«Es una leyenda que al Papa le disguste el latín, que conoce e incluso corrige: pero lo habla poco»
Con 337.000 seguidores, el Twitter del Papa en latín (@pontifex_ln) supera a idiomas como el alemán, el polaco o el árabe y le pisa los talones nada menos que al francés. Entre otras razones, porque es muy utilizado por profesores de latín de todo el mundo, según desvela Daniel Gallagher en Famiglia Cristiana: "Tenemos contacto con muchos de ellos y los utilizan por razones didácticas. Construir una frase de 140 caracteres es un buen ejercicio. ¡También para nosotros!".
El "nosotros" se refiere al equipo que dirige este norteamericano de 45 años, natural de Michigan, en la Secretaría de Estado vaticana. Son siete, todos sacerdotes: tres polacos, dos italianos, un español y él mismo. Ellos mantienen vivo el latín en la Iglesia traduciendo no sólo los tuits de Francisco, sino todos los documentos oficiales: "Seria una lengua muerta si no estuviésemos nosotros aquí y si no existiese la Iglesia católica", proclama con satisfacción.
El padre Gallagher es discípulo del padre Reginald Foster, considerado "príncipe" de los latinistas en el Vaticano durante cuarenta años hasta su retiro en 2009, quien animaba a los suyos a mantener actual el latín hablándolo y pensando con él.
Reginald Foster, O.P. maestro de los latinistas vaticanos.
Así la lengua adquiere humanitas (humanidad), porque, dice Gallagher, "no es una lengua sagrada, no la ha lanzado Dios desde el cielo en una caja, sino que la hemos sacralizado nosotros a lo largo de los siglos".
¿Por qué es la lengua oficial de la Iglesia? "Porque la Iglesia no es de ninguno, y el latín representa la esencia de la universalidad, no es la lengua materna de nadie".
Se calcula que unas cinco mil personas en el mundo la hablan habitualmente, y el Don Daniel sonríe cuando le preguntan si todos ellos son curas: "¿Bromea? Los sacerdotes no son más de doscientos, y los obispos y cardenales, poquísimos. El mejor, el Papa Benedicto, es un conversador amable y perfecto". En cuanto al Papa Francisco, deshace un equívoco: "Es una leyenda que no le guste. Al revés, lo conoce muy bien e incluso lo corrige, aunque lo habla poco".
Cuando redactan los textos en latín, el principal dilema del equipo del padre Gallagher es elegir el estilo: Cicerón, Virgilio, Plauto...: "Para los tuits nos inspiramos en Terencio, y en algunas ocasiones en los epigramas de Marcial".
Confiesa que el peculiar léxico de Francisco, con sus palabras coloquiales y sus neologismos, les ha creado alguna dificultad, pero las resuelven inventando términos o recurriendo a paráfrasis: "Nos divertimos mucho experimentando".
El "nosotros" se refiere al equipo que dirige este norteamericano de 45 años, natural de Michigan, en la Secretaría de Estado vaticana. Son siete, todos sacerdotes: tres polacos, dos italianos, un español y él mismo. Ellos mantienen vivo el latín en la Iglesia traduciendo no sólo los tuits de Francisco, sino todos los documentos oficiales: "Seria una lengua muerta si no estuviésemos nosotros aquí y si no existiese la Iglesia católica", proclama con satisfacción.
El padre Gallagher es discípulo del padre Reginald Foster, considerado "príncipe" de los latinistas en el Vaticano durante cuarenta años hasta su retiro en 2009, quien animaba a los suyos a mantener actual el latín hablándolo y pensando con él.
Reginald Foster, O.P. maestro de los latinistas vaticanos.
Así la lengua adquiere humanitas (humanidad), porque, dice Gallagher, "no es una lengua sagrada, no la ha lanzado Dios desde el cielo en una caja, sino que la hemos sacralizado nosotros a lo largo de los siglos".
¿Por qué es la lengua oficial de la Iglesia? "Porque la Iglesia no es de ninguno, y el latín representa la esencia de la universalidad, no es la lengua materna de nadie".
Se calcula que unas cinco mil personas en el mundo la hablan habitualmente, y el Don Daniel sonríe cuando le preguntan si todos ellos son curas: "¿Bromea? Los sacerdotes no son más de doscientos, y los obispos y cardenales, poquísimos. El mejor, el Papa Benedicto, es un conversador amable y perfecto". En cuanto al Papa Francisco, deshace un equívoco: "Es una leyenda que no le guste. Al revés, lo conoce muy bien e incluso lo corrige, aunque lo habla poco".
Cuando redactan los textos en latín, el principal dilema del equipo del padre Gallagher es elegir el estilo: Cicerón, Virgilio, Plauto...: "Para los tuits nos inspiramos en Terencio, y en algunas ocasiones en los epigramas de Marcial".
Confiesa que el peculiar léxico de Francisco, con sus palabras coloquiales y sus neologismos, les ha creado alguna dificultad, pero las resuelven inventando términos o recurriendo a paráfrasis: "Nos divertimos mucho experimentando".
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