Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La parroquia cristiana ortodoxa de Gaza acoge y ayuda a muchas familias musulmanas desplazadas

Isabel Pérez / El Mundo

El arzobispo ortodoxo de Gaza, Alexios, en la iglesia de San Porfirio
El arzobispo ortodoxo de Gaza, Alexios, en la iglesia de San Porfirio
La única iglesia ortodoxa de la Gaza está ahora habitada por cientos de familias provenientes de diversas zonas de la Franja, sobre todo del norte.

A los vecinos de los barrios de Zeitun, Tufaha o Shujaiya les sorprendieron las pasadas noches los bombardeos aéreos, artillería pesada y obuses israelíes teniendo que huir de sus casas.

Hasta ese momento, algunos eran reticentes a dejar todo atrás, máxime sabiendo que los únicos refugios con los que contaban eran los desbordados colegios de la UNRWA, la Oficina de Naciones Unidas para Ayuda al Refugiado Palestino. Sesenta y nueve colegios donde ya se da cobijo a cerca de 120.000 personas.

"Cuando escapábamos de los bombardeos nos encontramos con gente de la iglesia ortodoxa y nos dijeron que acudiéramos al templo a refugiarnos", cuenta Hiyazi, rodeado de sus hijos y su mujer.

Como él, muchos vecinos de los barrios del este de la ciudad de Gaza recibieron llamadas del ejército israelí exigiendo que dejaran sus casas.

"Nos telefonearon y nos dijeron: ´Vosotros escondéis a gente de la resistencia palestina; tenéis cinco minutos para salir de casa´", continúa Hiyazi, negando con la cabeza tal acusación.

´Si ofreces amor, vencerás´
La Iglesia de San Porfirio casi se oculta entre minaretes y casas superpobladas en la zona del casco antiguo de Gaza. "Necesitaban ayuda y nosotros se la dimos porque, si ofreces amor, vencerás", explica el arzobispo ortodoxo Alexios.

"Ellos han dejado sus casas y han venido sólo con lo más preciado: sus mujeres y sus hijos. Nosotros les damos lo mínimo: amor, agua, comida y medicamentos", dice el arzobispo de la iglesia ortodoxa de Gaza.

Atrás quedaron las horas interminables de bombardeos y ahora los niños juegan y ríen dentro de los muros de la iglesia. Pero el trauma continúa vivo entre muchos de ellos, tanto en mayores como en niños.

"Mientras corríamos, había gente herida en la calle, tirada en el suelo, pero nosotros sólo podíamos ayudarnos a nosotros mismos -lamenta Fátima-. No pudimos coger nada y hace cuatro días que estamos con la misma ropa. Los cristianos nos traen comida a diario. No tenemos otro lugar a dónde ir. Por lo menos, los niños aquí se sienten seguros, juegan, corren, tienen su espacio".

Mientras habla, un niño se acerca buscando una caricia de una mano firme que no tiemble. Sin lugar a dudas es un niño traumatizado. La expresión de sus ojos y su actitud lo dicen todo. Según la OCHA (Agencia de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios), en la Franja de Gaza ya hay 116.000 niños que necesitan ayuda psicológica.

´Los niños ahora ríen´
Fátima, como el resto de adultos desplazados, pasa las horas sentada buscando la sombra en un verano de Ramadán muy intenso y dificultoso. De repente, se escucha el estruendo de un cohete.

"Nosotros estamos con la resistencia -afirma Fátima mientras sonríe-. Que Dios les de la victoria y les proteja, que Dios les de firmeza y valentía".

En el patio interior de la parroquia, los más ancianos y los enfermos duermen en colchones. Fuera, al sol, la ropa recién lavada invade cada rincón. Un joven voluntario del barrio escribe concienzudamente los nombres de las personas que hay refugiadas en la iglesia.

"Lo hago porque hay gente rica y otras organizaciones que quieren ayudar. Yo recojo los nombres para después proceder a repartirlo todo", dice Mohammed, el voluntario.

Una mujer que recoge la ropa tendida repite varias veces ´etshantatna´. Una palabra que en árabe viene a querer decir "dispersos, lejos del hogar, en malas condiciones y sin ayuda".

Zumbido de drones
Los golpes secos de los bombardeos se siguen oyendo a lo lejos y los zumbidos de los vehículos militares israelíes sin piloto, los llamados drones, son casi perpetuos.

Aunque para muchos la iglesia sea infranqueable a los bombardeos israelíes, no lo es para la metralla de obuses y artillería. Hace unas 24 horas un obús golpeó la fachada del colegio cristiano aledaño a la iglesia, destrozando las losas de varias tumbas del cementerio.

Quedan las marcas de la metralla clavada en las paredes de los edificios, los restos del obús llegaron incluso a los patios de la iglesia ortodoxa. En la Franja de Gaza no existen lugares seguros. Tanto colegios públicos como colegios de la UNRWA han sido bombardeados. La santidad de mezquitas o iglesias tampoco se respeta en la guerra.

"Musulmanes o cristianos.Todos somos el mismo pueblo. Todos estamos bajo las bombas. Todos somos uno", recuerda Hiyazi.
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