Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

LOS EXPERTOS RESPALDAN LA OPINIÓN DEL PAPA DE QUE NO SE PUEDE COMBATIR LA EPIDEMIA «SÓLO REPARTIENDO PROFILÁCTICOS»

A más preservativos, más sida

El intento de reprobar al Papa por parte de ERC e Izquierda Unida convierte de nuevo en noticia las criticadas declaraciones que hizo -hace casi dos meses- Benedicto XVI. Corrieron como la pólvora y fueron descontextualizadas por algunos medios de comunicación. Pero, si se analizan con rigor, las afirmaciones del Santo Padre no son, ni más ni menos, que las que vienen haciendo, desde hace años, los expertos en esta terrible enfermedad: vender el preservativo como arma invencible para luchar contra el sida es, en realidad, la mejor forma de propagarlo.

(Rosa Cuervas-Mons/ALBA) Aunque han pasado casi dos meses desde que se produjeron, las declaraciones del Papa Benedicto XVI sobre la efectividad del preservativo como arma para acabar con el sida siguen dando que hablar. Sobre todo en España. Y es que la pasada semana, el Congreso de los Diputados admitió a trámite una iniciativa del grupo Izquierda Unida para que la Cámara Baja repruebe las palabras del Santo Padre, que considera irresponsables. Izquierda Unida sigue así la estela de la Cámara de Representantes belga, que calificó de inaceptables las declaraciones del Papa. Una reprobación, que, sin embargo, no tuvo éxito en el Senado del mismo país. Muchas otras organizaciones acusaron a Benedicto XVI de ignorante y defendieron la eficacia del preservativo en la estrategia de lucha contra el sida. ¿Se equivocó entonces el Papa al decir lo que dijo? Y, más importante aún, ¿qué dijo el Papa, exactamente? Justo antes de la llegada a la capital de Camerún, un periodista señaló: «Entre los muchos males que afligen a África, está en particular el de la difusión del sida. La postura de la Iglesia católica sobre el modo de luchar contra él es considerada a menudo no realista ni eficaz. ¿Usted afrontará este tema, durante el viaje?». La respuesta del Papa fue: «Yo diría lo contrario: pienso que la realidad más eficiente, más presente en el frente de la lucha contra el sida es precisamente la Iglesia Católica, con sus movimientos, con sus diversas realidades... Diría que no se puede superar el problema del sida sólo con eslóganes publicitarios. Si no está el alma, si no se ayuda a los africanos, no se puede solucionar este flagelo sólo distribuyendo profilácticos: al contrario, existe el riesgo de aumentar el problema. La solución puede encontrarse sólo en un doble empeño: el primero, una humanización de la sexualidad, es decir, una renovación espiritual y humana que traiga consigo una nueva forma de comportarse uno con el otro, y segundo, una verdadera amistad también y sobre todo hacia las personas que sufren». No terminó ahí, pero éstas fueron las palabras más difundidas, descontextualizadas, cercenadas y criticadas del viaje papal a África. También en Harvard Sin embargo, más de un centenar de expertos en la lucha contra esta terrible enfermedad, expertos de todas las ideologías y condiciones, aseguraban antes de estas declaraciones de Benedicto XVI -y siguen asegurando ahora- exactamente lo mismo. Ellos también sostienen que el uso del preservativo no es, en sí mismo, un método eficaz para combatir la expansión del sida. Lo dice, entre otros, el máximo experto de la Universidad de Harvard, Edward Green. Director del Proyecto de Investigación de Prevención del Sida, Green, que se define como «liberal en temas sociales», aseguró en el diario ilsussidiario.net que, aunque le «costaba reconocerlo, el Papa tiene razón». «Nuestras pruebas demuestran que en África los preservativos no funcionan como un medio para reducir la tasa de infección del sida. Funcionan, por ejemplo, en Tailandia y Camboya, que tienen dinámicas de epidemias muy diferentes». Además, Green reconoció que hay «una relación entre un mayor uso de preservativos y una mayor tasa de infecciones». «No conocemos todas las causas de este fenómeno, pero parte de esto se debe a lo que denominamos ‘compensación del riesgo’. Significa que quien usa los preservativos está convencido de que son más eficaces de lo que son en realidad, llegando así a asumir mayores riesgos sexuales. Otro hecho que se pasa por alto es que los preservativos se usan para casos de sexo ocasional o con pago, pero no se utilizan entre personas casadas o con la pareja habitual. Por ello, una consecuencia del incremento en el uso de los preservativos puede derivar en un aumento del sexo ocasional», explicó. El entrevistador insistía: «Por lo tanto, aunque es algo sorprendente, ¿está probado que un uso mayor de los preservativos va ligado a una mayor tasa de infecciones?». «Desde hace algunos años se