Isaac García empezó a devorar la Palabra de Dios y ahora su música tiene un mensaje evangélico
Era músico y sufrió una gran crisis existencial que le llevó al hospital, en la cama halló la fe
Isaac García Cebrián ahora compone e interpreta música con un mensaje evangélico pero no siempre ha sido así. Hasta llegar a este punto pasó por una fuerte conversión en la que alejado de Dios había puesto toda su vida en la música y tras experimentar el vacío acabó en el hospital con unos síntomas inexplicables. Fue en esa cama donde tuvo un encuentro que le cambió para siempre.
Este valenciano ha relatado su testimonio en el programa Cambio de Agujas de EUK-Mamie, que comienza en la infancia de este joven en la que sólo la madre alimentaba la fe de la familia. Y cuando llegó la adolescencia esto no era suficiente para él.
Comenzó a buscar caminos a través de los cuales realizar ese deseo de felicidad e Isaac sentía una fuerte llamada a dedicarse a la música por lo que se volcó apasionadamente en la música. “(La fe) era una cosa que era ajena a mí, porque no estaba dentro de los círculos en los que yo me movía. Yo sentía una llamada muy fuerte para dedicarme a la música, y a moverme en círculos de música. Y Dios no está presente en esos círculos, o la gente de esos círculos no quiere que Dios esté presente en esos círculos”.
La música acabó siendo para él algo más que una afición: “Yo me obsesioné en ser el mejor músico que pudiera, en parecerme a los grupos que a mí me gustaban, en seguir todas las cosas que se supone que tienes que hacer para encajar en esos círculos. Y dediqué toda mi pasión y toda la fuerza de mi juventud en esa dirección”.
La música no llenaba su vacío
La música no llenaba la sed de verdad de su ardiente corazón. Isaac se sentía vacío, tremendamente vacío: “Avancé por un camino en el que invertí muchas fuerzas pero, poco a poco, fui dándome cuenta de que no había una verdad en ese camino. Yo era músico, y yo lo hacía para encontrar una verdad, una melodía que te liberara. Pero, a la vez, encontraba también que tenía que poner letras a las melodías, y me di cuenta de que yo no tenía nada que decir.
“Me acuerdo de que yo salía a cantar, yo era muy joven pero había gente todavía más joven que venía a vernos. Y yo les veía que estaban dispuestos a creer cualquier cosa que nosotros les dijéramos, o a hacer lo que nosotros hacíamos. Y en mí se fue formando un peso en la conciencia muy grande. Yo decía: “Yo no sé que estoy diciendo, a esta gente no tengo nada que ofrecerles”. Y eso fue el principio de la avalancha”.
La sensación de vacío fue creciendo de día en día. Isaac se dio cuenta de que nada sólido se podía construir sobre sus sueños de triunfar en el mundo de la música: “Al principio todo era muy excitante: tocar por ahí, aprender, todo el mundo te mira, tú eres el centro de atención… Y cuando quise despuntar más, me di cuenta de que todo eso era un armazón vacío, que no tenía nada dentro. Y era un vacío que me hacía colapsar. Toda la estructura se venía abajo, y eso afectaba al tema de relaciones, de trabajo…
Tras dedicar su vida a la música sentía un vacío interior que le hizo acabar en el hospital
Unas extrañas fiebres que le llevaron al hospital
Tratando de huir del vacío, Isaac dejó el grupo de música al que pertenecía y se entregó a una relación con una persona. Pero, en su interior no había paz, y esa relación terminó viviéndose también abajo aumentando el sufrimiento interior. La relación con sus padres se había hecho muy difícil. Todo aquello en lo que había puesto su ilusión, se desmoronaba.
Este vacío y este sufrimiento empezó a repercutir en su salud: “empecé a sufrir unos episodios de fiebre muy alta que nadie sabía por qué me daban, y acabe ingresado en el hospital. Me hicieron pruebas de muchas cosas, y no había manera de sacar lo que tenía. Yo me sentía destrozado, vacío y encima estaba enfermo. No me quedaba en mi vida nada, era todo un descampado y no tenía nada donde agarrarme”.
Y de repente apareció Dios
Isaac sentía que había tocado fondo. Estaba atravesando una auténtica crisis existencial que le provocaba terribles episodios de angustia. En medio del desamparo y del miedo, tumbado en la cama del hospital, comenzó a rezar. Y de pronto, como en nuevo Génesis, se hizo la luz: “Y, de repente, yo dije: ‘Bueno, lo único que me queda es rezar… Entonces recé, casi por instinto, sin pensar mucho por qué lo estaba haciendo, pero recé. Como si mi alma supiera lo que tenía que hacer sin que yo lo entendiera. Y, al rato, en ese instante de estar observando aquello, de repente tuve una sensación de paz física, o sea fue como si me tiraran un cubo de agua por la cabeza desde arriba”.
