctimas de una "persecución brutalmente violenta" a manos de Boko Haram y la inacción de las autoridades. La violencia se recrudece especialmente en el norte del país, donde en no pocos estados se impone la sharia y millones de cristianos viven bajo un régimen del terror. Tras las cifras se esconde una realidad, y es que pese a la persecución, la Iglesia también encuentra el valor y la fe de nuevos cristianos que arriesgan su vida para entregarla a Cristo: Idris Moses Gwanube es solo uno de ellos.
Corría el año 2004 cuando Moses, a sus 14 años, vendía pan frente a una Iglesia de Jalingo (Nigeria) para sostener a su familia. Hijo de una familia musulmana, nunca pensó en acercarse a la fe católica cuando. Sin embargo, debido a su lugar de trabajo, comenzó a albergar una curiosidad que desembocó en un creciente deseo de formar parte de la Iglesia que veía cada día.
La distancia de su hogar a la iglesia jugaba a favor de Moses. "Estaba lejos de nuestra casa, así que cuando decidí convertirme en cristiano, era feliz porque mis padres no se enterarían. Mi familia no lo supo hasta que yo ya estaba profundamente [inmerso] en la fe y [antes de eso] ya recibía catequesis", cuenta a ACI África.
En Nigeria, el miedo ante la reacción social por la conversión a la fe es algo justificado, incluso por parte de la familia. Como explica la organización de ayuda a los cristianos perseguidos Puertas Abiertas, quienes se convierten del islam en Nigeria también enfrentan el rechazo de sus familias, son presionados para retractarse y con frecuencia, atacados violentamente.
Explica que para las mujeres que abandonan el islam por otras religiones no supone un paso tan complejo porque "parecen no tener religión propia y la religión de su esposo se convierte en la suya propia", como es el caso de sus hermanas, protestantes después de casarse.
"Mi madre me mató de hambre"
En su caso, al ser el único hijo varón, recuerda que el estigma que ostentó tras su conversión fue bastante "más severo".
"Cuando mi familia lo supo, cada vez que iba mis hermanos mayores me pegaban, perdí a todos mis amigos y en alguna ocasión mi madre me mató de hambre", relata.
Uno de los peores momentos del proceso llegó cuando uno de sus vecinos solicitó llevarle a una prisión juvenil por convertirse a la fe: "Llegado un momento, en esa noche inolvidable bajo la lluvia, mi padre me pidió que me fuera de casa".
Moses, ya bautizado y sin ningún lugar al que ir en una sociedad abiertamente hostil acudió a la casa de su padrino de bautismo, Anthony Ishaya, que también fue amenazado con una orden judicial.
"En ese momento intervino mi párroco, el padre Kieran Danfulani", comenta. Gracias a él, Moses pudo escapar de su ciudad natal e ingresar en el Seminario Menor del Sagrado Corazón, que concluyó en 2012.
"Poco antes de graduarme solicité ser sacerdote católico en la diócesis de Jalingo. Tras una primera capacitación exitosa en el Seminario Obispo Timothy Cotter (Adamawa), me trasladé al Seminario Mayor de St Augustine, donde estudié Filosofía y Teología", recuerda. Su arduo camino para cumplir su vocación parecía llegar a su fin cuando, el 18 de julio de 2021, fue ordenado diácono.
El seminarista nigeriano Idris Moses, acompañado por su familia tras ser ordenado sacerdote.
Crisis, malaria, rechazos... pero "Dios estaba ahí"
Su estancia en el seminario tampoco fue un camino fácil: "Enfrenté tantas crisis dentro como fuera. Hubo momentos en que llegué a preparar mis cosas para irme, pero Dios usó a mis compañeros, amigos y directores espirituales para echarme atrás y discernir".
Durante su formación sacerdotal, el seminarista también fue rechazado en varias iglesias locales y tuvo que lidiar con la malaria por alimentos en mal estado o las picaduras de mosquitos. "Pero como la mano de Dios estaba ahí, lo superé todo [para alcanzar] mi destino, el sacerdocio", explica.
Finalmente, el 25 de febrero de este año, Moses fue ordenado sacerdote y contó con la poco esperada asistencia de su familia: "Estaba feliz de que mis padres viniesen a mi ordenación, es una prueba de que todos mis sacrificios no fueron en vano".
El sacerdote afirma que desde entonces pone todos sus esfuerzos en su tarea y trata "de estar siempre listo para cualquier misión" que la Iglesia le encomiende: "Ahora soy un sacerdote católico y esto me proporciona más alegría que nunca, sobre todo ahora que es más vívido verme celebrar el Sacrificio Eucarístico, conferir los sacramentos y aconsejar a la gente".
"Dispuesto a todo" por su fe
A lo largo de su entrevista, el sacerdote también habló sobre la persecución que se da sobre los cristianos en Nigeria.
"Hay puestos de trabajo que no se ofrecen a los cristianos en algunos lugares. También caminos por los que la gente no puede pasar porque se han convertido en lugares de culto y tienen que esperar a que se terminen las oraciones", explica. Menciona que, entre otras formas de persecución, "muchos sacerdotes han sido secuestrados y asesinados y muchas iglesias han sido quemadas a consecuencia de su fe".
Consciente de que su historia puede ayudar a otros cristianos que como él, vivien la persecución, les anima a "estar convencidos de lo que desean, mantenerse firmes y estar dispuestos a todo [por su fe], incluso si eso significa la propia vida. Después de todo, Cristo lo dio todo por nosotros y nos insta a dejarlo todo y seguirlo".
"Si a los 14 años me mantuve firme y nunca dejé que la persecución, las palizas o las amenazas me impidieran ser cristiano, creo que cualquiera puede hacerlo", concluye.