Emérito de Hong Kong
El anciano cardenal Zen lanza un órdago al régimen chino: está dispuesto a ir a la cárcel
El cardenal Joseph Zen es un anciano cardenal de 81 años y que actualmente es ya arzobispo emérito de Hong Kong. Sin embargo, este frágil pero a la vez firme obispo ha sido durante años uno de los elementos más incómodos para el régimen comunista de China.
Incansable defensor de los derechos humanos y de la libertad religiosa se ha enfrentado cara a cara con el poder aprovechando la libertad que disfruta desde la isla siendo así la mejor y más acreditada voz en Occidente de los cristianos perseguidos.
Conocidos son sus alegatos contra el comunismo y su intento de controlar la Iglesia Católica en China aunque tampoco ha tenido problemas en criticar la permisividad y la diplomacia vaticana, sobre todo de algunos miembros, con respecto al régimen chino. En su opinión, la firmeza debe primar sobre el entendimiento con Pekín.
Pese a estar jubilado este combativo cardenal ha lanzado un nuevo órdago a China. Se trata de mantener y aumentar la libertad en Hong Kong. Cuando se transfirió la soberanía británica de la isla a Pekín se comprometió que en 2017 como muy tarde habría elecciones libres y con sufragio universal para Hong Kong.
Enemigo del régimen comunista
Ahora 16 años después de aquel momento, China da largas y el ansiado sueño de una democracia real va esfumándose pues el régimen quiere mantener el control sobre este importante territorio. Por ello, el cardenal Zen se ha unido a la juventud que reclama sus derechos y ha lanzado un órdago a Pekín. "Si no hay elecciones libres, iré a la cárcel", dijo. Es decir, no le importa lo que pueda ocurrirle. Sólo quiere la libertad de su pueblo, lo que sería un faro para la China continental.
Mientras tanto, decenas de miles de personas bajo el denominado "Occupy Central" también mantienen la presión a la dictadura. Sin embargo, el cardenal Zen teme que agentes del régimen se infiltren en este movimiento para causar disturbios para que de este modo Pekín tenga el pretexto para aplastar este movimiento.
Además, la diócesis ha emitido un comunicado en el que pide elecciones libres y sufragio universal y explicó que el Catecismo habla de que en "una situación excepcional" la "desobediencia civil, en ciertos límites, está justificada" siempre y cuando sea llevada a cabo de manera pacífica.
Su llamada de atención a parte de la Curia
Al igual que el cardenal Zen se muestra decidido a luchar contra el régimen comunista tampoco ha dudado en llamar la atención a la diplomacia vaticana con respecto a China. En unas declaraciones el pasado mes de febrero denunciaba las políticas de pacto con Pekín de algunos miembros de la Curia. Mientras alababa las posiciones de los últimos Papas afirmaba que algunos de sus colaboradores echaban abajo todo lo construido al intentar entenderse con el régimen.
"¡Claro que los obispos en China sufren presiones potentes, pero los que podemos hablar libremente debemos decir las cosas correctas, animando a testimoniar la fe!", afirmaba el cardenal refiriéndose al "pacto a toda costa" de algunos miembros de la Curia.
Por ello, erigiéndose como representante de los católicos chinos aseguraba que "tengo gran confianza en la gente y los sacerdotes que aunque estén desorientados bajo obispos indignos de su nombre aceptan sufrir, ir a prisión por la fe y seguir evangelizando. Esa gente salva la fe en China. Hay sacerdotes arrestados, interrogados, golpeados, torturados, presos durante días, pero no se dejan su amor y fe por el Santo Padre".
Tuvo que huir del régimen comunista
Joseph Zen nació en Shangai en 1932 en una familia profundamente católica. Sin embargo, durante la guerra sus padres le escondieron con su familia en Macao. Una vez que los comunistas se hicieron con el poder, consiguió huir a Hong Kong donde comenzó sus estudios para sacerdote para ser ordenado en Italia.
Como obispo fue uno de los grandes referentes de los derechos humanos para el pueblo chino e incluso el régimen le vetó la entrada en el continente como represalia a sus incesantes llamadas la libertad.
