60.000 atendidos, 72 casas, 19 países… Así es la obra de la religiosa fallecida este 3 de agosto
Adiós a Madre Elvira, fundadora del Cenáculo: 40 años llevando adictos «de las tinieblas a la luz»
"Por sus frutos los conoceréis", dice el Evangelio. Los que cosechó en vida Rita Agnese Petrozzi -conocida como "Madre Elvira" o "la hermana de los drogadictos"- hasta su muerte este 3 de agosto hablan por sí solos: en los 40 años transcurridos desde que fundó la Comunidad del Cenáculo, 60.000 personas afectadas por todo tipo de adicciones o la falta de sentido han vuelto a ver la luz. Y muchos de ellos han abrazado la fe.
Su apostolado se extendió por todo el mundo hasta disponer actualmente de 72 casas repartidas por 19 países, asistidas por la familia religiosa del Cenáculo, las Hermanas Misioneras de la Resurrección. Allí se alojan hoy unas 3.000 personas, que además de su propia sanación y rehabilitación, presencian en su día a día "milagros eucarísticos" y abundantes conversiones, haciendo para todos ellos una realidad del lema adoptado por la religiosa: "De las tinieblas a la luz".
La página, redes, miembros y allegados del Cenáculo celebraban desde comienzos de este 3 de agosto lo que confían que es el "nacimiento al Cielo" de su fundadora, que falleció durante esta madrugada con 86 años, tras una larga enfermedad.
La propia Comunidad informa que su "peregrinación terrena" concluyó "apenas terminado el canto del Salve Regina", asistida por todas las hermanas de la Casa de Formación de la Comunidad Cenáculo de Saluzzo (Cuneo, Italia).
"Nada de `pobrecita´. Me voy feliz"
"Consumida por una vida vivida con extraordinaria generosidad e intensidad en el amor y en el servicio a los pobres y necesitados -especialmente a los jóvenes desamparados y perdidos en las adicciones- y probada en los últimos años por la Cruz, siguió hasta el final, con fe, determinación, valentía y total abandono en Dios", informa el comunicado del Cenáculo".
Su muerte tiene lugar poco después de ver cumplidos los 40 años de su fundación, que fue celebrada entre el 13 y el 16 de julio pasados. En estos días, miles de jóvenes, padres y amigos de la "gran familia" de la Comunidad acudieron para darle su último adiós en vida "en intensa oración", para darle gracias y acompañarla.
"Madre Elvira vivió los últimos años de su vida en la Casa de Formación, asistida y cuidada con amor por sus monjas, consumida por una enfermedad que, si bien la ha privado del uso de la palabra y de los gestos cotidianos, no ha podido quitarle la luz de su mirada y la sonrisa de siempre", informa la Comunidad.
Pese a las lágrimas, la comunidad acoge con paz y alegría cristiana la marcha de su fundadora, como ella misma lo pidió antes de su muerte: "Y cuando digan: `¡Elvira ha muerto!´, ustedes deben cantar, deben bailar y festejar... ¡porque estoy viva! ¡Ay de ti si dices: `Pobrecita…´! ¡No, nada de `pobrecita´! Me voy muy tranquila y feliz y canto… ¡ya estoy cantando! Delante de mí se abrirá algo inmenso… ¡la vida no muere!".
"Me voy muy tranquila y feliz y canto… ¡ya estoy cantando! Delante de mí se abrirá algo inmenso… ¡la vida no muere!", dijo la Madre Elvira antes de fallecer.
El velatorio de la Madre Elvira tendrá lugar en la Casa de Formación de las Hermanas Misioneras de la Resurreccion en en via Pagno 115, Saluzzo, durante la mañana del viernes 4 de agosto hasta la fecha de su funeral, aún por comunicar.
A partir del viernes, la Comunidad invita a todos a unirse al rezo del Santo Rosario por su alma cada noche a las 20.30 horas en la colina de San Lorenzo en Saluzzo, lugar donde nació la Comunidad Cenáculo.
Décadas persiguiendo un objetivo: ayudar a los jóvenes
Nacida en Sora (Frosinone, Italia) el 21 de enero de 1937, siempre se consideró a sí misma "hija de gente pobre", sufriendo desde la infancia los estragos del exilio, las penurias y la miseria de la posguerra tras huir de la II Guerra Mundial.
A los 19 años entra en el convento de Borgaro Torinese, con las Hermanas de la Caridad de Santa Giovanna Antida Thouret, donde de Rita Agnese pasó a ser Sor Elvira.
Casi desde que entró a la vida religiosa, le persiguió el deseo de dedicarse a los jóvenes, lo que no pudo hacer hasta el 16 de julio de 1983, año en que fundó la Comunidad del Cenáculo en una casa abandonada y destruida cedida a la religiosa.
Aunque inicialmente Madre Elvira solo pensó en abrir una casa, los jóvenes que solicitaban su asistencia llegan de todas partes del país y del mundo pidiendo ser recibidos para encontrar un sentido a la vida.
Pronto se multiplicaron y expandieron las casas de la Comunidad Cenáculo, llamadas fraternidades.
