CORPUS CLANDESTINO
Valencia, 1937: enchufe, manivela y pinzas para el Santísimo bajo el terror del Frente Popular
Juan Colomina Barberá se libró «de milagro» de las sacas de la Cárcel Modelo e hizo de su celda un santuario, pero no es la única historia de persecución religiosa encontrada en el archivo diocesano.
El director del Archivo Metropolitano del Arzobispado de Valencia, Ramón Fita, ha dado a conocer a la agencia de noticias de la archidiócesis, AVAN, una serie de documentos que revelan cómo se celebraba clandestinamente la solemnidad del Corpus Christi durante la guerra civil en los años 1937 y 1938, tanto en las cárceles como en domicilios particulares de la capital valenciana.
Entre ellos, una carta del abogado Juan Colomina Barberá, abogado a quien encarcelaron en la antigua Cárcel Modelo por sus creencias religiosas y que fabricó allí una pequeña custodia de madera con pinzas de colgar la ropa que pudo recoger de sus compañeros, y que luego pintó de purpurina.
El letrado valenciano relata en su carta que «esta custodia fue utilizada para exponer en ella el Santísimo Sacramento en el año 1937, instalando un verdadero aunque sencillo monumento en mi propia celda en la que, después de haber sido celebrada la Santa Misa, quedó el Señor de manifiesto durante todo el día, manteniendo guardia en vela permanente, para evitar cualquier intento de atropello por parte de los carceleros, y haciendo posible que todos los católicos allí recluidos pudiesen desfilar ante el Santísimo y rendirle culto en tan señalada festividad y penosas circunstancias».
En la carta, fechada en 1948, Colomina solicita al entonces arzobispo de Valencia, monseñor Marcelino Olaechea, tras citar a varios testigos de lo ocurrido, un documento acreditativo de la «autenticidad de la custodia en cuestión y del uso a que fue destinada, marcándolo con el sello del Arzobispado, para evitar que algún día pueda ser profanada involuntariamente por ignorancia o destinada a uso impropio lo que estuvo en contacto directo con la Sagrada Forma». El arzobispo, tras verificar la autenticidad de lo narrado y consultar con los testigos citados, accedió a la petición del abogado y certificó la autenticidad de aquella custodia con un documento expedido el 10 de febrero de 1948.
Aparece la custodia en Valencia
Colomina fue un abogado que había sido detenido en 1936 por su fe católica y condenado a muerte, pero que no llegó a ser ejecutado y pasó por varias cárceles antes del final de la contienda. Posteriormente llegó a ser presidente de la Sociedad Valenciana de Agricultura.
Al enviudar de su primera esposa contrajo matrimonio con Isabel Casaus, que cuenta en la actualidad 69 años y conserva la custodia desde que su marido falleció en 1995: «Es un tesoro, lo que más valoro de mi marido», explica.
La Custodia, de poco más de 20 centímetros de alto, fue tallada en la cárcel por Colomina sobre una base de madera que, en realidad, era el marco de uno de los enchufes para la luz que había en la pared de la prisión. Sobre esa base hay un fuste de madera que tomó de una manivela y sobre él, realizó la custodia circular de madera, que fue labrando con distintos trozos y utensilios de madera de carpintería, que luego talló para culminarla por una cruz.
Según explica la señora Casaus, su marido «tuvo muchísimos compañeros que murieron, y él pensó que en cualquier momento le tocaría porque cada día sacaban más de la cárcel. Se libró de milagro».
Recorrido procesional de un padre con sus hijos
Otro de los casos documentados de una «procesión clandestina» del Corpus, prosigue la información de AVAN, fue relatado por el propio arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, en la Vigilia con jóvenes que celebró el pasado viernes por la noche en la Basílica de la Virgen.
El prelado mencionó una reciente carta que le había remitido un religioso valenciano, que siendo niño presenció cómo su padre «trajo un día a casa ocultas varias formas consagradas que había recibido para que algunos sacerdotes acudieran clandestinamente a recogerlas y distribuyesen a escondidas a los que se lo solicitasen».
Aquel padre, «sabiendo que corría peligro de muerte si le descubrían, no quiso que en Valencia faltara la procesión del Corpus y, cuando llegó la fecha de esta solemnidad en 1937, tomó el Santísimo Sacramento colgándoselo en una fina caja sobre el pecho, se abrochó encima la camisa y la chaqueta, tomó de la mano a sus dos niños pequeños y les dijo que "en Valencia no ha faltado nunca la procesión del Corpus Christi; tampoco ahora"».
