La Iglesia está presente donde el Estado no llega
La Iglesia Católica en España dispone de cinco mil centros religiosos para antender a ancianos enfermos
España se sitúa a la cola de Europa en niveles de cobertura para los ancianos enfermos o dependientes: sólo el 3,5% de mayores de 65 años tiene ayuda oficial a domicilio. La Ley de Dependencia en España se queda muy corta para solucionar las carencias en la atención estatal a ese colectivo. Mientras tanto, un total de cerca de cinco mil estructuras sanitarias para ancianos enfermos es la oferta que mantienen los religiosos en España, según revela en un reciente informe Aurelia Cuadrón, de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.
(ForumLibertas)La Ley de Dependencia en España se queda muy corta con uno de los colectivos que más la necesita, el de los ancianos enfermos o dependientes. De hecho, al “cuarto pilar del Estado del Bienestar”, como bautizó Zapatero esta ley, le faltan casi un millón de octogenarios. España se sitúa en el furgón de cola de los países europeos en niveles de cobertura para los ancianos enfermos y, según informa la agencia ZENIT, sólo el 3,5% de los mayores de 65 años cuentan con un servicio de ayuda a domicilio prestado desde la administración pública. Mientras tanto, un total de cerca de cinco mil estructuras sanitarias para ancianos enfermos es la oferta que mantienen los religiosos en España, según revela en un reciente informe Aurelia Cuadrón, de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. Presencia religiosa Según publica la Encuesta sobre Discapacidad, Deficiencias y Estado de Salud del Instituto Nacional de Estadística (INE), un 9% de la población (3.528.222) tienen algún tipo de discapacidad o limitación. Por otra parte, la mayor parte de estas personas dependientes en España son mayores de 65 años y más del 80% de las que no se pueden valer por si mismas superan los 65 años, según la información de ZENIT. Estos datos contrastan con las cerca de cinco mil estructuras sanitarias (casas para enfermos crónicos, asilos para ancianos, hospicios, cínicas para ancianos) impulsadas directamente en España por instituciones religiosas. Esta cifra representa el 22,71% “del total de las estructuras de la Iglesia en el mundo de la salud”, tal y como recoge la religiosa Aurelia Cuadrón en el último número de los folletos Con Él editado por la Conferencia Española de Religiosos y encartado en la revista Vida Nueva. En su escrito titulado Las órdenes religiosas y el anciano enfermo, Cuadrón recoge la presencia de las instituciones religiosas en la asistencia a los mayores enfermos, reseñando la atención prestada, el carisma y los centros desde los que prestan su servicio congregaciones religiosas como las Hermanitas de los Ancianos Desamparados que atienden a 15.300. Las Religiosas Hermanitas de los Pobres se encargan de unos 5.800 ancianos; La Orden de los Ministros de los Enfermos (Camilos) hace lo propio, con la Residencia Asistida San Camino y la Unidad de Cuidados Paliativos; La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios atiende diferentes centros hospitalarios, psiquiátricos, y de asistencia geriátrica; y la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús atienden una media de 20.000 personas mayores al año. Asimismo, los Mensajeros de la Paz atienden a cerca de 7.500 personas mayores y casi siete millones de llamadas de ancianos a través del Teléfono Dorado; y la Federación española de residencias y servicios de atención a los mayores del sector solidario (LARES), creada a partir de Federación Española de Religiosos Sanitarios (FERS), cuenta con 604 centros asociados en España, un 80% de ellos de instituciones religiosas. “En este servicio de atención a los mayores dependientes, las instituciones religiosas se enfrentan con algunos desafíos a los que es necesario dar respuesta para seguir anunciando el Evangelio en el mundo de la salud”, señala Cuadrón. Se trata de desafíos tales como impulsar los cuidados paliativos, ayudar a morir dignamente en una sociedad tecnológica o impulsar la Pastoral de la Salud. Más crítica, por favor Por Bruno Moreno Ramos
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