«SI QUIEREN SER COHERENTES CON SU FE»
El obispo Gea llama a los católicos a «desobedecer» al Gobierno ante la Ley del Aborto
Una vez más, el obispo emérito de Mondoñedo, ahora misionero, José Gea Escolano, realiza una llamada impactante desde su blog en ReL.Esta vez, llama a la desobediencia legítima contra las leyes injustas, inhumanas y contrarias al bien común. Desobediencia que «obliga» a todo católico que quiera ser coherente con su fe.
Bajo el sugerente título «¿Obedecer a los obispos o al Gobierno?» el obispo emérito de Mondoñedo-Ferrol, José Gea Escolano, desgrana desde su blog en ReL Un obispo opina, las implicaciones de los preceptos neotestamentarios que hablan del respeto y la obediencia a las instituciones humanas, por un lado, y a las disposiciones de la Iglesia, por otro.
Obedecer a Dios como los mártires
En caso de contradicción, el prelado señala la respuesta que san Pedro dió a los sumos Sacerdotes que les prohibieron difundir las enseñanzas de Crito: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Y añade: «Ahí están, como prueba de esa obediencia, los innumerables mártires que se negaron a cumplir lo que les ordenaba la autoridad civil, aún a costa de su vida».
Coherencia con la fe
Más extensamente, monseñor Gea señala que «cuando un cristiano está ante el dilema de obedecer a Dios o a la autoridad civil, ha de obedecer a Dios. Esto podrán no aceptarlo quienes no son católicos, pero los católicos deben aceptarlo si quieren ser coherentes con su fe».
El católico «debe desobedecer»
Este dilema, señala, se produce cuando la autoridad civil, que teóricamente debe velar por el bien común, va más allá y exige «una obediencia a una ley contraria a la dignidad de la persona o al bien común, un católico no sólo no está obligado a obedecer, sino que debe desobedecer, porque el gobierno, en este caso, no tiene derecho a exigir la obediencia de sus súbditos ya que la ley debe estar siempre ordenada al bien común».
Algunas leyes indignas y contrarias al bien común
Monseñor Gea, recuerda el momento en que Juan el bautista le reprocha a Herodes que «no te está permitido tener la mujer de tu hermano» y sostiene, en paralelo, que el bautista hoy bien podría decirle al Gobierno: «No te es lícito aprobar el aborto; no te es lícito equiparar el matrimonio de un hombre y una mujer con una unión homosexual; no te es lícito equiparar la adopción de niños por un matrimonio que por dos homosexuales; no te es lícito aprobar cualquier ley que vaya contra la dignidad de las personas y del bien común».
Obedecer a Dios como los mártires
En caso de contradicción, el prelado señala la respuesta que san Pedro dió a los sumos Sacerdotes que les prohibieron difundir las enseñanzas de Crito: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Y añade: «Ahí están, como prueba de esa obediencia, los innumerables mártires que se negaron a cumplir lo que les ordenaba la autoridad civil, aún a costa de su vida».
Coherencia con la fe
Más extensamente, monseñor Gea señala que «cuando un cristiano está ante el dilema de obedecer a Dios o a la autoridad civil, ha de obedecer a Dios. Esto podrán no aceptarlo quienes no son católicos, pero los católicos deben aceptarlo si quieren ser coherentes con su fe».
El católico «debe desobedecer»
Este dilema, señala, se produce cuando la autoridad civil, que teóricamente debe velar por el bien común, va más allá y exige «una obediencia a una ley contraria a la dignidad de la persona o al bien común, un católico no sólo no está obligado a obedecer, sino que debe desobedecer, porque el gobierno, en este caso, no tiene derecho a exigir la obediencia de sus súbditos ya que la ley debe estar siempre ordenada al bien común».
Algunas leyes indignas y contrarias al bien común
Monseñor Gea, recuerda el momento en que Juan el bautista le reprocha a Herodes que «no te está permitido tener la mujer de tu hermano» y sostiene, en paralelo, que el bautista hoy bien podría decirle al Gobierno: «No te es lícito aprobar el aborto; no te es lícito equiparar el matrimonio de un hombre y una mujer con una unión homosexual; no te es lícito equiparar la adopción de niños por un matrimonio que por dos homosexuales; no te es lícito aprobar cualquier ley que vaya contra la dignidad de las personas y del bien común».
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