Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Jack va en misión, sin dinero y sin tener dónde dormir: «Una chica lesbiana... llora en mi hombro»

Cinco historias sorprendentes de un fraile viviendo en la calle: «Si eres su mensajero, ¡sálvame!»

Jack
Un libro, con mucho humor y esperanza, recoge las vivencias franciscanas en las periferias existenciales. Un ex presidiario macedonio que acoge a Jack en su casa ocupada de Roma o el musulmán que se pone a gritar a Jesús pidiéndole que lo salve, son solo algunas de las apasionantes historias que se recogen en la obra.

Juan Cadarso

El hermano Jack Mardesic sale en misión desde hace diez años por los barrios más desfavorecidos de toda Europa. Acompañado de una mochila, hace su itinerario sin previa planificación, sin dinero y sin saber dónde comerá o dormirá cada día. Inspirándose en la gran tradición franciscana de ir al encuentro del prójimo, el fraile protagoniza experiencias verdaderamente enriquecedoras e insólitas bajo las circunstancias más inverosímiles. 

Caminando hacia lo desconocido. Florecillas de las misiones franciscanas es una obra con humor y esperanza que recoge la vivencia franciscana en las periferias existenciales. Escrita tras la pandemia, sirve como un itinerario espiritual que ayuda a cambiar la mirada respecto a los más necesitados, así como de la misión que tienen todos los cristianos. 

Un ex presidiario macedonio que acoge a Jack en su casa ocupada de Roma.
Tres billetes para Viterbo que aparecen misteriosamente.
Una chica lesbiana que, después de una charla, lo abraza llorando.
"La mujer de la primera cita" que termina acogiendo a los frailes en su casa. 
Un musulmán que se pone a gritar a Jesús pidiéndole que lo salve.

Son solo algunas de las apasionantes historias que se recogen en el libro, donde Dios se convierte en un compañero más.

El Dios oculto

Jack y su compañero Clemente están en Roma, en pleno mes de diciembre. Es una de las primera misiones que realizan y justo se ha puesto a nevar. ¡Qué mala suerte! Los dos frailes están indecisos por el clima pero, después de rezar, deciden salir. Caminan por un barrio obrero de la ciudad. Mientras recorren las calles, van buscando un emplazamiento donde pasar la noche. No tienen un programa concreto.

Entran en una iglesia y, al salir, encuentran a Pietro, un trabajador muy agradable que los invita a cenar. Pietro y Francesca, su mujer, les ofrecen todo tipo de manjares. Durante la cena, otra pareja, que también se encuentra en la casa, les anuncia que se van a casar después de quince años de vivir juntos y dos hijos en común. Después de la agradable velada, los frailes confían en que les dejarán quedarse a dormir, pero no ocurre así.

LibroFlorecillas

La obra recoge experiencias muy interesantes y enriquecedoras. (Puedes adquirirlo aquí).

Son las once de la noche y hace mucho frío. Después de una hora caminando, encuentran un sitio donde poder dormir. Cuando se están metiendo en el saco, un hombre les pregunta gritando que qué hacen allí. Igor es macedonio, está ocupando una casa y les invita a tirar los cartones para refugiarse con él. Cenan por segunda vez y después se echan a dormir. Igor descansa sobre unos cojines en el suelo, y deja su cama a los frailes. 

Poco a poco, el macedonio se va confesando con ellos. Ha estado nueve años en prisión por un tema de drogas, palizas... y ahora está esperando un hijo. A la mañana siguiente se presenta la novia y Jack bendice al bebé en su barriga. Igor les dice que esa noche también dormirán con él. El fraile conoce la parábola del buen samaritano, pero ha sido en un suburbio de Roma, donde consigue experimentarla en sus entrañas.

