Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Jim Tonkowich conocía muchos católicos inteligentes y devotos

Tras 20 años como pastor presbiteriano, la Biblia y la Presencia eucarística le hicieron católico

James -Jim- Tonkowich ha trabajado durante décadas con cristianos de muchas denominaciones en defensa de la vida, la familia y los valores
James -Jim- Tonkowich ha trabajado durante décadas con cristianos de muchas denominaciones en defensa de la vida, la familia y los valores

P.J. Ginés / ReL

James Tonkowich fue pastor presbiteriano en EEUU durante 20 años, hasta que entró en la Iglesia católica, fruto de mucha reflexión teológica, amor a las Escrituras y experiencia de la presencia de Cristo en el Sagrario.

Tonkowich explica en su testimonio en Coming Home Network (chnetwork.org) que ni su familia ni su formación juvenil fueron anticatólicas en ningún sentido. Incluso estudiando teología protestante en el popular Seminario Teológico Protestante Gordon Cornwell accedió a escritos de Juan Pablo II y otros teólogos católicos. Y en sus estudios de filosofía previos conoció a San Agustín y Santo Tomás y otros padres de la Iglesia.

Él y la gente de su entorno eran lectores de Mero Cristianismo, de C.S.Lewis, y Basic Christianity, de John Stott: las diferencias entre denominaciones no les preocupaban. Otro texto que marcaba su posición respecto a católicos y otras iglesias cristianas era la “Carta a un católico” de John Wesley, el fundador del metodismo, en 1749: “Dejemos a un lado los puntos en los que diferimos; hay suficiente en lo que estamos de acuerdo, suficiente terreno para el talante de cada cristiano y para la acción de cada cristiano”.

Cuando empezó a trabajar en evangelización de jóvenes en una iglesia no denominacional, sin embargo, y repasando la Biblia, le pareció claro que la Escritura muestra que las iglesias cristianas deben estar conectadas, que no pueden ser independientes.

Después aumentó el número de católicos devotos e inteligentes con los que se trataba, como un capellán católico, exmonje trapense, dedicado al apostolado juvenil en las universidades. O la Casa Pasionista que a menudo le acogió en encuentros espirituales. Incluso tuvo un director espiritual jesuita. Y un matrimonio amigo, después de años de descontento con la Iglesia Episcopaliana, se hizo católico.

Entrevista con una parroquia anticatólica
En 1999 llegó a Washington para una entrevista de trabajo. Un comité de una parroquia metodista lo entrevistó para ver si serviría bien como pastor. Y le preguntaron: “¿Si alguien bautizado en la Iglesia Católica Romana se presentase para ingresar en nuestra iglesia, le rebautizarías?”

James respondió con humor: “No, no lo rebautizaría, puesto que fue bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pero si hubiera sido bautizado en una iglesia progresista protestante sí le haría preguntas, no fuera el caso que lo hubiesen bautizado con leche y miel en nombre del Progenitor, el Vástago y el Primo Segundo”.

Pero al comité no le gustó la respuesta. Por primera vez James se encontraba ante un grupo de presbiterianos calvinistas muy anticatólicos, convencidos de que el catolicismo era una secta engañosa e inadmisible en ningún sentido.

Al final, James logró el empleo, pero reflexionó sobre el tema y se planteó algunos aspectos teológicos.

1- Para el protestantismo, predicar la “justificación por la sola fe” es clave… sin embargo, antes de Lutero, durante 15 siglos, los cristianos apenas trataron el tema. ¿Es que no hubo Iglesia o cristianos esos 15 siglos?

2- Varios protestantes anticatólicos insistían en que los católicos predican que el hombre se salva por sus buenas obras. Sin embargo, James conocía muchos católicos devotos e inteligentes que afirmaban, con el Nuevo testamento en la mano, que la salvación llega por la gracia a través de la fe. Y en todos los textos católicos que leía veía que afirmaban que la salvación era por la gracia de Dios.

3- En cuanto a la enseñanza protestante de “sola scriptura” (que sólo la Biblia es la autoridad final en vida y doctrina)… ¿en qué lugar de la Biblia estaba? No es una enseñanza bíblica. En cambio, San Pablo enseña que la Iglesia es “pilar y fundamento de la verdad” (1 Tim 3,15). La Iglesia, no la Biblia.

