Los sacerdotes Silva, Domenech y Bronchalo invitan a las parroquias a «marcar el cambio»
Red de Redes contra el «cambio climático social»: más comunidad, menos móvil y «activar el radar»
“Desde la pandemia, ha habido un cambio climático en la sociedad: ha cambiado el clima de las relaciones sociales”, asegura el sacerdote Jesús Silva en el nuevo capítulo de Red de Redes, el programa de catequesis semanal producido por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). Junto a Patxi Bronchalo y Antonio Maria Domenech, Silva aborda en este episodio una problemática que, a su juicio, se ha agravado desde las restricciones covid: el aislamiento social y el individualismo.
¿Cuál es el problema?
“En Occidente cada uno ya iba a lo suyo, pero parece que esto se ha acelerado desde la pandemia, la mascarilla y la distancia social: tengo la sensación de que ahora somos más desapegados, que estamos menos pendientes”, reflexiona Silva. El sacerdote lo ve en situaciones como que hay personas a las que les da miedo salir de casa, o incluso en detalles como que, en misa, en lugar de darse la mano como gesto de paz, se hace “un gestito de cabeza, así como muy honorable”.
Aunque Domenech dice que esto no lo ha visto en su parroquia —en el pueblo de Santa María del Campo Rus, en Cuenca, parece que la comunidad ha salido reforzada tras la pandemia—, Silva insiste en que ve un aumento de la “frialdad” en las relaciones.
Bronchalo aporta otro matiz: “Desde la pandemia las noticias son especialmente trágicas, con guerra en Ucrania, en Gaza… Veo un aplomamiento en la gente, un estado de miedo permanente y una polarización muy grande”, dice.
La fe, en comunidad
A continuación, los tres sacerdotes aportan algunas ideas en clave de solución, buscando abordar la cuestión de forma constructiva.
Una de ellas es redescubrir la necesidad de vivir en comunidad. “Jesús no vino a fundar una religión, sino a fundar la Iglesia”, explica Bronchalo, y añade que “la parroquia no es un lugar de consumo de sacramentos y oraciones”, y que “la fe hay que vivirla en una dimensión comunitaria”.
“Nuestras parroquias —añade Silva— tendrían que ser como el pueblo de Antonio María, que la gente hable, se salude… que sean realmente una familia”. Para el párroco, esto implica “salir de ti, fijarte en el otro”, y pide ir a contracorriente: “Aunque en las ciudades hacer esto sea algo raro, las parroquias han de marcar el cambio”.
Aumentar la confianza
Para Domenech, es imperativo “aumentar en confianza: con Dios, con los demás… y con nosotros mismos, porque podemos hacer cosas grandísimas, dignificadas por el amor y la sangre de Cristo”. Además, añade, “desconfiar de los demás por norma te amarga la vida”, porque siempre estás pendiente de si te están criticando, o de si te persiguen. “Creamos un victimismo gigante que te va lastrando y te lleva a donde no quieres”, lamenta.
“El mundo no está tan mal”
Silva también critica el retrato que ofrecen los medios de comunicación: “Si vemos las noticias, parece que el Apocalipsis será esta tarde, pero el punto de partida es que el mundo no está tan mal”, dice. El sacerdote insiste en que “la vida no es lo que vemos por el móvil, sino algo mucho más concreto, y hay que mirar con los ojos de la carne, no a través de una pantalla”.
`No hace falta que siempre estemos diciendo lo malo: el bien no es la negación del mal´, afirma Domenech.
“A lo mejor, si ves que tanta noticia te hace mal, lo que habrías de hacer es tener menos el móvil”, recomienda Bronchalo. Domenech añade la coda: “Tal vez influye la necesidad de que todo el mundo opine sobre todo, y además en clave negativa”, lamenta. Y concluye: “No hace falta que siempre estemos diciendo lo malo: el bien no es la negación del mal”.
Un radar para detectar al que sufre
La última recomendación para regenerar el tejido social que ofrecen los conductores de Red de Redes es activar el “radar”. “Un cristiano no ha de estar sumido en sí mismo, ha de tener un radar para detectar la necesidad en su entorno: ¿quién está solo, quién está triste?”, asegura Silva, y destaca que “la Iglesia es comunidad cuando te acercas a la carne sufriente del hermano”.
“Si a la caridad no le pones nombre y apellidos, se queda en abstracto”, recuerda Domenech, y destaca que la caridad empieza con los prójimos más próximos. “Está perfecto que participes en una campaña para ayudar en la India, pero a lo mejor quien te necesita es tu hijo con el que no hablas, tu hermana a la que hace tiempo que no ves o tu vecino que está solo”. “A veces —concluye Bronchalo— es más fácil dar 20 euros para la India pero luego no amar al que tienes al lado, porque te cuesta”.
El capítulo, como es habitual, concluye con una ronda de recomendaciones. Domenech recomienda leer las vidas de los santos, para meditar sus acciones y aprender a imitarlos. En concreto, recomienda cada leer la biografía del santo del día. Silva, por su parte, recomienda el libro Ven, sé mi luz, que recoge textos de la Madre Teresa de Calcuta —ese o cualquier otra antología de sus escritos, dice—, y Bronchalo, la película Nacimiento, sobre los primeros mártires cristianos en Corea. “Cuando hablábamos del amor al enemigo, pensaba en esta película”, dice.