Alegría y pobreza

Jack, Andrew y Jarek salen de misión. Después de media hora andando llegan a la estación de trenes de Roma. Quieren ir a Viterbo. Es hora punta y hay miles de viajeros. Las máquinas de billetes están colapsadas. Uno de los frailes intenta pasar su tarjeta, pero la barrera no se abre. No tienen dinero y tampoco pueden viajar. Piensan en hacer autoestop y se separan buscando soluciones. De repente, se les acerca un hombre mayor y les ofrece tres billetes para Viterbo, le ha surgido un problema y no puede viajar.  

Para dar gracias a Dios por semejante milagro, se ponen a cantar. Entonan alabanzas a todo pulmón. Andrew toca la flauta, Jarek canta y Jack toca el djembé. Atraído por el ambiente, un músico se une con su guitarra. ¡Es una fiesta! Las mujeres y los niños los rodean, bailan, aplauden... Llega el tren y los frailes se suben a él. Se instalan y Yélena, una mujer ortodoxa, les empieza a hacer preguntas sobre su hábito. Es limpiadora, y la muerte reciente de su padre le ha afectado mucho últimamente. 

Los frailes llegan a Viterbo y se encuentran con un grupo de estudiantes con el que entablaban conversación. Forman un círculo alrededor de Jarek mientras este les habla de su experiencia en América. El franciscano era misionero en Perú, y vivía con otros dos hermanos en un pueblo de campesinos. Un día, mientras estaba en Polonia por motivos familiares, sus dos compañeros fueron asesinados por los terroristas del Sendero Luminoso. Aquella historia les impresiona mucho a los chavales. 

Toca rezar y, cuando están de misión, los frailes procuran hacerlo siempre al aire libre. Están en las escaleras de una iglesia barroca rezando Vísperas. Uno de los frailes lee: "Y el Señor nos dio el pan del cielo". En ese momento, un hombre se les acerca con una gran cesta de comida, la pone junto a sus pies y les dice: 'Buen apetito'. Los frailes están asombrados. No pueden creerlo. Se inclinan entonces para adorar a Dios. 

¿Extra-ordinario?

Jack está de misión en Lille (Francia) junto a dos padres de familia, amigos de su comunidad franciscana. Son las nueve de la mañana y van con sus mochilas en busca de un encuentro. Les llama mucho la atención el gran número de pobres con los que se cruzan. Cuando están en un parque, se encuentran con un hombre mayor sentado en un banco. El señor les pregunta si son curas, y mantienen una breve conversación. Se llama Carlos y es un general del Ejército francés. Está casado y tiene tres hijos. Cree que Dios "son cuentos para niños". 

JackEl hermano Jack Mardesic sale en misión desde hace diez años por los barrios más desfavorecidos de toda Europa (Lea aquí su historia).

El hombre escucha atentamente y Jacques, uno de los padres de familia, le propone rezar por su vida. El general acepta, pero remarca que sean ellos los que recen. Jacques pone su mano sobre el hombro de Carlos y dice una oración. El hombre está conmovido y emocionado. Se despiden, y cada cual tira por su lado. Unas horas después, el grupo visita la catedral. A la salida, encuentran una bonita plaza llena de terrazas. Cada uno se pone a hablar con gente diferente. Jack ha terminado en una mesa con dos mujeres, que son pareja.

Ana, tiene cerca de cuarenta años y aspecto de artista. Reconoce que ha estado en Asís y que le encanta. No es creyente, pero le gustan los valores cristianos y los monumentos que tiene la Iglesia. Jesús y los milagros, en cambio, no le interesan nada. Lisa, su compañera, está dolida por la experiencia que vivió en su colegio de monjas. En un tono provocador, le pregunta a Jack si le gustan los niños. El fraile, se muerde la lengua. Lisa continúa diciendo que la gente de la ciudad es muy individualista. Jack comenta que ya Dios se preocupa por todos ellos.

