Francisco llama a los religiosos del Congo a la «disponibilidad total a Dios viviendo el celibato»
En el ecuador de su viaje a la República Democrática del Congo, el Papa Francisco se ha dirigido a los obispos, sacerdotes y religiosos congoleños en un encuentro de oración programado para la tarde de este 2 de febrero en la catedral de Nuestra Señora del Congo. Durante el mismo, ha advertido a los presentes de no caer ante las amenazas propias de la vida religiosa, para lo que insistió en la vivencia del celibato sacerdotal, en una formación del clero que "no es opcional" y en dedicar "un tiempo intenso de oración".
Ante un millar de asistentes al encuentro, destacó que la vida religiosa consiste ante todo en "ser servidores del pueblo" y "signos de la presencia de Cristo, de su amor, del perdón" y "de la compasión". Algo que, recordó, no está exento de desafíos:
"Sin la oración no se va lejos"
Advirtió que uno de los más relevantes es el de la "mediocridad espiritual", consistente en considerar "el ministerio y el apostolado" al margen de la oración o en descuidarla por "los compromisos, urgencias pastorales y esfuerzos apostólicos" extenuantes.
Para ello, remarcó la importancia de la celebración de la Misa, la oración del breviario y la Liturgia de las Horas, la confesión habitual o de invocar a la Virgen María. La oración, explicó, no debe consistir en "la mera recitación protocolaria", sino "en un tiempo intenso de oración, un momento prolongado de adoración, de meditación de la Palabra, un encuentro íntimo con Aquel que amamos sobre todas las cosas. Sin la oración no se va lejos".
Para los momentos de "plena actividad" recomendó a los presentes "a la oración del corazón" y a las jaculatorias "que podemos repetir en cualquier lugar".
La pobreza y el celibato, armas frente a la comodidad mundana
Advirtió también ante "la tentación de la comodidad mundana" que en la vida sacerdotal y -"especialmente en un contexto de pobreza"- puede implicar "aprovecharse" del sacerdocio para "satisfacer necesidades y comodidades". Algo que Francisco definió como "triste" y "escandaloso" y que contrapuso a la "sobriedad y libertad interior" que se desprende de la "pobreza evangélica" y del "celibato".
"Qué hermoso es mantenerse rectos en las intenciones y libres de componendas con el dinero, abrazando con alegría la pobreza evangélica y trabajando junto a los pobres. Y qué hermoso es ser signos luminosos de disponibilidad total al Reino de Dios, viviendo el celibato. No permitamos que esos vicios, los cuales quisiéramos arrancar de los demás y de la sociedad, se encuentren bien arraigados en nosotros. Por favor, estemos alerta", incidió.
"La formación no es opcional"
Francisco se refirió en tercer lugar a la tentación de una "superficialidad" en la vida sacerdotal, especialmente en lo referente a una formación espiritual y teológica que, a su juicio, "no es opcional".
"Se ha puesto un don en nuestras manos y, de nuestra parte, sería presuntuoso pensar que podemos vivir la misión a la que Dios nos ha llamado sin formarnos de forma adecuada, tanto en la vida espiritual como en la preparación teológica", subrayó Francisco.
Frente a considerar al sacerdocio como a "funcionarios de lo sagrado o profesionales distantes", el Papa remarcó la necesidad de sacerdotes "preparados, formados y apasionados por el Evangelio, obligados a entrar en el corazón del misterio cristiano, a profundizar la doctrina, a estudiar y meditar la Palabra de Dios; y a permanecer abiertos a las inquietudes de nuestro tiempo, a las preguntas cada vez más complejas de nuestra época".
El ejemplo de vida
Antes de concluir, Francisco destacó la importancia de la coherencia de vida sacerdotal y recordó que, "para ser buenos sacerdotes, diáconos, consagradas y consagrados, no son suficientes las palabras y las intenciones", sino "la vida misma": "Se necesitan jóvenes que le digan “sí” al Señor; más sacerdotes y religiosos que dejen trasparentar su belleza con la propia vida ".
"Queridos hermanos, el ministerio al que están llamados es precisamente este: ofrecer cercanía y consolación, como una luz siempre encendida en medio de la oscuridad. Aprendamos del Señor que es cercano siempre. Y para ser hermanos y hermanas de todos, séanlo en primer lugar entre ustedes. Gracias de corazón, por lo que son y lo que hacen; por el testimonio que dan a la Iglesia y al mundo. No se desanimen, los necesitamos", concluyó.