Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Nablus, 600 cristianos, un párroco de Murcia y neocatecumenal, y miedo a la violencia en las calles

El padre Miguel Pérez en la parroquia de San Justino, en Nablus, donde los cristianos son pocos cientos
El padre Miguel Pérez en la parroquia de San Justino, en Nablus, donde los cristianos son pocos cientos

ReL

Ha vuelto la violencia entre palestinos e israelíes a distintas localidades de Cisjordania e Israel, entre ellas Nablus, donde viviera San Justino en el siglo II. Es la segunda mayor ciudad palestina con 250.000 habitantes. La inmensa mayoría son musulmanes, algunos son samaritanos y hay unos 600 cristianos.

El párroco católico en el barrio de Rafidia es Miguel Pérez Jiménez, español, natural de Murcia, formado en el Camino Neocatecumenal, cuarto de diez hermanos, que estudió y se ordenó en Galilea, en el Seminario Redemptoris Mater, en 2018. Habla bien árabe y hebreo y desde agosto de 2021 es sacerdote en la parroquia de San Justino en Nablus. Antes estuvo en Jordania y la ciudad israelí turística, moderna y nada religiosa de Eilat.

Ahora ve la dimensión más violenta del conflicto palestino-israelí desde cerca. La última ola de violencia, desde enero, supera los 75 muertos, en su mayoría palestinos.

"La gente tiene miedo de moverse y los que más sufren son los que trabajan fuera de la ciudad y se ven obligados a desplazarse. Incluso el mercado de Nablus está casi vacío, cuando normalmente está abarrotado de gente y los puestos cargados de mercancías", señalaba hace pocos días el sacerdote a la agencia misionera AsiaNews.

Pesimismo en la gente: el miedo es peor que el odio

El temor a que "la situación empeore es real" y entre la población "predomina el pesimismo". Mucha gente en Nablus, dice, "espera que vengan días aún peores" y una escalada "de la tensión" y esto es aún más evidente cuando se analiza "el panorama político: hay muy pocas esperanzas de que puedan llegar a una paz [justa]", señaló.

Miguel Pérez Jiménez distingue entre el miedo y el odio. El odio es malo, pero al menos permite "mediar utilizando la razón y llegar a una solución común".

Pero cuando predomina el miedo, advierte, "es mucho más difícil", porque es "completamente irracional y lleva a hacer daño". Los acontecimientos de los últimos días en Cisjordania "son crímenes" que alimentan la espiral de violencia y el peligro de "una escalada continua".

Él es testigo, dice, de que "hay gente en ambos lados que desearía la paz, que está dispuesta a encontrarse, que está cansada".

La intensa aportación de la minoría católica

La parroquia latina de Rafidia que pastorea el sacerdote murciano se edificó en 1885 y lleva el nombre de San Justino, de los primeros santos apologistas y cultos, que nació en Nablus en 110 y fue martirizado en 165. En el convento latino hay un edificio para la oración, una sala de reuniones y actividades culturales, un patio para practicar deportes, un convento para las monjas y la casa del párroco.

También en la zona se encuentra el colegio católico San José, fundado en 1904 y del que se hizo cargo el Patriarcado Latino en 1998, apreciado por su alto nivel de enseñanza. Hoy cuenta con 46 profesores y clases que van desde el jardín de infantes hasta el bachillerato. Sólo 1 de cada 10 alumnos son cristianos, la mayoría son musulmanes, con algunos samaritanos.

La respuesta: oración y comunión fraterna en el día a día

Miguel Pérez detalla que "los cristianos de Nablus no son un objetivo de judíos o musulmanes, sino que forman parte de una comunidad, ciudadanos en el pleno sentido del término, y como tales sufren esta situación". Como los demás, afirma, "están acostumbrados" a las tensiones, viven "sabiendo que hay que seguir adelante, continuar con el trabajo y la vida incluso en medio del conflicto". Su arma es, dice, "la oración".

Desde su punto de vista, el conflicto palestino-israelí implica "no sólo a dos naciones, sino a dos cosmovisiones diferentes" que son difíciles de conciliar hoy en día, especialmente debido a las "injusticias" y a las "agendas políticas" de ambas partes, que no van en la dirección de la paz.

"La verdadera Tierra Santa es la de la comunión entre hermanos, no la aplastada por los ejércitos. El amor entre hermanos es más fuerte y esto emerge en la vida cotidiana, incluso en la vida de la propia Iglesia. Esta es nuestra esperanza y nos permite soportar una situación crítica", añade.

Parroquianos católicos latinos de Nablus en misa

Los parroquianos católicos latinos de Nablus en misa, en 2021.

Cómo son los parroquianos

La Fundación Tierra Santa entrevistó al padre Pérez a inicios de 2022. Explicó que "a los habitantes de Nablus les sorprende mi presencia. Están acostumbrados a ver extranjeros que vienen y se van, pero no europeos que llevan tantos años y no tienen intención de irse. La mayoría de los jóvenes de aquí querrían vivir en el extranjero, por lo que no entienden que yo haya venido aquí dispuesto a quedarme para el resto de mi vida. Al final se sienten agradecidos, además porque hablo un árabe muy dialectal y conozco bien sus tradiciones, lo cual les llama mucho la atención".

Añadía que "los cristianos son una minoría, por lo que su fe no es sólo una cuestión espiritual o de convicción personal, sino que la religión es también para ellos una forma de identificación social. Los árabes cristianos son fácilmente distinguibles, ya que muchas veces tienen nombres o apellidos que son casi exclusivamente usados por ellos. También acostumbran a llevar colgada la cruz o el rosario o incluso tatuarse símbolos cristianos, además de que las mujeres cristianas no usan velo como las musulmanas".

Como detalles del día a día, señalaba que "el matrimonio civil no existe en la mayoría de los países de Oriente Medio, por lo que todos los cristianos tienen que casarse por la iglesia. Asimismo, son los curas los que hacen los certificados de herencia. Para los palestinos está prohibido entrar en la zona israelí sin un permiso especial; también la iglesia se encarga de la burocracia para conseguir esos permisos para los cristianos palestinos. En resumen, el cura aquí tiene una función social muy marcada".

Su experiencia es que "el pueblo árabe es un pueblo bastante religioso que valora las actitudes piadosas y busca una moral familiar sólida. Las parroquias aquí suelen tener actividades y grupos de diferente índole. Por ejemplo, en mi parroquia tenemos tres grupos de jóvenes (un grupo para los de primaria, otro para secundaria y bachiller y el tercero para los mayores), un grupo de la Legión de María, una comunidad neocatecumenal, un grupo de monaguillos y un pequeño coro. Pero no podemos pasar por alto que la secularización también está llegando a Oriente y que cada vez los lazos sociales se están debilitando más. También los valores familiares se están perdiendo y, como consecuencia, la vida espiritual se está enfriando".

Más sobre la vocación de Miguel Pérez Jiménez y cómo llegó a Tierra Santa en esta entrevista.

Fotos de la llegada de Miguel Pérez a Nablus, aquí.

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