De la meditación al judaísmo mesiánico... y a la Iglesia Católica
De familia católica, no hablaban de Dios: buscó en la meditación oriental... y meditando vio a Jesús
Katie Wing ha contado en CHNetwork la historia de su complejo viaje espiritual: de niño no conectó de verdad con la fe católica de su familia, pasó años implicada en la espiritualidad oriental y en la meditación, fue cristiana no denominacional y judía mesiánica durante años y finalmente sintió que Dios la llamaba a la Iglesia Católica, por su divina misericordia, la intercesión -cree hoy- de Santa Faustina Kowalska y las oraciones de su padre. Actualmente trabaja en un centro de ayuda a embarazadas con problemas en Arizona (www.1stway.net).
Infancia católica: sacramentos sin relación
"Crecí en Nueva York, en una familia católica. Íbamos a misa cada domingo e íbamos a confesión cada dos semanas. Aún la misa se hacía en latín y mirando hacia Oriente", recuerda Katie.
"Mi padre había nacido en Alemania en una familia judía. Mi madre era de origen luterano. Unos grupos cristianos trajeron a mi padre a Estados Unidos. Tanto mi padre como mi madre eran conversos al catolicismo", detalla.
El problema, cree hoy, es que aunque la familia rezaba, acudía a los sacramentos y tenía fe, no hablaban de la fe en casa. "La fe era algo que 'se hacía', no algo que se hablaba. Y si no se habla, no se contagia. También mis vecinos eran católicos: íbamos juntos a misa, éramos amigos, pero no hablábamos de la fe".
Así que, pese a estar catequizada y sacramentalizada, esa fe no llegó nunca al corazón de Katie. Y ese corazón ansiaba contactar con lo espiritual.
Una buscadora espiritual
Fue en la universidad, en Boston, estudiando temas de salud mental y asesoría y consejo, cuando tomó conciencia de que su alma buscaba "algo"; se hizo una "buscadora espiritual". Pero no buscó en la Iglesia: daba por supuesto que ahí solo había unos ritos que cumplir.
"Empecé a buscar en la espiritual oriental y la meditacion. Yo buscaba una relación con Dios, porque no la tenía... me preguntaba vagamente quién es Dios, si Dios vive en mí... Lo que vivía en esa búsqueda tenía sentido para mí".
El problema con la espiritualidad oriental, explica hoy, es que "es cierto que estás buscando a Dios... pero cada vez te enfocas más en ti mismo. En ese momento no lo parece, parece que buscas. Pero es muy engañoso porque al final te descubres solo a ti, y eso significa que acabas 'descubriendo' que tú eres dios".
Katie recuerda que en esa época su padre, que era de espiritualidad agustiana, rezaba mucho por ella. "Pero mis padres no me llegaban a hacer preguntas, ni yo a ellos. Si me hubieran hecho preguntas, si me hubieran recomendado, quizá, místicos católicos, o explorado inquietudes..." Hoy anima a los padres a hablar con los hijos de esto, a hacerles preguntas que inicien un hablar sincero sobre la fe.
A meditar con un gurú en un ashram
Después de graduarse dejó Boston y fue a California. Se preguntaba: "¿quién soy yo?" Sabía que había unas obligaciones morales, pero sin conexión con lo que ella era, con su persona en sí. "Hoy veo que yo era muy orgullosa en esa época, pero entonces no lo veía", añade.
"Fui con un gurú que vino de la India, a un ashram [centro de espiritualidad oriental] a meditar, a hacer yoga, todo eso, cada vez más lejos de mis raíces católicas". En ese ashram conoció a quien sería su esposo, un ex-episcopaliano también en plena búsqueda espiritual.
Se casaron, se mudaron al este y tuvieron hijos. Meditaban juntos en casa.
En cierta ocasión volvieron al ashram del gurú y le presentaron los niños. En ese viaje hubo momentos para meditar.
Jesús entra en escena: Él es personal
Y entonces Jesús entró en escena. En plena meditación.
