Es misionero en 20 pueblos tribales de Tailandia y en esta Pascua bautizará a decenas de adultos
El sacerdote Massimo Bolgan es misionero del Pontificio Instituto de Misiones Extranjera (PIME) en Tailandia, donde sirve a distintos grupos tribales que viven en duras condiciones y muy dispersados entre sí. Tiene bajo a su atención más de 20 pueblos y durante esta Pascua bautizará a decenas de adultos de estas aldeas que abandonarán sus antiguas creencias para unirse a la Iglesia.
Sin embargo, su misión no es sencilla pues afirma que "nuestro territorio es vasto e inaccesible, para muchos católicos es difícil ir a la ciudad desde sus respectivas casas. Por lo tanto, en lo días después de Pascua, visitaré uno por uno los 20 pueblos o aldeas de la misión para celebrar la solemnidad”. En una entrevista con AsiaNews cuenta cómo se viven estos días en estos pueblos tribales tailandeses:
- ¿Cómo vive estos días precedentes a la Pascua la pequeña comunidad católica tailandesa?
- En las últimas semanas en Tailandia terminó el año escolar, por lo tanto estamos en el período de vacaciones. Normalmente, Pascua cae durante el Songkran, el fin de año del calendario lunisolar budista. Es esta una recurrencia muy sentida por la población tailandesa, que durante los 5 días de fiesta sale a las calles y da vida a alegres batallas con globos con agua, que simboliza la purificación de todas las malas acciones del año pasado. Sin embargo, la euforia que envuelve al país a menudo hace difícil para los cristianos vivir en recogimiento la Semana Santa. Pero, este año la Pascua se celebrará algunos días antes y no tendremos ese problema.
- ¿Cuáles son las iniciativas realizadas en la misión del PIME de Fang?
- Estando las escuelas cerradas, los niños que hospedamos durante el año en nuestro centro ya volvieron a sus casas. Por lo tanto, en ocasión de la Semana Santa, hemos pensado organizar un campo para los jóvenes de los pueblos que componen nuestra misión. Desde ayer hemos recibido a unos 100 muchachos que frecuentan las escuelas medias y las actividades que hemos preparado para ellos, como encuentros y catequesis, los preparamos a vivir y entender el sentido profundo del Triduo Pascual. Esta es para ellos una oportunidad única vivir juntos la experiencia de la Pascua. Cuando voy de visita pastoral a sus comunidades, es difícil verlos en la iglesia para la misa, frecuentada sobre todo por adultos y ancianos. El campo de verano representa por lo tanto para los jóvenes una ocasión de profundización de la fe. Diversos niños que adhirieron a la iniciativa no están aún bautizados. Si los padres no recibieron el sacramento y los jóvenes no son mayores de edad, nosotros sacerdotes no les administramos el bautismo.
- ¿Cómo cambió en estos días la vida de la misión?
- Gracias a la presencia de los jóvenes que participan en el campo, en estos días la parroquia de Fang siempre está llenísima. Normalmente, son unas 40 o 50 las personas que la frecuentan. Esto es debido a la realidad ciudadana, donde es más difícil que el cristianismo logre hacerse una brecha en la fuerte tradición budista, que caracteriza a la cultura tailandesa. Sin embargo, encontrándose en una ciudad de frontera, la pequeña comunidad encuentra fuerza en las personas que llegan de Myanmar y se estableció en la zona. Además, los jóvenes que en el tiempo frecuentaron nuestro centro, se demuestran siempre muy preparados y firmes en la fe.
- ¿Cómo celebran la Pascua los católicos locales?
- En lo que se refiere al modo en el cual los pueblos celebran la Pascua, hay que decir que Fang es un caso diverso de otras misiones, donde los asentamientos están más cercanos entre ellos y los sacerdotes pueden reunir a los fieles con mayor facilidad. Nuestro territorio es vasto e inaccesible, para muchos católicos es difícil ir a la ciudad desde sus respectivos centros habitacionales. Por esto, en los días siguientes a la Pascua, visitaré uno por uno a los 20 pueblos u aldeas de la misión para celebrar la solemnidad, si bien a distancia de tiempo. Desde el momento que se trata de días laborales, pedí a los fieles que nos encontrásemos por la mañana o por la tarde-noche”.
- Pascua es tiempo de bautismos. ¿Cuántos tribales se convertirán en cristianos y qué tipo de camino de conversión han enfrentado?
- En la primera semana, visitaré 10 pueblos. En 3 de éstos, administraré el bautismo de decenas de adultos y niños: 15 en el primero, 20 en el segundo y 6 en el tercero. La ceremonia representa un momento importante para toda la comunidad, porque serán los primeros grupos de adultos que se vuelven cristianos. Aquí es tradición celebrar los bautismos, en particular de los adultos, en ocasión del Sábado Santo, al final de un recorrido de preparación que dura al menos 2 años e inicia con la renuncia a los precedentes credos. Durante este período, nuestros catequistas van a los pueblos para formar a los futuros cristianos con una frecuencia más o menos mensual. Es importante para nosotros verificar que la participación de los catecúmenos a los encuentros sea asidua. Al terminar el camino, será el catequista quién establecerá si la persona está preparada o no para recibir el bautismo.
- ¿Cuál es la tradición pascual más difundida entre los fieles?
- Durante la Pascua, los tribales de etnia akhá tiene la tradición de regalar huevos duros de gallina, pintados de rojo. En este período, cuando visito sus pueblos, veo a tantos niños y mujeres con las manos manchadas de tintura, pero cuando les pregunto cuál es el origen de esta costumbre, nadie está en grado de responderme y se quedan todos maravillados por mi curiosidad. Mi suposición es que esta gente, nativa de Myanmar, haya en el pasado entrado en contacto con los primeros misioneros occidentales, que introdujeron este símbolo pascual. Por lo tanto, aprovecho de la ocasión para explicarles qué representa el huevo para mí: la imagen de una vida que nace de algo que parece inanimado”.
- ¿Cuáles son los frentes misioneros y los desafíos que les esperan a los sacerdotes del PIME en Fang?
- En estos días, nosotros misioneros del PIME hemos llevado a término la nueva edición de un libro de oraciones en lengua akhá y estamos tratando de conseguir fondos para la impresión. Consideramos importante que los tribales puedan tener un texto que los ayude en la oración. No obstante las muchas dificultades, como por ejemplo la alta tasa de analfabetismo, estamos invirtiendo muchas de nuestras energías en este proyecto, apoyados también por el trabajo de los catequistas, que manejan bien la lengua. Debemos creerlo.
Otro ámbito en el cual estamos comprometidos mucho en la formación de los catequistas y los líderes de oración que ayudan y enseñan a rezar allí donde nosotros sacerdotes no logramos llegar. También en este caso, son diversas las dificultades que tenemos que atravesar. Ante todo, la carencia de laicos dispuestos a recibir el cargo y dedicar a esto el propio tiempo. En segundo lugar, es difícil para nosotros encontrar los fondos para pagar a las personas interesadas y obviar las mismas dificultades económicas que llevan a la gente a transferirse a las grandes ciudades. No obstante todo, este es nuestro sueño y haremos todo lo posible para realizarlo.