El jugador argentino es subcampeón del mundo: ha jugado en España e Italia
Marcos Delía, el pívot internacional que necesita la Adoración y se forma en la fe con Chesterton
Marcos Delía es la torre de la selección argentina de baloncesto, actual subcampeona del mundo. Con sus 2,11 de altura este pívot está siempre cerca del aro en ataque y lo protege en defensa. Y lo mismo hace con una probada y madura fe católica pese a sus 28 años y estar en la élite del deporte profesional.
Este jugador que ha pasado por el histórico Virtus de Bolonia y en España por el UCAM Murcia y el Joventut de Badalona confiesa que es una persona que se forma en la fe con libros de apologética y que necesita de la Adoración al Santísimo.
Así lo ha confesado en una entrevista con el sacerdote Javier Olivera en su canal “Que no te la cuenten” del que Delía aseguraba ser un fiel seguidor desde hace tiempo.
Precisamente, Delía no cumple con muchos de los estereotipos de los deportistas de élite pues es un enamorado de la lectura y también dedica una buen tiempo a su formación en la fe.
Este argentino nacido en Saladillo es el mayor de cinco hermanos. “Mi familia es católica practicante, fui a un colegio católico y recibí los sacramentos… Pero a los 18 o 19 años empecé a leer un poco más, profundicé en la fe y en practicar nuestra religión. Di un paso adelante”, explica el deportista.
Sus visitas al Santísimo
Durante estos meses de confinamiento y pandemia, Marcos Delía señala que en los momentos de mayor virulencia “no se celebraba misa en la iglesia de al lado de casa pero el domingo sí había Adoración al Santísimo, lo que nos permitía ir y rezar”.
En su vida de deportista también reconoce la dificultad para cumplir con el mandato dominical, pues “la mayoría de los partidos son los domingos, hay muchos viajes y muchas cosas que requieren la presencia de uno. Hay que ir buscando los huecos, los momentos y tratar de estar siempre”.
Él reconoce que en un mundo como el deporte de élite “si te come el personaje, te va a ir mal en tu carrera y personalmente”. Por ello, Delía afirma que “el basket es mi trabajo, me da de comer, me gusta, pero tampoco siento que me llene, que sea lo que me hace persona. Por eso para mí es importante la religión, practicarla, pensar, tratar de leer y formarse”.
Su formación intelectual y en la fe
En sus palabras siempre está muy presente la formación y la lectura. Y es que en realidad son algo fundamental en su vida. “Lo de leer es ya un hábito, tengo dos momentos en el día en los que siempre leo, lo disfruto y me despeja… y cuando viajamos o tenemos torneos largos tenemos tiempo de leer y formarnos”, asegura.
Además, reconoce que en sus viajes de trabajo “una parada asegurada es la iglesia o la catedral. Son un testimonio de lo que es y fue la religión para Europa”.
Entre sus lecturas favoritas se encuentra Dostoievski, también la historia antigua, y por supuesto –agrega- “temas religiosos, de apologética. Me encanta Chesterton, y he leído también al padre Castellani”.
Un noviazgo y matrimonio cristiano
Este jugador de baloncesto está casado, y también en su noviazgo y vida familiar ha aplicado las enseñanzas de la Iglesia. De hecho, su mujer es una conversa católica. “Fue un proceso muy lindo el de mi mujer. Cuando nos conocimos en Buenos Aires al charlar me comentaba que no estaba bautizada, pero le estaba dando vueltas a muchas cosas. Ella tomó la decisión de prepararse para el bautismo, y fue algo muy lindo donde tuve la suerte de compartirlo con ella”, confiesa.
Al trasladarse a Europa no fueron a vivir juntos siendo novios sino que esperaron a casarse. Por ello, a los jóvenes les recomendaría que “lo que está bien es casarse” pues “eso de probar y luego ver si nos casamos puede ser peligroso. Siempre alguno termina lastimado, normalmente el más vulnerable. Es difícil hoy en día porque por todos lados te llega información que te hace dudar sobre el matrimonio. Pero cuando se hacen las cosas bien sabes que era lo que tenías que hacer”.
Sobre la presencia de la fe en el mundo del baloncesto, el pívot argentino asegura que la frase “yo creo en Dios, pero no creo en la Iglesia”, se repite mucho, y otros muchos son ateos. “A veces sale el tema de Dios, pero son pocas veces. Me ha tocado compartir con compañeros que no les importa nada el tema, y les es indiferente y repiten este cliché, y otros que son inteligentes y capaces buscan otras razones y no creen en Dios”, explica.
Por último, el internacional argentino destaca la importancia que tiene animar a los niños y jóvenes a practicar deporte: “Te ayuda a trabajar en equipo, a comunicarte, te enseña roles porque todos los equipos hay funciones específicas, te enseña que tienes que esforzarte… Estas cosas que se aprenden desde niño te marcan la personalidad, te deja hábitos muy buenos y es fundamental. Suma mucho a la formación para su persona”.