"Cuando yo llevaba 8 años en el mundo de la meditacion, estando en una sesión de meditación, tuve una visión interior de Jesús. Y se lo conté a mi marido: 'Vi a Jesús, estaba meditando y Jesús vino a mí', le dije".
Y él le respondió: "es interesante, porque no me parece bien estar aquí", dijo, refiriéndose al ashram.
Ambos veían cosas que no encajaban, no les satisfacían en el mundo de la meditación oriental.
"Empecé a leer sobre Jesús. Él fue quien irrumpió en esa oscuridad. Empecé a leer autores cristianos no denominacionales. Vi que lo que yo deseaba era una relación personal, y de eso hablaban estos autores: de una relación personal con Jesús. El catolicismo aún no estaba ni en mi radar".
"Decidí empezar a rezar a Jesús. Era todo muy emocionante y emocional. Empecé a cuestionar muchas cosas: creo que era el Espíritu Santo que nos iba moviendo".
De cristianos a judíos mesiánicos
Katie y su marido empezaron a acudir a encuentros de grupos cristianos sin denominación. "En un encuentro dije a unos cristianos que mi padre era judío. Me dijeron: "¿por qué no visitas a unos judíos mesiánicos?".
Los judíos mesiánicos son judíos (o descendientes de judíos) que reconocen a Yeshúa como HaMeshía (Jesús como el Mesías), que reconocen que en Él se cumplen las profecías bíblicas. En la práctica, la mayoría funcionan como grupos cristianos protestantes enamorados de la Biblia y de las promesas de Dios para Israel. Creen en la Trinidad, la divinidad del Mesías, etc...
"Los visitamos en Nueva York y nos pareció: "esto es mejor aún". Y eso me conectaba más con mi familia. Íbamos buscando más y más".
Durante 8 años estuvieron en el movimiento mesiánico. Reconocían a Yeshúa como el Cordero de Dios, el cordero del séder (la cena) de Pascua.
Pero empezaron a ver cosas concretas que no les convencían en el grupo mesiánico: ¿cómo se manejaba el dinero, cómo se tomaban las decisiones? ¿Ante quién rendir cuentas?
Un encuentro de judíos mesiánicos: creen en Jesús como Señor y Mesías, en la Trinidad, y practican algunos rituales y signos de la tradición hebraica
Un cura: "Lea 'La Cena del Cordero'"
Había un cura católico que le gustaba venir a esos encuentros con los pastores mesiánicos, con los que tenía buena relación.
"Yo en esa época tenía la sensación de que Jesús me decía: "estoy aquí, sí, pero no completamente". Y me hacía pensar. Y un día le susurré a ese sacerdote: "padre, creo que se me está llamando a volver a la Iglesia Católica". Y él me dijo: "le recomiendo que lea La Cena del Cordero, el libro de Scott Hahn". Y lo busqué y devoré el libro. Y mi marido me dijo que él sentía una necesidad de sacramentos. Así obra el Espíritu Santo: da a cada uno lo que necesita en su momento. Creo que el Señor en su misericordia quería que tuviera esas experiencias para que cuando volviera a la Iglesia supiera que era Su hogar".
Habló con la mujer del pastor mesiánico. Ella había sido católica y se había hecho judía porque su marido era judío. Tiempo después, ambos conyuges se hicieron judíos mesiánicos.
"Le dije: "Creo que Dios me llama de vuelta a la Iglesia Católica". Y la mujer del pastor me respondió: "Katie, de ninguna manera Dios te puede llamar a una iglesia muerta, eso es el demonio engañándote'".
Pero Katie en esta época ya prestaba atención al Papa Juan Pablo II y al programa de conversos al catolicismo de Marcus Grodi en TV e internet.
Katie telefoneó a David Moss, presidente de la Asociación de Hebreos Católicos (www.hebrewcatholic.net), que se había bautizado a los 38 años en 1979 y llevaba ya casi 20 años de católico.
- ¿Por qué es usted católico y no judío mesiánico? -le preguntó Katie.
- En realidad, hoy el movimiento "judío mesiánico" está bajo el paraguas de la Reforma, es otra denominación reformada - le respondió.