A continuación salieron de casa, se dirigieron a la catedral de Valencia y «con sus dos hijos, sin soltarlos de la mano, hizo todo el recorrido tradicional de la procesión del Corpus Christi por el centro de Valencia mientras rezaban en voz baja».
Entre ellos, una carta del abogado Juan Colomina Barberá, abogado a quien encarcelaron en la antigua Cárcel Modelo por sus creencias religiosas y que fabricó allí una pequeña custodia de madera con pinzas de colgar la ropa que pudo recoger de sus compañeros, y que luego pintó de purpurina.
El letrado valenciano relata en su carta que «esta custodia fue utilizada para exponer en ella el Santísimo Sacramento en el año 1937, instalando un verdadero aunque sencillo monumento en mi propia celda en la que, después de haber sido celebrada la Santa Misa, quedó el Señor de manifiesto durante todo el día, manteniendo guardia en vela permanente, para evitar cualquier intento de atropello por parte de los carceleros, y haciendo posible que todos los católicos allí recluidos pudiesen desfilar ante el Santísimo y rendirle culto en tan señalada festividad y penosas circunstancias».
En la carta, fechada en 1948, Colomina solicita al entonces arzobispo de Valencia, monseñor Marcelino Olaechea, tras citar a varios testigos de lo ocurrido, un documento acreditativo de la «autenticidad de la custodia en cuestión y del uso a que fue destinada, marcándolo con el sello del Arzobispado, para evitar que algún día pueda ser profanada involuntariamente por ignorancia o destinada a uso impropio lo que estuvo en contacto directo con la Sagrada Forma». El arzobispo, tras verificar la autenticidad de lo narrado y consultar con los testigos citados, accedió a la petición del abogado y certificó la autenticidad de aquella custodia con un documento expedido el 10 de febrero de 1948.
Aparece la custodia en Valencia
Colomina fue un abogado que había sido detenido en 1936 por su fe católica y condenado a muerte, pero que no llegó a ser ejecutado y pasó por varias cárceles antes del final de la contienda. Posteriormente llegó a ser presidente de la Sociedad Valenciana de Agricultura.
Al enviudar de su primera esposa contrajo matrimonio con Isabel Casaus, que cuenta en la actualidad 69 años y conserva la custodia desde que su marido falleció en 1995: «Es un tesoro, lo que más valoro de mi marido», explica.
La Custodia, de poco más de 20 centímetros de alto, fue tallada en la cárcel por Colomina sobre una base de madera que, en realidad, era el marco de uno de los enchufes para la luz que había en la pared de la prisión. Sobre esa base hay un fuste de madera que tomó de una manivela y sobre él, realizó la custodia circular de madera, que fue labrando con distintos trozos y utensilios de madera de carpintería, que luego talló para culminarla por una cruz.
Según explica la señora Casaus, su marido «tuvo muchísimos compañeros que murieron, y él pensó que en cualquier momento le tocaría porque cada día sacaban más de la cárcel. Se libró de milagro».
Recorrido procesional de un padre con sus hijos
Otro de los casos documentados de una «procesión clandestina» del Corpus, prosigue la información de AVAN, fue relatado por el propio arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, en la Vigilia con jóvenes que celebró el pasado viernes por la noche en la Basílica de la Virgen.
El prelado mencionó una reciente carta que le había remitido un religioso valenciano, que siendo niño presenció cómo su padre «trajo un día a casa ocultas varias formas consagradas que había recibido para que algunos sacerdotes acudieran clandestinamente a recogerlas y distribuyesen a escondidas a los que se lo solicitasen».
Aquel padre, «sabiendo que corría peligro de muerte si le descubrían, no quiso que en Valencia faltara la procesión del Corpus y, cuando llegó la fecha de esta solemnidad en 1937, tomó el Santísimo Sacramento colgándoselo en una fina caja sobre el pecho, se abrochó encima la camisa y la chaqueta, tomó de la mano a sus dos niños pequeños y les dijo que "en Valencia no ha faltado nunca la procesión del Corpus Christi; tampoco ahora"».
A continuación salieron de casa, se dirigieron a la catedral de Valencia y «con sus dos hijos, sin soltarlos de la mano, hizo todo el recorrido tradicional de la procesión del Corpus Christi por el centro de Valencia mientras rezaban en voz baja».
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