El Papa restablece la calma en una jerarquía nerviosa
El Papa sentó la doctrina: cuando se trate de acusaciones contra un cardenal, la competencia corresponde al Papa, no a los otros cardenales.
por Diego Contreras
Parece que en los últimos tiempos hay un poco de nerviosismo que ha llevado a algunos obispos a la polémica pública entre ellos. Pienso que no hay que sorprenderse ni escandalizarse, pues algunos episodios similares ya los narran los mismos «Hechos de los apóstoles»… La noticia no está en esas polémicas, ciertamente poco edificantes, sino en el papel que Benedicto XVI ha jugado en su resolución. El Papa podía no haberse dado por enterado, y pienso que nadie se lo hubiera reprochado. Sin embargo, ha rechazado el disimulo y ha agarrado el toro por los cuernos.
El pasado lunes, Benedicto XVI recibió al cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena y Presidente de la Conferencia Episcopal de Austria. Hace meses, en una conversación «off the record» con periodistas, Schönborn tuvo palabras bastante duras contra el cardenal Sodano, antiguo Secretario de Estado. Esas afirmaciones acabaron difundiéndose en la prensa. En el interesante comunicado publicado tras la audiencia se aclaran las cosas y se subraya que Sodano también estuvo presente. El Papa sentó la doctrina: cuando se trate de acusaciones contra un cardenal, la competencia corresponde al Papa, no a los otros cardenales.
Hoy ha tocado el turno a Alemania. Hace unos meses, el obispo de Ausburgo, Walter Mixa, se vio obligado a dimitir después de que se le acusara de maltratos a menores e incluso de abusos, supuestamente sucedidos hace algunos decenio. Ante esas acusaciones, formuladas en un momento en el que arreciaba en Alemania la polémica sobre los abusos con menores, varios obispos pidieron públicamente a Mixa que presentara su dimisión. Así fue. Hay que subrayar, sin embargo, que el tribunal civil le declaró inocente de los abusos. A pesar de todo, la polémica –de tonos duros- con los otros obispos ha continuado. En el comunicado difundido ayer al final de la audiencia se dice que la dimisión queda confirmada, que el obispo se retirará a un periodo de cura y reflexión, pero se pide también a los demás obispos del país que le ofrezcan más apoyo que en el pasado.
Pienso que estos dos episodios ejemplifican, al menos en parte, cuál es el papel del Papa y su poder, que no tiene nada que ver con la fantasmagórica figura de un «monarca absoluto», como a algunos (especialmente la prensa británica) le gusta describirlo.
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