"Somos testigos de un milagro"
"Somos nosotros los primeros testigos de un milagro de Dios que no fue programado en un escritorio, que nos supera y nos sorprende y, del cual, por gracia de Dios, participamos", decía la madre Elvira.
Conforme pasaron los años, jóvenes voluntarios, familias, hermanos y hermanas se fueron uniendo al apostolado al recibir el llamado de Dios para dedicar su vida a la asistencia y caridad.
Fue Juan Pablo II el que reconoció a la Comunidad del Cenáculo como Asociación privada de fieles tras 15 años de andadura, a través del obispo de Saluzzo, Mons. Diego Bona, en 1998. Tres años después, en la Vigilia de Pentecostés del 2 de junio de 2001, pasó a ser Asociación Pública de Fieles. El siguiente paso en su reconocimiento tuvo lugar en julio de 2009, cuando fue declarada Asociación Internacional Privada de Fieles de Derecho Pontificio.
Hoy, son 72 las fraternidades presentes en 19 países del mundo (28 en Italia; Austria 1; Bosnia-Herzegovina 2; Croacia 7; Francia 4; Irlanda 1; Polonia 4; Portugal 1; Eslovaquia 1; España 3; Argentina 4; Costa Rica 1; Brasil 4; México 1; Perú 3; Paraguay 1; Estados Unidos 4; África–Liberia 1; Filipinas 1).
Paliar la falta de sentido... y prevenirla: "Padres convertidos, hijos salvados"
La consolidación internacional del apostolado se debe en buena manera a las misiones para los niños de la calle.
Fue por un joven -Nicola-, que "ofreció su vida y enfermedad" para paliar las heridas de miles de niños afectados por el mal, la droga y la violencia, antes de que se viesen atrapados en la espiral de la calle y la adicción. Comenzaron en Brasil, México y Perú y se han extendido hasta Liberia. Allí, misioneros, voluntarios, religiosos y consagrados dedican gratuitamente un tiempo o toda su vida para acoger, compartir y reeducar a niños huérfanos y abandonados.
Con todo, la labor de la Comunidad no se limita a acompañar o a paliar los estragos. Partiendo de la máxima de madre Elvira de "padres convertidos, hijos salvados", el Cenáculo también desarrolló Padres en camino: se trata de una propuesta a las familias de los alojados para que caminen junto a sus hijos a través de encuentros periódicos de oración, comunidad, amistad y convivencia.
La misma Elvira le decía a los padres: "La renovación de tu hijo debes pagarla con tu conversión. Proponemos a las familias un camino de fe y de encuentro con la verdad con otras familias, y muchas resucitan a un amor renovado".
El Cenáculo, una "escuela de vida" y "camino a la Verdad"
En el Cenáculo, la caridad cobra desde sus inicios su máximo esplendor, pues a la evangelización de los alojados se une una profunda labor social y asistencial gracias a la cual "el hombre herido" es acogido y alojado de forma gratuita. Allí pueden encontrar "un amor que acoge gratuitamente, ayuda a sanar sus heridas, sostiene y guía a redescubrir el Camino de la Verdad, un amor exigente que educa a la belleza de la vida real".
"La renovación de tu hijo debes pagarla con tu conversión", decía la Madre Elvira.
La obra fundada por Madre Elvira es mucho más que una "comunidad terapéutica". Aunque la mayoría de alojados tienen un pasado de diversos tipos de dependencia, también acuden jóvenes con problemas existenciales, otros que buscan sentido o dirección a su vida, adultos que quieren enmendar sus vidas o jóvenes que, "tocados" por una experiencia de fe y comunidad, quieren dedicar su vida a esta misión.
Por eso, sus integrantes prefieren definirse como una "escuela de vida", donde todo el que ingresa encuentra un hogar en el que recuperar su dignidad, obtener sanación, paz y alegría y el deseo de vivir.
En este sentido, a quienes llegan con un pasado de dependencia se les invita a realizar el camino comunitario no como una “terapia” sanitaria, sino como un camino de sanación educativo y espiritual. Cuando es necesaria una terapia médica, debe realizarse en un hospital, ya sea antes de ingresar o durante el camino.
Los pilares: gratuidad, amistad, fe y vida cristiana
Su propuesta para quien pasa a integrar las fraternidades se basa en "un estilo de vida comunitaria simple y familiar" que consta de cinco pilares:
-Se los recibe gratuitamente como signo de amor verdadero.
-La amistad sincera como base de las relaciones humanas y del amor fraterno.
-Redescubrir el trabajo vivido como un don y el esfuerzo para madurar en las responsabilidades de la vida.
-La oración y la fe en Jesucristo como respuesta a la necesidad de amor infinito que habita en el corazón humano.
-La vida cristiana en su simplicidad y plenitud es la respuesta verdadera a toda inquietud del corazón y que solo Quien ha creado al hombre puede reconstruir su corazón perdido y herido por experiencias que lo han ilusionado, engañado y desilusionado".
En el vídeo, una joven Sor Elvira con jóvenes que ayudaba en la comunidad que empezaba en Medjugorje en los años 80.