La experiencia fue tan profunda que, los primeros días, Isaac no era capaz ni de hablar con los que tenía a su alrededor. Dentro de su corazón, el Señor iba hablando y explicando: “Fue como si Dios me explicara todo lo que yo había hecho mal, y cómo funciona la verdadera vida, la realidad, o sea todo lo que es el amor, todo lo que no está en el amor es paj”.
La sanación interior le llevó a pedir perdón
Isaac experimentaba que el perdón era un paso imprescindible en su proceso de sanación interior y empezó a escribir cartas a todos los que había hecho daño en el pasado.
Tras salir del hospital, cuenta, “empecé a sentir un hambre de Dios voraz. Cogí una Biblia, y empecé a leer, a leer, a leer. Y, en cada palabra, el fuego que yo había sentido en ese instante de conversión, yo leía cada letra minúscula que había en el Evangelio, o en cualquier parte de la Biblia, y yo notaba aquel fuego”.
Tras encontrarse con Dios, Isaac tuvo claro que lo que debía hacer era entregarse a los demás
Aprender y darse a los demás
El cambio fue tan grande que todo el mundo a su alrededor se dio cuenta. A partir de aquí, el Señor empujó a Isaac en una doble dirección: “El Señor me puso un sentimiento que iba en dos direcciones: una era devorar la Palabra, aprender, formarme, conocerle. Pero, al mismo tiempo ir y darme a los demás. Las dos cosas a la vez. Y así llegó a Caritas.
Una música muy diferente
Isaac tenía muy claro que, tras su conversión, todo tenía que ser para el Señor. También su música: “Empecé a cambiar todas las letras. Lo que yo había encontrado vacío, ahora estaba lleno. Y tenía que expresarlo de alguna manera. Lo que empezó a pasarme fue que yo encontraba un modo de orar que era cogiendo el Evangelio. Y cualquier pasaje que a mí me llamara la atención ese momento, coger la guitarra y hacer una canción con esa letra, porque pensaba: Si lo que está alimentando mi alma es el Evangelio, entonces ¿qué tengo que decir yo, como converso, mejor que el Evangelio? Pues el Evangelio tal cual”.
Y ha seguido componiendo después, siempre con intención de evangelizar a través de la música: “Hice un canal en Youtube que se llama País en ese canal, lo que yo quiero hacer algún día, si Dios quiere, es que esté todo el Evangelio pasado a canciones. Cada pasaje del Evangelio, una canción. Y que la letra sea el texto del Evangelio, lo más fiel posible para que no haya vueltas de tuerca innecesarias, ni historias. Y entonces en eso estoy actualmente”.
Este valenciano ha relatado su testimonio en el programa Cambio de Agujas de EUK-Mamie, que comienza en la infancia de este joven en la que sólo la madre alimentaba la fe de la familia. Y cuando llegó la adolescencia esto no era suficiente para él.
Comenzó a buscar caminos a través de los cuales realizar ese deseo de felicidad e Isaac sentía una fuerte llamada a dedicarse a la música por lo que se volcó apasionadamente en la música. “(La fe) era una cosa que era ajena a mí, porque no estaba dentro de los círculos en los que yo me movía. Yo sentía una llamada muy fuerte para dedicarme a la música, y a moverme en círculos de música. Y Dios no está presente en esos círculos, o la gente de esos círculos no quiere que Dios esté presente en esos círculos”.
La música acabó siendo para él algo más que una afición: “Yo me obsesioné en ser el mejor músico que pudiera, en parecerme a los grupos que a mí me gustaban, en seguir todas las cosas que se supone que tienes que hacer para encajar en esos círculos. Y dediqué toda mi pasión y toda la fuerza de mi juventud en esa dirección”.
La música no llenaba su vacío
La música no llenaba la sed de verdad de su ardiente corazón. Isaac se sentía vacío, tremendamente vacío: “Avancé por un camino en el que invertí muchas fuerzas pero, poco a poco, fui dándome cuenta de que no había una verdad en ese camino. Yo era músico, y yo lo hacía para encontrar una verdad, una melodía que te liberara. Pero, a la vez, encontraba también que tenía que poner letras a las melodías, y me di cuenta de que yo no tenía nada que decir.
“Me acuerdo de que yo salía a cantar, yo era muy joven pero había gente todavía más joven que venía a vernos. Y yo les veía que estaban dispuestos a creer cualquier cosa que nosotros les dijéramos, o a hacer lo que nosotros hacíamos. Y en mí se fue formando un peso en la conciencia muy grande. Yo decía: “Yo no sé que estoy diciendo, a esta gente no tengo nada que ofrecerles”. Y eso fue el principio de la avalancha”.