Benedicto XVI ha tenido gran estima hacía él y le hizo cardenal en 2006 y en 2008 le encargó las meditaciones del Vía Crucis en Roma. Ahora como entonces no olvida a los cristianos perseguidos por su fe.
Incansable defensor de los derechos humanos y de la libertad religiosa se ha enfrentado cara a cara con el poder aprovechando la libertad que disfruta desde la isla siendo así la mejor y más acreditada voz en Occidente de los cristianos perseguidos.
Conocidos son sus alegatos contra el comunismo y su intento de controlar la Iglesia Católica en China aunque tampoco ha tenido problemas en criticar la permisividad y la diplomacia vaticana, sobre todo de algunos miembros, con respecto al régimen chino. En su opinión, la firmeza debe primar sobre el entendimiento con Pekín.
Pese a estar jubilado este combativo cardenal ha lanzado un nuevo órdago a China. Se trata de mantener y aumentar la libertad en Hong Kong. Cuando se transfirió la soberanía británica de la isla a Pekín se comprometió que en 2017 como muy tarde habría elecciones libres y con sufragio universal para Hong Kong.
Enemigo del régimen comunista
Ahora 16 años después de aquel momento, China da largas y el ansiado sueño de una democracia real va esfumándose pues el régimen quiere mantener el control sobre este importante territorio. Por ello, el cardenal Zen se ha unido a la juventud que reclama sus derechos y ha lanzado un órdago a Pekín. "Si no hay elecciones libres, iré a la cárcel", dijo. Es decir, no le importa lo que pueda ocurrirle. Sólo quiere la libertad de su pueblo, lo que sería un faro para la China continental.
Mientras tanto, decenas de miles de personas bajo el denominado "Occupy Central" también mantienen la presión a la dictadura. Sin embargo, el cardenal Zen teme que agentes del régimen se infiltren en este movimiento para causar disturbios para que de este modo Pekín tenga el pretexto para aplastar este movimiento.
Además, la diócesis ha emitido un comunicado en el que pide elecciones libres y sufragio universal y explicó que el Catecismo habla de que en "una situación excepcional" la "desobediencia civil, en ciertos límites, está justificada" siempre y cuando sea llevada a cabo de manera pacífica.
Su llamada de atención a parte de la Curia
Al igual que el cardenal Zen se muestra decidido a luchar contra el régimen comunista tampoco ha dudado en llamar la atención a la diplomacia vaticana con respecto a China. En unas declaraciones el pasado mes de febrero denunciaba las políticas de pacto con Pekín de algunos miembros de la Curia. Mientras alababa las posiciones de los últimos Papas afirmaba que algunos de sus colaboradores echaban abajo todo lo construido al intentar entenderse con el régimen.
"¡Claro que los obispos en China sufren presiones potentes, pero los que podemos hablar libremente debemos decir las cosas correctas, animando a testimoniar la fe!", afirmaba el cardenal refiriéndose al "pacto a toda costa" de algunos miembros de la Curia.
Por ello, erigiéndose como representante de los católicos chinos aseguraba que "tengo gran confianza en la gente y los sacerdotes que aunque estén desorientados bajo obispos indignos de su nombre aceptan sufrir, ir a prisión por la fe y seguir evangelizando. Esa gente salva la fe en China. Hay sacerdotes arrestados, interrogados, golpeados, torturados, presos durante días, pero no se dejan su amor y fe por el Santo Padre".
Tuvo que huir del régimen comunista
Joseph Zen nació en Shangai en 1932 en una familia profundamente católica. Sin embargo, durante la guerra sus padres le escondieron con su familia en Macao. Una vez que los comunistas se hicieron con el poder, consiguió huir a Hong Kong donde comenzó sus estudios para sacerdote para ser ordenado en Italia.
Como obispo fue uno de los grandes referentes de los derechos humanos para el pueblo chino e incluso el régimen le vetó la entrada en el continente como represalia a sus incesantes llamadas la libertad.
Benedicto XVI ha tenido gran estima hacía él y le hizo cardenal en 2006 y en 2008 le encargó las meditaciones del Vía Crucis en Roma. Ahora como entonces no olvida a los cristianos perseguidos por su fe.
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