Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Una ciudad en lo alto no se puede esconder: quizás Jesús se refería a esta ciudad, ahora visitable

Ruinas de Sussita o Hippos, junto al Mar de Galilea
Ruinas de Sussita o Hippos, junto al Mar de Galilea, a 30 km de Nazaret... ahora se pueden visitar

P.J.Ginés / Tierra Santa

A dos kilómetros al sur del Mar de Galilea, en una colina sobresaliente a 350 metros por encima de sus aguas, está la ciudad griega de Hippos, que la población de lengua aramea llamaba Sussita (que significa lo mismo, "caballo", aunque en femenino).

Es posible que cuando Jesús predicó su ejemplo de que "una ciudad en lo alto no se puede esconder" lo hiciera señalando Sussita, o teniéndola de fondo. También es posible que no entrara nunca en ella, porque en la época de Jesús, los judíos piadosos evitaban el lugar, que tenía templos paganos, gimnasios, baños y todas las cosas propias de la vida pagana griega. Pero no había duda de que la veía y conocía: estaba a unos 30 kilómetros de Nazaret.

Hippos era una de las diez ciudades de población griega al este del Jordán, la federación llamada Decápolis. La fundaron griegos seleucidas. Comercialmente, era rival de Tiberíades, la ciudad de población judía y galilea al otro lado del lago.

Mapa del Mar de Galilea en la época de Jesús

Esta rivalidad estalló con violencia en la Guerra Judía del 66 al 70 que llevaría a la destrucción del Templo de Jerusalén. El historiador Flavio Josefo escribe que los griegos de Hippos atacaron a la población judía de su entorno, y que participaron en el ataque contra Magdala y otros lugares del Mar de Galilea.

Cuando hoy a los visitantes del Centro Magdala les muestran la extraña barricada hecha con columnas a la entrada de las ruinas de la sinagoga, pueden imaginar que buscaba defenderse de los griegos llegados desde Hippos.

Las colinas de Galilea desde el Parque Nacional de Sussita

Ahora se puede visitar: historia y vistas

La novedad ahora es que desde esta primavera de 2023 Sussita puede visitarse con todas las comodidades de un Parque Nacional, mostrando sus magníficas ruinas y una vista espectacular del hermoso Mar de Galilea y sus alrededores.

El yacimiento permite contemplar restos romanos y bizantinos. La ciudad parece que tardó en cristianizarse, pero sabemos que tenía un obispo al menos en el año 359. Unos tres siglos después, fue conquistada por los musulmanes en el año 641. A los cristianos se les permitió mantener el culto pagando fuertes tributos y no se derribaron sus iglesias, pero los arqueólogos han descubierto que las imágenes de santos y de culto fueron cubiertas con una pasta de estaño y plomo. La ciudad entró en decadencia, y un terremoto acabó de destrozarla en el 749, cuando se abandonó por completo.

Los que visiten Sussita verán la plaza central de la ciudad, un vasto depósito de agua en el centro del Foro, los restos de una magnífica basílica y el Odeón (un pequeño teatro cubierto). El sitio también cuenta con los restos de ocho iglesias y se piensa que debían recibir peregrinos cristianos ya en la antigüedad.

Las ruinas de Sussita o Hippos junto al Lago de Galilea, foto de Yoav Palma

Edificios militares, ahora para la cultura

Hippos está en la zona de frontera entre Siria e Israel demarcada por Naciones Unidas, y tiene edificios de las fuerzas armadas israelíes, pero ahora se han reacondicionado para el turismo y la cultura: uno es un centro de visitantes y ofrece una película con la historia antigua de Sussita, otro ofrece datos sobre la Sussita actual y el cercano kibbutz de Ein Gev.

En los últimos 20 años, un equipo de la Universidad de Haifa excava el lugar mientras la Autoridad de Parques Nacionales lo ha acondicionado para abrirlo al público. Los visitantes de hoy, como los de la época de Jesús, pasean por su antiguo Decumanus Maximus, su calle central, y acceden a todos sus espacios.

Para el cristiano, puede ser especialmente evocador contemplar el Mar de Galilea desde esta altura e imaginar a Jesús y sus Apóstoles recorriendo su orilla a pie, o cruzándolo en sus barcas.

(Publicado originariamente en la web de Fundación Tierra Santa; con fotos de Yoav Palma)

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