Comunismo y operación inmobiliaria, en una misma jugada
Católicos y budistas unidos en Saigón contra un plan para derruir templos y crear un barrio sin Dios
Las autoridades comunistas vietnamitas tienen la intención de demoler un templo budista y dos iglesias cristianas, que están situados en una zona al sur de Ho Chi Minh City, para iniciar un plan de desarrollo urbano de importante valor económico.
Sin embargo, el proyecto de la administración de la ciudad ha suscitado una valiente resistencia de parte de los líderes religiosos y de la comunidad local de los fieles.
Un Consejo Interreligioso integrado por cristianos y budistas emitió un llamamiento público pidiendo apoyo para detener la confiscación de los edificios y terrenos en la zona de Thu Thiem, que incluye sus templos, y que constata que en el nuevo barrio no se mencionan equipamientos religiosos. Sería un "barrio sin Dios".
El 15 de septiembre pasado se inició una petición dirigida a los gobiernos y organizaciones internacionales pro derechos humanos, medios de comunicación y "todos los compatriotas de Vietnam", que recibieron más de 600 apoyos en las primeras 30 horas.
Denunciaban la amenaza de las autoridades, que tienen la intención de cerrar la pagoda de Tri Lein para el final del mes.
Otros lugares de culto se encuentran en riesgo, dice el texto, incluyendo "la Iglesia Católica de Thu Thiem" y la comunidad de las Hermanas Amantes de la Santa Cruz.
Ya había sido cerrada antes la casa de oración de la Iglesia Evangélica de Vietnam y la Iglesia Menonita (cristianos protestantes).
La notificación del cierre de la pagoda de Lien Tri se remonta al 18 de agosto del año pasado y se podría aplicar en cualquier momento entre el 8 y 30 de septiembre.
Las autoridades han ofrecido una indemnización de 274.000 dólares por la expropiación de la pagoda y la tierra, pero uno de los monjes residentes subraya que esto no es una cuestión económica.
"No voy a aceptar ninguna oferta", dijo Thich Khong Tanh en una entrevista con Radio Free Asia (RFA), pero las autoridades no entienden razones y "dicen que quieren seguir adelante" con su plan.
Detrás del ataque de las autoridades, está el hecho que la comunidad de Lien Tri no pertenece a la comunidad budista oficial, reconocida por el gobierno.
"Nosotros somos de la Iglesia Budista Unificada - añade - proscrita por las autoridades vietnamitas, desde hace años somos víctimas de aislamiento y represión, y ahora utilizan el tema de la tierra para eliminarnos". "El Gobierno - concluye - siempre hace lo que quiere".
El área urbana de Thu Thiem, al sur de la antigua Saigón, es objeto de un amplio trabajo de desarrollo, con centros comerciales, vivienda, oficinas y edificios administrativos, centros de educación y entretenimiento local. Sin embargo, no hay ninguna mención de los lugares de culto, las iglesias y templos, o incluso un espacio para la oración.
¿Cómo es posible, se pregunta el líder del Consejo Interreligioso de Vietnam, satisfacer "las necesidades espirituales y religiosas" si los planes de desarrollo a largo plazo "no tienen ninguna consideración por las instituciones religiosas?".
Detrás del anonimato, una monja de las Amantes de la Santa Cruz añade que "el gobierno quiere echarnos, para que puedan construir su nueva ciudad aquí".
Hoy en Vietnam, frente a una población de cerca de 87 millones de personas, son budistas un 48%; católicos un poco más de un 7%, seguido por sincretistas con el 5,6%; Por último, hay un aproximado de 20% que se declaran ateo.
Siendo una minoría (aunque significativa), la comunidad cristiana es particularmente activa en las áreas de educación, salud y desarrollo social. Por el contrario, la libertad religiosa ha ido disminuyendo de manera constante: la introducción del Decreto 92 ha impuesto restricciones de facto en la práctica del culto, que se une cada vez más a los dictados y directrices del gobierno y el Partido Comunista único.
En el foco de las autoridades terminan líderes religiosos, incluyendo budistas y católicos, o comunidades enteras como ocurrió el año pasado en la diócesis de Vinh, donde los medios de comunicación y el gobierno han puesto en marcha una campaña difamatoria y ataques contra obispos y fieles. La represión también afecta a las personas, culpables de reclamar el derecho a la libertad religiosa y el respeto a los derechos civiles de los ciudadanos.
