Expedita Pérez, misionera comboniana
«Los islamistas manipularon los cambios de la Primavera árabe», dice una misionera
Expedita Pérez, nacida en El Tablero (Las Palmas), en 1960, es misionera comboniana, especializada en cultura islámica y lengua árabe. Ha estado ocho años en Sudán del Norte, y desde enero trabaja en Egipto, en tres escuelas para refugiados sudaneses.
–¿Qué fue de la Primavera Árabe?
–Acabó con los regímenes autoritarios, pero los grupos radicales islámicos han manipulado los cambios a su favor. Aunque, al menos en Egipto, veo que la gente ahora es más consciente de sus derechos y pide más transparencia a los gobernantes. También pasa entre los cristianos, que se manifestaron en la plaza Tahrir con los musulmanes y reclaman sus derechos.
–¿Está muy extendida la violencia anticristiana en el nuevo Egipto?
–Hay persecución por parte de una minoría. Pero también ha habido musulmanes que resultaron heridos porque intentaban proteger y ayudar a sus vecinos cristianos en algunos ataques a iglesias en El Cairo.
–¿Se siente usted amenazada?
–El Gobierno americano ha dicho a las misioneras de su país que son blancos para los terroristas. A mí nadie me ha dicho nada. Yo voy con mi cruz por la calle, y los cristianos coptos incluso la llevan tatuada.
–¿Añora poder anunciar explícitamente el Evangelio?
–Al principio sí lo añoraba. Recuerdo hace 20 años, en Egipto, cuando intenté poner un crucifijo y me dijeron: «En este barrio, no». Pero he aprendido a anunciar a Cristo con mi servicio cotidiano.
–¿Qué fue de la Primavera Árabe?
–Acabó con los regímenes autoritarios, pero los grupos radicales islámicos han manipulado los cambios a su favor. Aunque, al menos en Egipto, veo que la gente ahora es más consciente de sus derechos y pide más transparencia a los gobernantes. También pasa entre los cristianos, que se manifestaron en la plaza Tahrir con los musulmanes y reclaman sus derechos.
–¿Está muy extendida la violencia anticristiana en el nuevo Egipto?
–Hay persecución por parte de una minoría. Pero también ha habido musulmanes que resultaron heridos porque intentaban proteger y ayudar a sus vecinos cristianos en algunos ataques a iglesias en El Cairo.
–¿Se siente usted amenazada?
–El Gobierno americano ha dicho a las misioneras de su país que son blancos para los terroristas. A mí nadie me ha dicho nada. Yo voy con mi cruz por la calle, y los cristianos coptos incluso la llevan tatuada.
–¿Añora poder anunciar explícitamente el Evangelio?
–Al principio sí lo añoraba. Recuerdo hace 20 años, en Egipto, cuando intenté poner un crucifijo y me dijeron: «En este barrio, no». Pero he aprendido a anunciar a Cristo con mi servicio cotidiano.
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