Martes, 03 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Yuki Kohmo decidió abrazar la fe donde, siglos antes, miles de cristianos fueron martirizados

Un viaje de 1.500 kilómetros en busca de la fe: «En la oscuridad total», fue atraído por una Biblia

Yuki Kohmo, con sacerdotes y su familia.
Yuki Kohmo, el cuarto desde la izquierda, celebrando su bautismo el pasado 25 de diciembre (Foto cedida a UCA News).

J.M.C.

Casi 1.500 kilómetros fue la distancia que tuvo que recorrer el japonés Yuki Kohmo en su viaje hacia la fe, que le llevó desde Filipinas a la práctica totalidad del país nipón. Pero según relata UCA News, fue un viaje que este joven de 25 años comenzó sin conocer la Iglesia ni tener aspiraciones de hacerlo. 

La primera vez que tuvo una noción de la existencia del cristianismo fue en Filipinas, durante un año estudiando en Manila, como parte de la formación universitaria que recibía en Tokio. La curiosidad por la fe comenzó por una amiga de la universidad y por la paz que sintió al conocer que era católica. Pero Kohmo se mantenía firme respecto a la fe: aunque estaba rodeado de iglesias, no pensaba visitar ninguna.

Aunque el futuro parecía estable y tranquilo para el joven, pronto se truncó de la noche a la mañana cuando su abuelo falleció y rompió la relación con su novia, con la que pensaba casarse.

La luz de la Palabra "en total oscuridad"

Tras graduarse en Osaka, Kohmo volvió con sus padres en Niigata. Sintiéndose vacío y solo y "en total oscuridad" abrió sus redes sociales y se "reencontró" virtualmente con una antigua amiga de Manila, posiblemente su único contacto con la fe.

A raíz de aquellas conversaciones por redes, Kohmo encontró consuelo en lo que le contaba su amiga sobre la fe, aprendió sobre ella y, en última instancia, se decidió por comenzar a leer la Biblia, atraído por la palabra de Dios.

El cambio de actitud respecto a la fe fue radical. Aquel día se dirigió a la catedral de Niigata, con su Biblia, y acabó por convertirse en una costumbre por la que "perdía la noción del tiempo" mientras leía solo en el templo o caminando por la playa.

Tras medio año, el joven continuó su travesía. En esta ocasión, se mudó a Sendai para cuidar de su abuela demenciada. Era la oportunidad perfecta para continuar la lectura y empezar a ir a misa en la Iglesia Catedral de Mototerakoji.

La fuerza y ejemplo de los mártires de Japón

Volvía a salir la luz para Kohmo. La tristeza se mitigaba y sus esfuerzos por encontrar un trabajo acabaron dando resultado.

Así, en primavera de 2022 se mudó a la ciudad de Hanno, cerca de su lugar de trabajo en Tokio y algo más alejado de la casa de su abuela en Sendai, donde seguía yendo un fin de semana cada mes.

En un principio, las amistades que estableció entre los jóvenes de la iglesia de Mototerakoji le desanimaron, pues no eran muy diferentes de las que podía encontrar "en cualquier lado". 

Pero a más profundizaba, más veía el elemento diferencial de algunos de los integrantes de la comunidad. Especialmente de Michio Chiba, de la agrupación de jóvenes adultos, y de los sacerdotes misioneros de Guadalupe Tadeo Rafael Mejía e Ignacio Martínez.

"Es precioso tener una iglesia con personas tan variadas", pensó. No tardó en desear el bautismo e involucrarse más en la parroquia.

Mártires de Japón.

Los 26 mártires de Japón, ejecutados en 1597 por Toyotomi Hideyoshi, fueron uno de los casos más representativos de la persecución en Japón, que comenzó en este año y no cesó prácticamente hasta el siglo XIX. 

Ejemplo de ello fue el voluntariado al que se inscribió para limpiar el bosque montañoso de Sankeizuka, en Miyagi, donde vivió unas "jornadas memorables" conociendo el camposanto de los mártires japoneses del periodo Edo (desde 1707 hasta el último tercio del siglo XIX). Le llamó especialmente un montículo edificado para resguardar los cuerpos de las inclemencias del clima y animales, coronado por  una gran cruz en su parte superior.

En la fe y la Iglesia, pidiendo por la conversión

"Era una tumba desolada, pero me impresionó la forma en que los voluntarios trabajaron duro para aferrarse a ella y me di cuenta de que una fe verdaderamente fuerte permanecerá para siempre", recuerda.

Había tomado una decisión: se uniría a la Iglesia. Sin embargo, el sacerdote le informó de la importancia de vivir la fe en comunidad y estar firmemente asentado en una en los comienzos de la fe. Algo que su dispersión de viajes no le había permitido. Incansable, Kohmo persiguió su bautismo hasta que le admitieron entre los catecúmenos. Sus nuevos amigos celebraron la noticia, pero especialmente Mika. "Estaba emocionada", admite el joven, que sabía que había rezado por su conversión desde que se conocieron. "Era feliz, porque sus oraciones habían sido escuchadas".

El día quedó fijado para el 25 de diciembre de 2022, momento en el que se celebró su bautismo con la presencia de su madre.

"Hay dos cosas por las que estoy rezando ahora. Una es que algún día mi madre y mis hermanos también sean bautizados. La otra es que tener compañeros con los que poder compartir la Palabra con frecuencia", concluye.

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