Francisco: La vida del cristiano «no es una actuación donde se pueda llevar máscara»
Este 21 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey del Universo, el Papa Francisco ha comenzado su comentario previo al ángelus destacando el servicio y la cruz como base de la realeza de Cristo y el deber de los cristianos de incorporarlos al quehacer cotidiano.
“Él no viene para dominar, sino para servir. No llega con los signos de poder, sino con el poder de los signos. No se ha revestido de insignias valiosas, sino que está desnudo en la cruz”.
Y sin embargo, descubre Francisco, “es precisamente en la cruz donde Jesús es definido como Rey. Su realeza está más allá de los parámetros humanos, y podríamos decir que no es un rey como nosotros, sino rey por los otros”.
“Cuando Cristo se encontraba ante Pilatos, cuando la multitud esta en su contra, le dice que Él es rey”, relata Francisco, “mientras que cuando le seguían y aclamaban, tomó distancia de esta exclamación”.
La verdad, origen de la libertad de Jesús
De este modo, “Jesús se muestra soberanamente libre del deseo de gloria y fama terrena. ¿Y nosotros?”, planteó el Papa. “¿Sabemos imitar a Jesús en esto? ¿Sabemos gobernar nuestra tendencia de ser continuamente aprobados? ¿O lo hacemos todo por ser estimados por los otros?”.
El Santo Padre profundizó en los rasgos del reinado de Cristo enseñando que “evita toda búsqueda de grandeza terrenal” y que “hace libre y soberano el corazón de quien lo sigue y nos libera del sometimiento del mal".
"Su reino es liberador”, añade. “No tiene nada de opresivo, y trata a cada discípulo como un amigo, no como súbdito. Siguiendo a Jesús, uno no pierde nada, adquiere dignidad”.
Francisco finalizó su comentario escudriñando el origen y frutos de la libertad de Jesús.
“Lo descubrimos volviendo a su afirmación ante Pilatos: `Yo soy Rey. Para esto he nacido y venido al mundo, para dar testimonio de la Verdad´. La libertad de Jesús viene de la verdad, es la verdad la que nos hace libres”, afirmó Francisco.
Una verdad que “no es abstracta”, explica. “Es una realidad. Es Él mismo el que hace la verdad dentro de nosotros, nos libera de las falsedades que tenemos dentro, del doble lenguaje… Estando con Jesús nos volvemos verdaderos”.
La vida del cristiano es incompatible con las máscaras
En este sentido, destacó que la vida del cristiano “no es una actuación” donde se pueda llevar la máscara que más conviene, “porque cuando Jesús reina en el corazón, lo libera de la hipocresía y los dobleces”.
“Cuando la vida es ambigua, es muy triste”, concluyó el Santo Padre. “Debemos lidiar siempre con los límites y defectos, todos somos pecadores, pero cuando se vive bajo el señorío de Jesús, uno no se vuelve falso, no lleva una doble vida. Pecadores somos todos, pero corruptos nunca”.