Sin embargo, el proyecto de la administración de la ciudad ha suscitado una valiente resistencia de parte de los líderes religiosos y de la comunidad local de los fieles.
Un Consejo Interreligioso integrado por cristianos y budistas emitió un llamamiento público pidiendo apoyo para detener la confiscación de los edificios y terrenos en la zona de Thu Thiem, que incluye sus templos, y que constata que en el nuevo barrio no se mencionan equipamientos religiosos. Sería un "barrio sin Dios".
El 15 de septiembre pasado se inició una petición dirigida a los gobiernos y organizaciones internacionales pro derechos humanos, medios de comunicación y "todos los compatriotas de Vietnam", que recibieron más de 600 apoyos en las primeras 30 horas.
Denunciaban la amenaza de las autoridades, que tienen la intención de cerrar la pagoda de Tri Lein para el final del mes.
Otros lugares de culto se encuentran en riesgo, dice el texto, incluyendo "la Iglesia Católica de Thu Thiem" y la comunidad de las Hermanas Amantes de la Santa Cruz.
Ya había sido cerrada antes la casa de oración de la Iglesia Evangélica de Vietnam y la Iglesia Menonita (cristianos protestantes).
La notificación del cierre de la pagoda de Lien Tri se remonta al 18 de agosto del año pasado y se podría aplicar en cualquier momento entre el 8 y 30 de septiembre.
Las autoridades han ofrecido una indemnización de 274.000 dólares por la expropiación de la pagoda y la tierra, pero uno de los monjes residentes subraya que esto no es una cuestión económica.
"No voy a aceptar ninguna oferta", dijo Thich Khong Tanh en una entrevista con Radio Free Asia (RFA), pero las autoridades no entienden razones y "dicen que quieren seguir adelante" con su plan.
Detrás del ataque de las autoridades, está el hecho que la comunidad de Lien Tri no pertenece a la comunidad budista oficial, reconocida por el gobierno.
"Nosotros somos de la Iglesia Budista Unificada - añade - proscrita por las autoridades vietnamitas, desde hace años somos víctimas de aislamiento y represión, y ahora utilizan el tema de la tierra para eliminarnos". "El Gobierno - concluye - siempre hace lo que quiere".
El área urbana de Thu Thiem, al sur de la antigua Saigón, es objeto de un amplio trabajo de desarrollo, con centros comerciales, vivienda, oficinas y edificios administrativos, centros de educación y entretenimiento local. Sin embargo, no hay ninguna mención de los lugares de culto, las iglesias y templos, o incluso un espacio para la oración.
¿Cómo es posible, se pregunta el líder del Consejo Interreligioso de Vietnam, satisfacer "las necesidades espirituales y religiosas" si los planes de desarrollo a largo plazo "no tienen ninguna consideración por las instituciones religiosas?".
Detrás del anonimato, una monja de las Amantes de la Santa Cruz añade que "el gobierno quiere echarnos, para que puedan construir su nueva ciudad aquí".
Hoy en Vietnam, frente a una población de cerca de 87 millones de personas, son budistas un 48%; católicos un poco más de un 7%, seguido por sincretistas con el 5,6%; Por último, hay un aproximado de 20% que se declaran ateo.
Siendo una minoría (aunque significativa), la comunidad cristiana es particularmente activa en las áreas de educación, salud y desarrollo social. Por el contrario, la libertad religiosa ha ido disminuyendo de manera constante: la introducción del Decreto 92 ha impuesto restricciones de facto en la práctica del culto, que se une cada vez más a los dictados y directrices del gobierno y el Partido Comunista único.
En el foco de las autoridades terminan líderes religiosos, incluyendo budistas y católicos, o comunidades enteras como ocurrió el año pasado en la diócesis de Vinh, donde los medios de comunicación y el gobierno han puesto en marcha una campaña difamatoria y ataques contra obispos y fieles. La represión también afecta a las personas, culpables de reclamar el derecho a la libertad religiosa y el respeto a los derechos civiles de los ciudadanos.
Comentarios