Quedaron en persona y hablaron largo y tendido. También conectó con otros hebreos católicos a través de Catholic Answers (www.catholic.com). "Cada vez que vas a la misa vas al seder de Pascua, al sabath, ¡porque el Mesías está ahí!", le dijeron.
Santa Faustina y la misericordia
Katie prestaba atención a las cosas que hacía Juan Pablo II. El 30 de abril del año 2000, Domingo de la Misericordia, el Papa polaco canonizó a Santa Faustina Kowalska. Su mensaje de misericordia resonaba en Katie ese día. "Sentí que Dios es tan misericordioso que yo podía volver a su casa y que me decía: "te quiero, tengo misericordia por ti, te quiero de vuelta".
Aún titubeó un tiempo, pero ese mismo año 2000 empezaron a ir al Santuario de la Divina Misericordia de Massachussets y a hablar con el cura del lugar.
Santuario Nacional de la Divina Misericordia en Massachussets, EEUU
Katie sentía que tenía que confesarse. Pero llevaba 30 años sin hacerlo. Se sentía petrificada. Y estaba el tema del aborto. No había sido nunca realmente pro-aborto, pero había abortado una vez. Y tenía miedo de confesarlo y de que le dijeran, simplemente, "lo siento, estás excomulgada". Y no quería hablar de todo lo que había hecho mal en su vida.
Pero era un año de Jubileo, y se animó finalmente a confesarse. El cura que le atendía, con acento de Europa el Este, quizá polaco, en vez de regañarla, le dijo, asombrado: "Esto es un milagro, ¡mire lo que Dios ha hecho!".
"Y estallé en lágrimas, era tan hermoso", recuerda Katie. Cuando pudo por fin comulgar sintió que "todo estaba en su sitio". Había vuelto a casa.
"Mis hijos volvieron a la Iglesia 5 años después", detalla. Tuvo algunas dificultades con el papel de la Virgen. Luego entendió que más allá de la teología tenía cierto miedo de que con lo que le había costado establecer una relación con Jesús, le iba a costar tenerla con la Virgen, le parecía emocionalmente complicado. Solo más adelante supo verla como su Madre.
Por otro lado, vio que le ayudaba mucho acudir a los textos e intercesión de los místicos católicos en el Cielo, de esos que recibían visiones y señales de Dios y también de la Virgen. Eran cercanos.
Por fin encontró la red de relaciones personales y espirituales que siempre había deseado. De vuelta a casa.
Infancia católica: sacramentos sin relación
"Crecí en Nueva York, en una familia católica. Íbamos a misa cada domingo e íbamos a confesión cada dos semanas. Aún la misa se hacía en latín y mirando hacia Oriente", recuerda Katie.
"Mi padre había nacido en Alemania en una familia judía. Mi madre era de origen luterano. Unos grupos cristianos trajeron a mi padre a Estados Unidos. Tanto mi padre como mi madre eran conversos al catolicismo", detalla.
El problema, cree hoy, es que aunque la familia rezaba, acudía a los sacramentos y tenía fe, no hablaban de la fe en casa. "La fe era algo que 'se hacía', no algo que se hablaba. Y si no se habla, no se contagia. También mis vecinos eran católicos: íbamos juntos a misa, éramos amigos, pero no hablábamos de la fe".
Así que, pese a estar catequizada y sacramentalizada, esa fe no llegó nunca al corazón de Katie. Y ese corazón ansiaba contactar con lo espiritual.
Una buscadora espiritual
Fue en la universidad, en Boston, estudiando temas de salud mental y asesoría y consejo, cuando tomó conciencia de que su alma buscaba "algo"; se hizo una "buscadora espiritual". Pero no buscó en la Iglesia: daba por supuesto que ahí solo había unos ritos que cumplir.
"Empecé a buscar en la espiritual oriental y la meditacion. Yo buscaba una relación con Dios, porque no la tenía... me preguntaba vagamente quién es Dios, si Dios vive en mí... Lo que vivía en esa búsqueda tenía sentido para mí".
