Ni un «sí» ni un «no» definitivo al Preámbulo doctrinal
La Santa Sede examina una «segunda respuesta» del superior de la Fraternidad San Pío X
Un primer texto llegó al Vaticano en diciembre, pero fue considerado inadecuado: así la Santa Sede solicitó uno nuevo, que acaba de llegar y ahora está siendo examinado.
La verdadera respuesta del superior de la Fraternidad de San Pío X Bernard Fellay, formulada según la solicitud de la Santa Sede, llegó al Vaticano sólo la semana pasada. La primera respuesta, enviada a la otra orilla del Tiber el pasado 21 de diciembre, no fue considerada adecuada por parte de las autoridades vaticanas que invitaron al responsable de los lefebvrianos a formularla de nuevo, considerando ese primer envío más un "documento" que una respuesta. El obispo Fellay por lo tanto ha preparado un segundo texto, más conciso, atinente al preámbulo doctrinal que la Congregación para la Doctrina de la Fe le había entregado el pasado septiembre. Este segundo texto ahora está siendo examinado atentamente por los consultores de la Comisión Ecclesia Dei que se ocupan del dossier de los lefebvrianos y que necesitan algo más de tiempo.
Acepta algunas partes del Preámbulo y pone en discusión otras
La próxima semana se reúne en el palacio del Santo Oficio la plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El orden del día incluye la posibilidad de una comunicación concerniente a las relaciones con la Fraternidad de San Pío X, pero es difícil que la reunión pueda ser decisiva, ya que la segunda respuesta de Fellay, que acepta algunas partes del preámbulo doctrinal poniendo en discusión otras, necesita tiempo para ser examinada. Es probable que una decisión más precisa sobre lo que será hecho, vaya a ser tomada no en este momento, sino en febrero, durante una "Feria IV", como son llamadas las congregaciones ordinarias del ex Santo Oficio.
El Preámbulo doctrinal
Como se puede recordar, en el preámbulo doctrinal propuesto por la Comisión Ecclesia Dei presidida por el cardenal William Levada y guiada por monseñor Guido Pozzo, se pedía a los lefebvrianos que suscribieran la profesión de fe, lo que es considerado indispensable para ser católicos. La profesión prevé tres grados diversos de asentimiento que se piden y hace la distinción entre verdades reveladas, declaraciones dogmáticas y magisterio ordinario. Respecto a este último, afirma que el católico está llamado a asegurar un "religioso obsequio de la voluntad y del intelecto" hacia las enseñanzas que el Papa y el colegio de obispos "proponen cuando ejercitan su magisterio auténtico", aunque no sean proclamadas de manera dogmática, como en el caso de la mayor parte de los documentos del magisterio.
Cuando fue entregado el preámbulo, las autoridades vaticanas precisaron que este texto no se hacía público porque no era todavía definitivo, es decir, admitía cambios -no sustanciales- o eventuales integraciones. Desde septiembre a diciembre se han esparcido voces sobre el disentimiento dentro de la Fraternidad, por parte de aquellos que no consideran posible un acuerdo con Roma. Fellay mismo ha hablado varias veces del asunto. En un primer momento había afirmado que el preámbulo representaba un gran avance. Luego, tras una importante reunión con los jefes de los distritos de la Fraternidad, siempre haciendo hincapié en la importancia del diálogo iniciado, afirmó que no podía acoger el preámbulo así como era, añadiendo: "Si Roma nos pide que aceptemos en cualquier caso, nosotros no podemos". Fellay luego envió la primera respuesta, no considerada como tal por el Vaticano. Y ahora ha enviado la segunda.
El hecho de que la nueva y más adecuada respuesta -que ha sido considerada en los sacros palacios "un avance"- tenga que ser atentamente estudiada y profundizada, quiere decir que no es ni un "sí" ni un "no" definitivo al texto del preámbulo. Sino que acoge algunas de las partes del texto del Vaticano, expresando en cambio sus reservas respecto a otras. Y sobre todo pide más aclaraciones e integraciones. Los lefebvrianos de hecho, no pretenden dar su consenso a los textos conciliares que tienen que ver con la colegialidad, el ecumenismo, el diálogo interreligioso y la libertad religiosa porque consideran que entran en contraste con la tradición. Precisamente el concepto de tradición, "Traditio", y su valor, representa el punto fundamental del debate que ha caracterizado las conversaciones entre la Fraternidad y la Santa Sede. Los lefebvrianos critican algunos fragmentos conciliares considerando que entran en contraste con la tradición de la Iglesia.
Cuando era cardenal, Joseph Ratzinger insistió más de una vez en la necesidad de no considerar el Concilio como un "superdogma". Como Papa, Benedicto XVI, en el ya famoso discurso a la curia romana de diciembre de 2005, insistió en la necesidad de interpretar el Vaticano II según la hermenéutica de la "reforma" en la "continuidad". El Catecismo de la Iglesia católica, cuyo vigésimo aniversario se celebra en el 2012 con un especial Año de la Fe, ya ha propuesto esta clave de interpretación para algunos de los puntos que los lefebvrianos consideran controvertidos.
