REFORZADO POR DIEZ ESTADOS
El Papa se implica a fondo en el caso de los crucifijos ante un preboste europeo
La batalla contra la sentencia del Tribunal de Estrasburgo ha vivido un episodio sutil, pero diplomáticamente inconfundible. Benedicto XVI se había pronunciado pocas veces de forma personal sobre el llamado Caso Lautsi, y la ocasión era propicia.
Oficialmente es el Estado italiano el apoyado por otros diez Estados europeos contra la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, que en noviembre del año pasado, al fallar el llamado Caso Lautsi, resolvió que la presencia de crucifijos en el aula de un instituto italiano era contraria a la libertad de conciencia de los alumnos.
Pero el Vaticano no ha escondido su satisfacción ante ese respaldo de diez países a las raíces cristianas de Europa, y este sábado Benedicto XVI ha querido mantener viva esa protesta con un sutil pero inconfundible toque de atención diplomático ante mandatarios europeos.
Fue en la audiencia concedida, en la Sala Clamentina del Palacio Apostólico Vaticano, a los asistentes a la 45ª asamblea del Banco de Desarrollo del Consejo de Europa, institución financiera creada en 1956 para contribuir a la cohesión social de los países europeos.
Dicho Banco es, como el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, una institución al amparo del Consejo de Europa, y su gobernador, el francés Raphaël Alomar, ha sido el principal destinatario de una frase del Papa claramente concerniente a la sentencia.
Al recordar que la economía y las finanzas están al servicio de la persona humana como verdadero capital, y que parte de ese verdadero capital es «la dimensión espiritual de la persona humana», Benedicto XVI ha hecho una advertencia severa: «El Cristianismo permitió Europa comprender qué son la libertad, la responsabilidad y la ética que impregnan sus leyes y sus estructuras sociales. Marginar el Cristianismo -también expulsando los símbolos que lo representan- contribuiría a amputar a nuestro continente de la fuente fundamental que lo alimenta incansablemente y contribuye a su verdadera identidad».
El mensaje queda, pues, transmitido a las instituciones europeas, apenas cuarenta y ocho horas después de que el Pontífice hablase con José Luis Rodríguez Zapatero sobre una Ley de Libertad Religiosa de tramitación ahora pospuesta, pero que incluirá entre sus puntos precisamente esa eliminación de símbolos cristianos del espacio público.
Pero el Vaticano no ha escondido su satisfacción ante ese respaldo de diez países a las raíces cristianas de Europa, y este sábado Benedicto XVI ha querido mantener viva esa protesta con un sutil pero inconfundible toque de atención diplomático ante mandatarios europeos.
Fue en la audiencia concedida, en la Sala Clamentina del Palacio Apostólico Vaticano, a los asistentes a la 45ª asamblea del Banco de Desarrollo del Consejo de Europa, institución financiera creada en 1956 para contribuir a la cohesión social de los países europeos.
Dicho Banco es, como el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, una institución al amparo del Consejo de Europa, y su gobernador, el francés Raphaël Alomar, ha sido el principal destinatario de una frase del Papa claramente concerniente a la sentencia.
Al recordar que la economía y las finanzas están al servicio de la persona humana como verdadero capital, y que parte de ese verdadero capital es «la dimensión espiritual de la persona humana», Benedicto XVI ha hecho una advertencia severa: «El Cristianismo permitió Europa comprender qué son la libertad, la responsabilidad y la ética que impregnan sus leyes y sus estructuras sociales. Marginar el Cristianismo -también expulsando los símbolos que lo representan- contribuiría a amputar a nuestro continente de la fuente fundamental que lo alimenta incansablemente y contribuye a su verdadera identidad».
El mensaje queda, pues, transmitido a las instituciones europeas, apenas cuarenta y ocho horas después de que el Pontífice hablase con José Luis Rodríguez Zapatero sobre una Ley de Libertad Religiosa de tramitación ahora pospuesta, pero que incluirá entre sus puntos precisamente esa eliminación de símbolos cristianos del espacio público.
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