Los nuevos ateos son poco autocríticos, ideológicos y no saben historia, dice
John Gray, filósofo ateo y proaborto, critica al nuevo ateísmo: «Los creyentes son más abiertos»
“Los ateos modernos no saben nada de la historia ni de la religión”. Así de contundente se muestra el famoso filósofo inglés John Gray que se define como ateo, antifascista, prochoice (es decir, proaborto) y pro-derechos LGTB. Critica muy duramente el ateísmo contemporáneo en su nuevo libro Seven Types of Atheism (Siete tipos de Ateísmo).
Gray quiere demostrar la poca consistencia de estos nuevos movimientos y el “poco fondo” que tienen en la sociedad moderna. “El ateísmo actual hace que el no creyente parezca intolerante, poco inspirador y plano”, cuenta Gray a IrishTimes. Al final del primer capítulo de su libro lo deja claro: “El ateísmo se ha convertido en un fenómeno de masas que se consume como un entretenimiento más”.
Argumentos pasados y dicotomías absurdas
Gray sostiene que no hay nuevos argumentos en el ateísmo actual. “En el nuevo ateísmo no hay nada de nuevo”, explica. “Lo que establece son refritos de antiguas corrientes filosóficas del XIX que eran mucho más interesantes en aquella época”.
El libro Siete Tipos de Ateísmo, de John Gray
El filósofo evidencia también una dicotomía que él mismo califica como absurda: “La gente es presentada de una forma binaria (creyente o no creyente), como si sólo existiese una religión. Esto es no saber historia”.
Gray profundiza aún más en esta ignorancia histórica: “Ateos como Richard Dawkins, Daniel Dennett y Sam Harris no tienen ni idea de religión o historia".
En su opinión, “utilizan un ateísmo de corto alcance. Piensan que todos los cristianos modernos son protestantes fundamentalistas americanos”.
El progreso y la ciencia utilizados para justificar masacres
En una entrevista para VICE, Gray apuntó que muchos de los ateos actuales se toman la ciencia como una especie de evangelio.
En el tercer capítulo de su libro desmonta este argumento. “La ciencia no puede ser utilizada para defender valores”, explica.
Agrega además que “en el siglo XIX se utilizaba la ciencia para justificar el racismo, el imperialismo o incluso el genocidio ya entrado el siglo XX”. Si los "nuevos ateos" hubieran vivido en esa época, también ellos, de forma nada crítica, habrían sido casi con seguridad ateos cientifistas racistas, sugiere.
Este cientifismo acrítico, unido a la adoración del concepto de progreso es, según Grey, una fuente de autoritarismo.
Un ejemplo, según él, son el marxismo y el nazismo, que, escudados en la idea del progreso y la ciencia, provocaron las mayores masacres del siglo pasado.
La falacia de "la humanidad"
Gray demuestra también como la creencia en Dios ha sido sustituida por la creencia en “la humanidad”, una especie de ente colectivo que tiende al progreso. “Filósofos como Comte o John Stuart Mill comenzaron con esta idea disparatada”, comenta. “La idea de ‘humanidad’, sin embargo, no tiene ningún ejemplo empírico. No hay una ‘humanidad’, hay seres humanos individuales, con sus intereses, sus distintos modos de vida y sus distintas metas”.
Hay quien propone la "a" en un círculo como símbolo de la postura atea
Como ejemplo de la poca capacidad de análisis real de los "nuevos ateos" famosos pone el caso de Daniel Dennet, quien, asegura, escribió hace 15 años que el fundamentalismo religioso desaparecería gracias al teléfono móvil.
"Ahora el autoproclamado Estado Islámico utiliza esta tecnología para promover sus actos terroristas”, recuerda Gray. Señala que ya entonces los usaban los talibanes con gran éxito en sus guerras. Hoy se usa para adoctrinar y adriestrar, hacer circular vídeos terroríficosque antes eran inencontrables, entrenar reclutas novatos y fanatizarlos, etc...
Un progreso que no lleva a nada
“Ese, el del progreso tecnológico, es un argumento clásico utilizado por la gente que no tiene ni idea de política, ni de religión, ni de historia ni de terrorismo", explica Gray. "La fe que ponen los nuevos ateos en esta clase de argumento se parece a la que ponen los fundamentalistas religiosos en sus creencias”.
Según Gray, el nuevo ateísmo establece siempre esta dicotomía entre creyente o no creyente, como algo binario. “Por eso no creo que debatir sea la forma adecuada de tratar el tema, porque siempre se convierte en algo binario, en dos posiciones totalmente opuestas y enfrentadas. Obviamente, no es así”, explica.
El mismo Gray dice haber tenido más fácil hablar con creyentes que con no creyentes sobre sus ideas. “Los creyentes suelen tener una mente más abierta”, opina.
Mucha gente acusa a Gray de misántropo y nihilista, por ser ateo y no contemplar el humanismo y el progreso como un supuesto bien universal al que se llegará tarde o temprano. “Un nihilista es aquel que se enfrenta a las devociones de su época, y un misántropo es aquel que no halaga a sus lectores”, responde él.
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