La sensación de vacío fue creciendo de día en día. Isaac se dio cuenta de que nada sólido se podía construir sobre sus sueños de triunfar en el mundo de la música: “Al principio todo era muy excitante: tocar por ahí, aprender, todo el mundo te mira, tú eres el centro de atención… Y cuando quise despuntar más, me di cuenta de que todo eso era un armazón vacío, que no tenía nada dentro. Y era un vacío que me hacía colapsar. Toda la estructura se venía abajo, y eso afectaba al tema de relaciones, de trabajo…
Tras dedicar su vida a la música sentía un vacío interior que le hizo acabar en el hospital
Unas extrañas fiebres que le llevaron al hospital
Tratando de huir del vacío, Isaac dejó el grupo de música al que pertenecía y se entregó a una relación con una persona. Pero, en su interior no había paz, y esa relación terminó viviéndose también abajo aumentando el sufrimiento interior. La relación con sus padres se había hecho muy difícil. Todo aquello en lo que había puesto su ilusión, se desmoronaba.
Este vacío y este sufrimiento empezó a repercutir en su salud: “empecé a sufrir unos episodios de fiebre muy alta que nadie sabía por qué me daban, y acabe ingresado en el hospital. Me hicieron pruebas de muchas cosas, y no había manera de sacar lo que tenía. Yo me sentía destrozado, vacío y encima estaba enfermo. No me quedaba en mi vida nada, era todo un descampado y no tenía nada donde agarrarme”.
Y de repente apareció Dios
Isaac sentía que había tocado fondo. Estaba atravesando una auténtica crisis existencial que le provocaba terribles episodios de angustia. En medio del desamparo y del miedo, tumbado en la cama del hospital, comenzó a rezar. Y de pronto, como en nuevo Génesis, se hizo la luz: “Y, de repente, yo dije: ‘Bueno, lo único que me queda es rezar… Entonces recé, casi por instinto, sin pensar mucho por qué lo estaba haciendo, pero recé. Como si mi alma supiera lo que tenía que hacer sin que yo lo entendiera. Y, al rato, en ese instante de estar observando aquello, de repente tuve una sensación de paz física, o sea fue como si me tiraran un cubo de agua por la cabeza desde arriba”.
La experiencia fue tan profunda que, los primeros días, Isaac no era capaz ni de hablar con los que tenía a su alrededor. Dentro de su corazón, el Señor iba hablando y explicando: “Fue como si Dios me explicara todo lo que yo había hecho mal, y cómo funciona la verdadera vida, la realidad, o sea todo lo que es el amor, todo lo que no está en el amor es paj”.
La sanación interior le llevó a pedir perdón
Isaac experimentaba que el perdón era un paso imprescindible en su proceso de sanación interior y empezó a escribir cartas a todos los que había hecho daño en el pasado.
Tras salir del hospital, cuenta, “empecé a sentir un hambre de Dios voraz. Cogí una Biblia, y empecé a leer, a leer, a leer. Y, en cada palabra, el fuego que yo había sentido en ese instante de conversión, yo leía cada letra minúscula que había en el Evangelio, o en cualquier parte de la Biblia, y yo notaba aquel fuego”.
Tras encontrarse con Dios, Isaac tuvo claro que lo que debía hacer era entregarse a los demás
Aprender y darse a los demás
El cambio fue tan grande que todo el mundo a su alrededor se dio cuenta. A partir de aquí, el Señor empujó a Isaac en una doble dirección: “El Señor me puso un sentimiento que iba en dos direcciones: una era devorar la Palabra, aprender, formarme, conocerle. Pero, al mismo tiempo ir y darme a los demás. Las dos cosas a la vez. Y así llegó a Caritas.
Una música muy diferente
Isaac tenía muy claro que, tras su conversión, todo tenía que ser para el Señor. También su música: “Empecé a cambiar todas las letras. Lo que yo había encontrado vacío, ahora estaba lleno. Y tenía que expresarlo de alguna manera. Lo que empezó a pasarme fue que yo encontraba un modo de orar que era cogiendo el Evangelio. Y cualquier pasaje que a mí me llamara la atención ese momento, coger la guitarra y hacer una canción con esa letra, porque pensaba: Si lo que está alimentando mi alma es el Evangelio, entonces ¿qué tengo que decir yo, como converso, mejor que el Evangelio? Pues el Evangelio tal cual”.
Y ha seguido componiendo después, siempre con intención de evangelizar a través de la música: “Hice un canal en Youtube que se llama País en ese canal, lo que yo quiero hacer algún día, si Dios quiere, es que esté todo el Evangelio pasado a canciones. Cada pasaje del Evangelio, una canción. Y que la letra sea el texto del Evangelio, lo más fiel posible para que no haya vueltas de tuerca innecesarias, ni historias. Y entonces en eso estoy actualmente”.
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