ha comenzado a notar en África que los países con mayor disponibilidad de preservativos y tasas superiores de su utilización tenían una mayor tasa de infección de sida. Esto no prueba una relación causal, pero debería habernos llevado a valorar de un modo más crítico los programas relativos al uso de los preservativos», sentenció. Y Green no fue el único que dio la razón al Papa. También lo hicieron cinco expertos de la talla de Michele Barbato, ginecólogo y presidente del Instituto Europeo de Educación Familiar, Tony Anatrella, especialista en psiquiatría social, el médico epidemiólogo Jokin de Irala, el presidente de la Federación Africana de Acción Familiar, Danny Sauvage, y el jefe de servicio de bioestadística del Centro Hospitalario Universitario de Lyon, René Ecochard. En una carta publicada en el diario Le Monde, los científicos reconocen que «el preservativo es la tecnología más eficaz, pero no la medida preventiva más eficaz», y explican que «en numerosos países de África la proporción de personas portadoras del virus es demasiado elevada para que la epidemia sea frenada solo con los preservativos». «No hay ningún país con una epidemia generalizada que haya logrado bajar la proporción de población infectada por el VIH mediante campañas centradas sólo en la utilización de preservativos. Los casos de bajada de la transmisión del VIH publicados en la literatura científica están asociados a la puesta en práctica de la tríada ABC (abstinencia, fidelidad y condón -utilización de preservativos-). En otras palabras, sólo los programas que han recomendado seriamente el retraso de la actividad sexual de los jóvenes y la monogamia mutua (fidelidad) han tenido éxito», explican los autores del artículo, que recuerdan que la «Iglesia Católica ha propuesto siempre A y B». Irala y los demás firmantes coinciden con Green en el mensaje de falsa seguridad que da el preservativo: «Los programas de prevención centrados en el preservativo dan un mensaje inadaptado a la población y a los jóvenes en particular. Transmiten el mensaje: ‘Cualquiera que sea tu conducta sexual si utilizas preservativos, es segura, sin riesgo». «Si la gente cree que tiene una seguridad del 100 por cien utilizando preservativos, tiende a asumir más riesgos», concluyen. Naciones Unidas, también El propio informe ONUSIDA 2008 -un informe mundial de Naciones Unidas sobre esta epidemia- reconoce que «en algunos de los países más gravemente afectados se han realizado mejoras significativas en la prevención de nuevas infecciones por el VIH». ¿Cómo? El informe lo explica. «En Ruanda y Zimbabue, los cambios en el comportamiento sexual han tenido como resultado descensos en el número de nuevas infecciones por el VIH. En muchos de esos países, la utilización del preservativo va en aumento entre los jóvenes con múltiples parejas sexuales. Otro signo alentador es que los jóvenes demoran más tiempo el inicio de las relaciones sexuales con penetración. (...) En el Camerún, el porcentaje de jóvenes que tenían relaciones sexuales antes de alcanzar los 15 años de edad se redujo del 35 al 14 por ciento». Así pues, parece que hasta Naciones Unidas reconoce abiertamente lo mismo que dijo Benedicto XVI: que si la lucha contra el sida se centra sólo en el fomento del preservativo, y no en el retraso de las relaciones y la fidelidad de las parejas, nunca será efectiva. El Papa utilizó, sí, un lenguaje menos al uso: «No se puede solucionar este flagelo sólo distribuyendo profilácticos»; pero el contenido de su mensaje es, sometido al juicio de la ciencia, rigurosamente cierto. El éxito de la estrategia ABC en África En 2004, más de 140 expertos en la lucha contra el sida de 36 países y de muy diversas ideologías defendieron en la prestigiosa revista The Lancet la estrategia ABC, A (abstinencia), B (fidelidad - be faithful) y C (condom - preservativo) como mejor forma de luchar contra esta enfermedad. Como explica el epidemiólogo Jokin de Irala (Universidad de Navarra), este consenso señala que lo prioritario, lo 100% seguro, es «abstenerse de relaciones sexuales; es decir, recomendar a los jóvenes que retrasen el inicio de éstas. Lo mismo se puede decir de la fidelidad». «Finalmente», explica De Irala, «y en el caso de que fueran rechazadas las recomendaciones anteriores, se habla de la C recomendando el uso de condones, advirtiendo que reducen, pero no eliminan totalmente, el riesgo de contagio». Un consenso que, señala el experto, coincide en los puntos A y B con lo que la Iglesia lleva enseñando desde siglos en materia de sexualidad. La estrategia ABC ha sido aplicada con éxito en varios países africanos como Uganda, por ejemplo, hoy con una tasa de sida del 5,4 por ciento.
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