Francisco: «No te dejes aprisionar por el dolor, no dejes que muera la esperanza, ¡vuelve a vivir!»
En el rezo del Ángelus el Papa Francisco ha comentado el Evangelio de este domingo, que habla de la resurrección de Lázaro, que pertenecía a una familia muy querida por Jesús. El Pontífice explicó a los miles de fieles que “Lázaro es un querido amigo de Jesús, quien sabe que está a punto de morir; el Señor se pone en camino, pero llega a casa del amigo cuatro días después de que haya sido sepultado, cuando ya se ha perdido toda esperanza. Sin embargo, su presencia enciende un poco de confianza en el corazón de las hermanas, Marta y María. Ellas, en medio del dolor, se aferran a esa luz, a esta pequeña esperanza. Jesús las invita a tener fe, y pide que abran el sepulcro. Luego reza al Padre, y entonces grita a Lázaro: '¡Sal fuera!''. Éste vuelve a vivir".
Con este hecho, envía un mensaje claro: “¡Jesús da la vida incluso cuando parece que ya no hay esperanza”.
Tal y como recoge Vatican News, Francisco explicó que hay momentos en la vida de una persona en los que “uno se siente sin esperanza, amargado porque ha experimentado cosas malas", ya sea por una pérdida dolorosa, de una enfermedad, de un cruel desengaño, de una injusticia o una traición sufrida, de un grave error cometido y siente "que ha dejado de esperar".
En otras ocasiones, es frecuente escuchar expresiones como la de “ya no hay nada que hacer” y esto cierra la puerta a la esperanza. “Son momentos en los que la vida se asemeja a un sepulcro cerrado todo es oscuridad, en torno se ve solamente dolor y desesperación, pero el milagro de hoy nos dice que no es así, que el final no es este, que en esos momentos no estamos solos, es más, que precisamente en esos momentos Él se hace más cercano que nunca para darnos de nuevo la vida”, agrega el Papa.
Francisco exhortó igualmente a recordar que Jesús invita a no dejar de creer y a no dejar de esperar, a no dejarse abatir por los sentimientos negativos: “no escondáis el dolor, los errores, los fracasos dentro de vosotros, en una habitación oscura y solitaria, cerrada”.
Por el contrario, afirmó: “Quitad la piedra”. Esto es sacar “todo lo que hay dentro, ponedlo ante Jesús con confianza”.
"Cuántas veces en la vida nos hemos encontrado así, en este caso de no tener fuerzas para levantarnos", dijo el Santo Padre, que y recordó que Jesús dice: "¡Adelante, adelante! Yo estoy contigo".
De este modo, Francisco pidió: "quita las vendas que te atan, no cedas al pesimismo que deprime, al temor que aísla, al desánimo por el recuerdo de malas experiencias, al miedo que paraliza. ¡Yo te quiero libre y vivo, no te abandono, estoy contigo! No te dejes aprisionar por el dolor, no dejes que muera la esperanza: ¡vuelve a vivir!”.
"Tal vez nosotros también llevamos en este momento alguna carga o algún sufrimiento en el corazón, que parece aplastarnos; alguna cosa fea, algún viejo pecado que no dejamos salir, algún error de juventud, pero, nunca se sabe. Estas cosas feas deben salir. Y Jesús dice: ‘¡Vamos, fuera!’ y nos dice hoy a ti y a mí que es el momento de quitar la piedra y de salir al encuentro de Jesús que está cerca”.
Por último, hizo una advertencia a los confesores: "Queridos hermanos, no olvidéis que también vosotros sois pecadores y que estáis en el confesionario no para torturar: para perdonar, y para perdonarlo todo, como el Señor lo perdona todo".