Todavía es prematuro hacer una hipótesis sobre el resultado final de este diálogo que en la presente fase está procediendo a distancia y por escrito. Pero todavía no se ha dicho ninguna palabra definitiva: el Papa quiere hacer todo lo posible para sanar la fractura que se ha creado con los lefebvrianos y Fellay lo sabe bien.
Acepta algunas partes del Preámbulo y pone en discusión otras
La próxima semana se reúne en el palacio del Santo Oficio la plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El orden del día incluye la posibilidad de una comunicación concerniente a las relaciones con la Fraternidad de San Pío X, pero es difícil que la reunión pueda ser decisiva, ya que la segunda respuesta de Fellay, que acepta algunas partes del preámbulo doctrinal poniendo en discusión otras, necesita tiempo para ser examinada. Es probable que una decisión más precisa sobre lo que será hecho, vaya a ser tomada no en este momento, sino en febrero, durante una "Feria IV", como son llamadas las congregaciones ordinarias del ex Santo Oficio.
El Preámbulo doctrinal
Como se puede recordar, en el preámbulo doctrinal propuesto por la Comisión Ecclesia Dei presidida por el cardenal William Levada y guiada por monseñor Guido Pozzo, se pedía a los lefebvrianos que suscribieran la profesión de fe, lo que es considerado indispensable para ser católicos. La profesión prevé tres grados diversos de asentimiento que se piden y hace la distinción entre verdades reveladas, declaraciones dogmáticas y magisterio ordinario. Respecto a este último, afirma que el católico está llamado a asegurar un "religioso obsequio de la voluntad y del intelecto" hacia las enseñanzas que el Papa y el colegio de obispos "proponen cuando ejercitan su magisterio auténtico", aunque no sean proclamadas de manera dogmática, como en el caso de la mayor parte de los documentos del magisterio.
Cuando fue entregado el preámbulo, las autoridades vaticanas precisaron que este texto no se hacía público porque no era todavía definitivo, es decir, admitía cambios -no sustanciales- o eventuales integraciones. Desde septiembre a diciembre se han esparcido voces sobre el disentimiento dentro de la Fraternidad, por parte de aquellos que no consideran posible un acuerdo con Roma. Fellay mismo ha hablado varias veces del asunto. En un primer momento había afirmado que el preámbulo representaba un gran avance. Luego, tras una importante reunión con los jefes de los distritos de la Fraternidad, siempre haciendo hincapié en la importancia del diálogo iniciado, afirmó que no podía acoger el preámbulo así como era, añadiendo: "Si Roma nos pide que aceptemos en cualquier caso, nosotros no podemos". Fellay luego envió la primera respuesta, no considerada como tal por el Vaticano. Y ahora ha enviado la segunda.
El hecho de que la nueva y más adecuada respuesta -que ha sido considerada en los sacros palacios "un avance"- tenga que ser atentamente estudiada y profundizada, quiere decir que no es ni un "sí" ni un "no" definitivo al texto del preámbulo. Sino que acoge algunas de las partes del texto del Vaticano, expresando en cambio sus reservas respecto a otras. Y sobre todo pide más aclaraciones e integraciones. Los lefebvrianos de hecho, no pretenden dar su consenso a los textos conciliares que tienen que ver con la colegialidad, el ecumenismo, el diálogo interreligioso y la libertad religiosa porque consideran que entran en contraste con la tradición. Precisamente el concepto de tradición, "Traditio", y su valor, representa el punto fundamental del debate que ha caracterizado las conversaciones entre la Fraternidad y la Santa Sede. Los lefebvrianos critican algunos fragmentos conciliares considerando que entran en contraste con la tradición de la Iglesia.
Cuando era cardenal, Joseph Ratzinger insistió más de una vez en la necesidad de no considerar el Concilio como un "superdogma". Como Papa, Benedicto XVI, en el ya famoso discurso a la curia romana de diciembre de 2005, insistió en la necesidad de interpretar el Vaticano II según la hermenéutica de la "reforma" en la "continuidad". El Catecismo de la Iglesia católica, cuyo vigésimo aniversario se celebra en el 2012 con un especial Año de la Fe, ya ha propuesto esta clave de interpretación para algunos de los puntos que los lefebvrianos consideran controvertidos.
Todavía es prematuro hacer una hipótesis sobre el resultado final de este diálogo que en la presente fase está procediendo a distancia y por escrito. Pero todavía no se ha dicho ninguna palabra definitiva: el Papa quiere hacer todo lo posible para sanar la fractura que se ha creado con los lefebvrianos y Fellay lo sabe bien.
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