El problema con la espiritualidad oriental, explica hoy, es que "es cierto que estás buscando a Dios... pero cada vez te enfocas más en ti mismo. En ese momento no lo parece, parece que buscas. Pero es muy engañoso porque al final te descubres solo a ti, y eso significa que acabas 'descubriendo' que tú eres dios".
Katie recuerda que en esa época su padre, que era de espiritualidad agustiana, rezaba mucho por ella. "Pero mis padres no me llegaban a hacer preguntas, ni yo a ellos. Si me hubieran hecho preguntas, si me hubieran recomendado, quizá, místicos católicos, o explorado inquietudes..." Hoy anima a los padres a hablar con los hijos de esto, a hacerles preguntas que inicien un hablar sincero sobre la fe.
A meditar con un gurú en un ashram
Después de graduarse dejó Boston y fue a California. Se preguntaba: "¿quién soy yo?" Sabía que había unas obligaciones morales, pero sin conexión con lo que ella era, con su persona en sí. "Hoy veo que yo era muy orgullosa en esa época, pero entonces no lo veía", añade.
"Fui con un gurú que vino de la India, a un ashram [centro de espiritualidad oriental] a meditar, a hacer yoga, todo eso, cada vez más lejos de mis raíces católicas". En ese ashram conoció a quien sería su esposo, un ex-episcopaliano también en plena búsqueda espiritual.
Se casaron, se mudaron al este y tuvieron hijos. Meditaban juntos en casa.
En cierta ocasión volvieron al ashram del gurú y le presentaron los niños. En ese viaje hubo momentos para meditar.
Jesús entra en escena: Él es personal
Y entonces Jesús entró en escena. En plena meditación.
"Cuando yo llevaba 8 años en el mundo de la meditacion, estando en una sesión de meditación, tuve una visión interior de Jesús. Y se lo conté a mi marido: 'Vi a Jesús, estaba meditando y Jesús vino a mí', le dije".
Y él le respondió: "es interesante, porque no me parece bien estar aquí", dijo, refiriéndose al ashram.
Ambos veían cosas que no encajaban, no les satisfacían en el mundo de la meditación oriental.
"Empecé a leer sobre Jesús. Él fue quien irrumpió en esa oscuridad. Empecé a leer autores cristianos no denominacionales. Vi que lo que yo deseaba era una relación personal, y de eso hablaban estos autores: de una relación personal con Jesús. El catolicismo aún no estaba ni en mi radar".
"Decidí empezar a rezar a Jesús. Era todo muy emocionante y emocional. Empecé a cuestionar muchas cosas: creo que era el Espíritu Santo que nos iba moviendo".
De cristianos a judíos mesiánicos
Katie y su marido empezaron a acudir a encuentros de grupos cristianos sin denominación. "En un encuentro dije a unos cristianos que mi padre era judío. Me dijeron: "¿por qué no visitas a unos judíos mesiánicos?".
Los judíos mesiánicos son judíos (o descendientes de judíos) que reconocen a Yeshúa como HaMeshía (Jesús como el Mesías), que reconocen que en Él se cumplen las profecías bíblicas. En la práctica, la mayoría funcionan como grupos cristianos protestantes enamorados de la Biblia y de las promesas de Dios para Israel. Creen en la Trinidad, la divinidad del Mesías, etc...
"Los visitamos en Nueva York y nos pareció: "esto es mejor aún". Y eso me conectaba más con mi familia. Íbamos buscando más y más".
Durante 8 años estuvieron en el movimiento mesiánico. Reconocían a Yeshúa como el Cordero de Dios, el cordero del séder (la cena) de Pascua.
Pero empezaron a ver cosas concretas que no les convencían en el grupo mesiánico: ¿cómo se manejaba el dinero, cómo se tomaban las decisiones? ¿Ante quién rendir cuentas?
Un encuentro de judíos mesiánicos: creen en Jesús como Señor y Mesías, en la Trinidad, y practican algunos rituales y signos de la tradición hebraica
Un cura: "Lea 'La Cena del Cordero'"
Había un cura católico que le gustaba venir a esos encuentros con los pastores mesiánicos, con los que tenía buena relación.