Sin embargo, no dio el paso a estudiar con más detalle la propuesta católica en ese momento. Dos años después, trabajando en la radio con Chuck Colson, un baptista provida, profamilia y provalores muy popular, amigo de colaborar con católicos y otros cristianos, pudo conocer a más personalidades católicas. Por ejemplo, al padre Richard John Neuhaus, un expastor luterano que con Colson encabezaba el movimiento “Evangélicos y Católicos Juntos”. Conoció también al padre Robert Sirico, a Michael Novak, y al profesor de filosofía J. Budziszewski, que entonces aún era anglicano pero enseguida se haría católico (lleva el blog "El Tomista Clandestino").

“Los calvinistas gruñones de la reunión del presbiterio y otros con los que hablé después parecían asumir tácitamente que los católicos, incluso los estudiosos, son más bien tontos”, escribe James. Rodeado de intelectuales devotos y amistosos, “tan inteligentes que asustaban”, se veía obligado a asumir que esos católicos algo sí debían saber.

El caos del protestantismo liberal
Por el contrario, veía que en las iglesias protestantes progresistas el caos doctrinal se extendía sin límite, y lo veía en primera línea como presidente del Institute on Religion & Democracy, visitando asambleas episcopalianas, de presbiterianos liberales y otras por todo el país.

“Vi de primera mano que, al contrario que los cristianos de todas las épocas, las denominaciones liberales habían sustituido los hechos por sentimientos, la autoridad por pasión y la razón por el sentimiento”, escribe.

“Me pregunté: ¿qué impide que mi denominación presbiteriana, ortodoxa, algún día vote a favor del matrimonio del mismo sexo, de ordenar a homosexuales practicantes o de rechazar o redefinir la doctrina de la Trinidad?” De hecho, la Confesión de Westminster de 1646 ya la habían retocado varias veces (algunas para bien, como cuando quitaron las referencias anticatólicas a la “prostituta de Babilonia” que escribieron en la época puritana).

Al final, en una iglesia protestante, que asegura que el Espíritu guía al fiel, a cada fiel, en la interpretación de las Escrituras, no hay más autoridad que lo que votan unos cuantos delegados. Sólo la buena voluntad de algunos clérigos convertidos al Señor impede males mayores en cada iglesia, señala James.

Leyendo la Apologia Pro Vita Sua del beato cardenal J.H. Newman, que ha ayudado a muchos conversos del protestantismo, encontró una respuesta: “”La infalibilidad de la Iglesia Católica es una provisión, aportada por la misericordia del Creador, para preservar a la religión en el mundo, y para restringir la libertad de pensamiento, que por supuesto es en sí misma uno de nuestros mayores dones naturales, y para rescatarla de sus propias tendencias suicidas”.

Era necesaria una Iglesia protegida por Dios de enseñar errores, una Iglesia con autoridad, y esa Iglesia era la católica.

Un protestante rezando al estilo católico
Además de estas reflexiones teóricas, James llevaba ya unos años adentrándose en la oración al estilo católico. De un importante teólogo metodista aprendió a rezar el Oficio de Lecturas, se consiguió un breviario y lo incorporó a sus oraciones diarias.

También empezó a acudir a templos católicos para orar en silencio, y a veces se quedaba en misa. Se dio cuenta que tendía a sentarse siempre en el mismo banco, uno que estaba delante del Sagrario. De alguna manera, aquel espacio era “especial”.

Al cabo de tiempo, visitando la iglesia anglicana e unos amigos –una iglesia de gente fervorosa, que predicaba bien, donde se amaba al Señor- notó que había algo que estaba terriblemente mal allí, algo inquietante… Al cabo de un rato se dio cuenta: no había Sagrario, no había tabernáculo, echaba de menos la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía.

La vida de católico
Pocos meses después, en enero de 2011, James Tonkowich fue recibido en la Iglesia Católica. Perdió el contacto con muchos amigos, no por hostilidad, sino porque al cambiar las rutinas y ocasiones de encuentros era más difícil encontrarse. Además, notó que las parroquias católicas eran mucho peores que las protestantes a la hora de generar amistades nuevas, con una mayor frialdad y anonimato.

Sin embargo, su vida espiritual y su relación con Cristo y la Iglesia se ampliaron. Leyendo a R.R. Reno, otro teólogo anglicano que se hizo católico, hizo suya una de sus ideas: que sólo hay una Iglesia donde ser “recibido”, aquella que tiene ya su doctrina y criterios y los enseña, aquella que no es una colección de individuos de meras opiniones similares. En esa Iglesia se puede hallar reposo.

(Puede contactarse con Jim a través de su web www.jimtonkowich.com)

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