El fraile sigue hablando y, por alguna razón, Lisa se pone a llorar. Se acerca a Jack y empieza a llorar sobre su hombro. Y, entonces, abre su corazón. Algo no va bien. Tiene un problema en la espalda, mucha ansiedad y siente que está perdiendo su vida. La gente los empieza a mirar sorprendidos por la escena. Jack le pregunta a Lisa si quiere que rece por ella. Y, entonces, la mujer empieza a repetir: "Señor Jesús, entra en mi vida, te abro la puerta". Lisa coge su pañuelo y se seca las lágrimas. 

Tres por el precio de uno

Lieja, Bélgica. A Jack le acompaña Olivier y Joaquín. Son las nueve y media de la noche y amenaza lluvia. Acaban de recibir un mensaje de las personas que les acogieron el día anterior, no podrán quedarse en su casa esta vez. Se ponen a buscar soluciones y deciden ir a un bar que conocen. El dueño tiene la costumbre de dejar a los músicos tocar para crear ambiente. Está lloviendo, y entran los tres empapados. Todo el mundo les mira. El encargado se alegra de verlos, les ofrece una bebida, y Jack comienza a tocar el hangpan. 

Frente a ellos hay una pareja. Se interesan por el instrumento y, con la excusa, comienzan a hablar. Jack descubre que, en realidad, no son pareja, que están teniendo su primera cita, después de haberse contactado por una aplicación. La mujer se interesa cada vez más por los frailes. Y, en un momento dado, les propone acogerlos en su casa. El hombre que está con ella, dándose cuenta de lo que acababa de pasar, se levanta de la mesa y se va. Stefania le confiesa al fraile que es la primera vez que utiliza esos métodos para conocer a hombres. 

La mujer ha cumplido 39 años y, aunque profesionalmente le va muy bien, se siente muy sola. Interesada por la vida de los frailes, les pregunta por el celibato. La conversación con Stefania se prolonga mucho tiempo. Jack le pregunta por el papel de Dios en su vida. Su familia es católica pero ella no cree. Le indigna las desigualdades. El bar está a punto de cerrar y, en broma, el dueño le dice: "Entraste con un hombre y te vas con tres". Llegan a casa y se ponen a rezar y a cantar. Stefania se siente muy conmovida por la presencia de Jesús.

El reto de la fraternidad

Finales de septiembre en Bruselas. Jack quiere ir al Parque Maximiliano para encontrarse con los inmigrantes. En un lugar tan pequeño hay más de doscientas personas. Los jóvenes africanos se sientan en el suelo, juegan al fútbol y hacen deporte.

El fraile y sus compañeros se acercan a un grupo de etíopes y les ofrecen unas galletas. No quieren saber nada de ellos y los echan con cajas destempladas. Teodoro y Jack se levantan y hablan con otras personas.

En ese momento, Mohamed, un joven del grupo que acaban de dejar, se acerca a ellos y les dice que hay un solo Dios, que Mahoma es el profeta y que Jesús no es hijo de Dios. Jack le dice que no se preocupe, pero el joven insiste y se pone a provocarle, como si estuviera boxeando. Jack hace un broma y Mohamed se ríe.

Poco a poco, gracias al trato desenfadado, la relación se vuelve amistosa. El joven musulmán se empieza a interesar, de por qué quieren pasar el fin de semana en ese infierno, si tienen una casa cómoda.

Aquí puedes ver el testimonio del hermano Jack Mardesic.

La conversación adquiere un carácter animado. En un momento dado, se sientan en el suelo y Mohamed apoya su cabeza sobre el hombro de Jack. Parece que necesita afecto. Al rato, le dice al fraile que tiene marihuana y este le sugiere abandonar todas esas cosas. Mohamed empieza a golpearse la cabeza, mientras reconoce que es un perdedor.

Jack, entonces, le propone rezar a Jesús. Y, Mohamed, empieza a gritar con fuerza: "¡Jesús! ¡Jesús! Si eres el mensajero de Dios, sálvame. ¡Jesús! Te necesito". Jack es consciente de la presencia tan grande de Dios y se pone a cantar. Mohamed le acompaña con la melodía.

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