"Yo en esa época tenía la sensación de que Jesús me decía: "estoy aquí, sí, pero no completamente". Y me hacía pensar. Y un día le susurré a ese sacerdote: "padre, creo que se me está llamando a volver a la Iglesia Católica". Y él me dijo: "le recomiendo que lea La Cena del Cordero, el libro de Scott Hahn". Y lo busqué y devoré el libro. Y mi marido me dijo que él sentía una necesidad de sacramentos. Así obra el Espíritu Santo: da a cada uno lo que necesita en su momento. Creo que el Señor en su misericordia quería que tuviera esas experiencias para que cuando volviera a la Iglesia supiera que era Su hogar".
Habló con la mujer del pastor mesiánico. Ella había sido católica y se había hecho judía porque su marido era judío. Tiempo después, ambos conyuges se hicieron judíos mesiánicos.
"Le dije: "Creo que Dios me llama de vuelta a la Iglesia Católica". Y la mujer del pastor me respondió: "Katie, de ninguna manera Dios te puede llamar a una iglesia muerta, eso es el demonio engañándote'".
Pero Katie en esta época ya prestaba atención al Papa Juan Pablo II y al programa de conversos al catolicismo de Marcus Grodi en TV e internet.
Katie telefoneó a David Moss, presidente de la Asociación de Hebreos Católicos (www.hebrewcatholic.net), que se había bautizado a los 38 años en 1979 y llevaba ya casi 20 años de católico.
- ¿Por qué es usted católico y no judío mesiánico? -le preguntó Katie.
- En realidad, hoy el movimiento "judío mesiánico" está bajo el paraguas de la Reforma, es otra denominación reformada - le respondió.
Quedaron en persona y hablaron largo y tendido. También conectó con otros hebreos católicos a través de Catholic Answers (www.catholic.com). "Cada vez que vas a la misa vas al seder de Pascua, al sabath, ¡porque el Mesías está ahí!", le dijeron.
Santa Faustina y la misericordia
Katie prestaba atención a las cosas que hacía Juan Pablo II. El 30 de abril del año 2000, Domingo de la Misericordia, el Papa polaco canonizó a Santa Faustina Kowalska. Su mensaje de misericordia resonaba en Katie ese día. "Sentí que Dios es tan misericordioso que yo podía volver a su casa y que me decía: "te quiero, tengo misericordia por ti, te quiero de vuelta".
Aún titubeó un tiempo, pero ese mismo año 2000 empezaron a ir al Santuario de la Divina Misericordia de Massachussets y a hablar con el cura del lugar.
Santuario Nacional de la Divina Misericordia en Massachussets, EEUU
Katie sentía que tenía que confesarse. Pero llevaba 30 años sin hacerlo. Se sentía petrificada. Y estaba el tema del aborto. No había sido nunca realmente pro-aborto, pero había abortado una vez. Y tenía miedo de confesarlo y de que le dijeran, simplemente, "lo siento, estás excomulgada". Y no quería hablar de todo lo que había hecho mal en su vida.
Pero era un año de Jubileo, y se animó finalmente a confesarse. El cura que le atendía, con acento de Europa el Este, quizá polaco, en vez de regañarla, le dijo, asombrado: "Esto es un milagro, ¡mire lo que Dios ha hecho!".
"Y estallé en lágrimas, era tan hermoso", recuerda Katie. Cuando pudo por fin comulgar sintió que "todo estaba en su sitio". Había vuelto a casa.
"Mis hijos volvieron a la Iglesia 5 años después", detalla. Tuvo algunas dificultades con el papel de la Virgen. Luego entendió que más allá de la teología tenía cierto miedo de que con lo que le había costado establecer una relación con Jesús, le iba a costar tenerla con la Virgen, le parecía emocionalmente complicado. Solo más adelante supo verla como su Madre.
Por otro lado, vio que le ayudaba mucho acudir a los textos e intercesión de los místicos católicos en el Cielo, de esos que recibían visiones y señales de Dios y también de la Virgen. Eran cercanos.
Por fin encontró la red de relaciones personales y espirituales que siempre había deseado. De vuelta a casa.
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