Sobre lo dicho en 1930 por Curzio Malaparte, ya en nuestros días Finer, Books y otros tratadistas han precisado qué es, y cómo se realiza, un golpe de Estado: Una opción de hacerse con el poder que suele identificarse con el levantamiento revolucionario de unos militares. Modalidad frecuente, en efecto, en países tercermundistas, pero que es no así, ni mucho menos, en todos los casos. En cuanto a qué es, el concepto "golpe de estado" se aplica a la operación o conjunto de operaciones realizadas no necesariamente de forma violenta, ni por militares, sino muy a menudo por poderes civiles, mediante acciones de diversa índole tendentes a generar un caos social que desestabilice a quien titulariza el poder, a fin de provocar su caída y arrebatárselo, para subvertir el orden constitucional e instaurar otro distinto al hasta entonces establecido. A tal modelo responden —por ejemplo— los de Batista, Cuba, 1952; Gadafi, Libia 1969; Teodoro Obiang, Guinea, 1979; o Chile, 1973, que derribó a Allende. El Directorio Militar, presidido por Primo de Rivera, junto al rey Alfonso XIII Otra variante de golpe de Estado es el que perpetran, no los que están fuera del poder para apoderarse de él, sino quienes ya lo detentan, para evitar que otros puedan acceder al mismo por los métodos establecidos legalmente. Es el que suele llamarse "autogolpe, o golpe de Estado institucional". Ejemplos de tal modalidad resultan los de Alfonso XIII y Primo de Rivera en España, 1923; Fujimori, Perú, 1992; Musharaf, Pakistan, 2007; o el más reciente y conocido de Zelaya en Honduras, 2009. En el primer caso, el golpe de Estado se trata de una acción por lo general sorpresiva, contundente, y de poca duración, no exenta en su caso del uso de la violencia. En el segundo los pasos son más sutiles y dilatados en el tiempo, no concretándose como algo unitario y rápido, sino como una serie de pasos sucesivos. Lo que pudiera llamarse "golpe de Estado poco a poco", que se va logrando por la devaluación progresiva del ordenamiento institucional vigente; el aislamiento y destrucción de la oposición política; anulación o debilitamiento de los medios de comunicación, poder judicial, ejército, Iglesia, sindicatos, y demás sectores económicos, culturales y sociales no afines y, en general, supresión o ignorancia de cuantas instancias a cualquier nivel puedan oponerse a la absorción absoluta del poder por parte de los golpistas. Modalidad que podría llamarse "golpe de Estado de guante blanco", si no fuera porque de ordinario se realiza de manera tan evidente que todo el mundo percibe que la operación en marcha es la que es. Antonio Gramsci (18911937) delineó el proceso que hoy sigue la izquierda para controlar la sociedad y ocupar el poder indefinidamente Pasos perfectamente medidos del proceso tendentes a crear un clima propicio al golpe son la alteración de la historia para rehacerla a gusto solo de la parte de la sociedad proclive al mismo; supresión de los principios religiosos y morales; normalización de toda clase de aberraciones, desde el aborto a la eutanasia; degradación de la educación y la disciplina familiar; lenidad ante la corrupción; anulación del sentido de responsabilidad política, y otros, como concesión a los sectores más radicales para afianzar su adhesión. A lo que se une la exacerbación del consumismo y la sexualidad en sus aspectos más degradantes; la tolerancia, cuando no estímulo, de actuaciones que colisionan gravemente con el orden constitucional vigente en materia de terrorismo, o separatismo de ciertos territorios del Estado como paso previo a su segregación de la Patria común, con la finalidad de propiciar cuanto pueda contribuir a fracturar y debilitar la sociedad a fin de dejarla inerme frente al golpe. Todo ello a través del torcimiento de la ley y la coacción, bajo diversas fórmulas, del poder judicial y demás órganos que aseguran la estabilidad del régimen a suplantar. Actuación a la que se añade la creación y mantenimiento de una situación de inestabilidad social y crisis económica en que la única posibilidad de subsistir sea mantenerse fiel a quien reparte los trabajos, ayudas y subvenciones, hasta alcanzar lo que se ha dado en llamar " pobreza controlada". Esto es, el clima de "tensión que beneficia", que alguien propició en su momento. Odio de los independentistas a los signos de la unidad nacional Observando el panorama actual de España, donde las instituciones aparecen cada vez más devaluadas y entorpecidas en el cumplimiento de sus funciones, y la ciudadanía cada vez más crispada y enfrentada, merced al impulso de una memoria histórica dedicada a abrir viejas heridas en lugar de a cerrarlas, cuyo resultado es una creciente fractura social que hace temer su división de nuevo en dos bandos irreconciliables, muchos empiezan a preguntarse con perplejidad: ¿Qué está pasando para que hayamos llegado a esto? Lo que pasa, responden algunos, es algo tan grave que no puede resultar solamente consecuencia de factores adversos no controlables, sino resultado de la acción consciente de alguien dispuesto a todo con tal de perpetuarse en el poder. Esto es, de un proceso muy bien premeditado y programado. Y relacionando todas estas cosas exclaman con honda preocupación: ¿Estamos ante un golpe de Estado?