Arrojaron un crucifijo y una imagen de la Virgen
Una iglesia en Roma es profanada por un grupo violento durante la marcha de los «indignados»
Los indignados italianos también tienen un sesgo anticlerical y falto de respeto por las sensibilidades religiosos de los que no piensan como ellos.
Un grupo de violentos destrozó una iglesia y arrojó a la calle un crucifijo y una estatua de la virgen, mientras que la basílica de San Juan de Letrán abría sus puertas a los manifestantes que huían de los altercados registrados ayer en Roma durante la manifestación de los "indignados".
Los medios de comunicación destacan hoy la imagen de la virgen destrozada y arrojada a la calle como uno de los símbolos de la violencia de los incidentes producidos por varios centenares de encapuchados que se infiltraron ayer en la manifestación de los indignados.
Uno de los portavoces del vicariato de Roma, Walter Insero, se encontraba dentro de la parroquia de los santos Marcelino y Pedro y explicó como "un grupo de encapuchados entró por la puerta de la sala utilizada para la catequesis, pegaron un cártel, y después comenzaron a destrozar todo lo que vieron. Cogieron la estatua de la Virgen de Lourdes y un crucifijo y los tiraron a la calle donde los destrozaron".
"Un gesto blasfemo y de profanación que no tiene sentido", añadió Insero, quien explicó que "afortunadamente no consiguieron entrar en la Iglesia, a pesar de que intentaron abrir la puerta".
Mientras que los sacerdotes de San Juan de Letrán, la más importante de las basílicas de la capital, abrieron sus puertas para dar cobijo a decenas de manifestantes que huían aterrorizados de los altercados.
En su interior, algunas familias esperaron a que terminasen los incidentes para abandonar la zona, así como turistas que se encontraban allí en el momento de los incidentes y se vieron atrapados.
Después los sacerdotes les acompañaron a la parte trasera de la Iglesia para que salieran por allí, ya que era un zona más tranquila que no se había visto afectada por los incidentes.
Por su parte, el portavoz del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, expresó hoy su "condena por la violencia inmotivada y los actos de ofensa a la sensibilidad de los creyentes que se cometieron ayer".
Los medios de comunicación destacan hoy la imagen de la virgen destrozada y arrojada a la calle como uno de los símbolos de la violencia de los incidentes producidos por varios centenares de encapuchados que se infiltraron ayer en la manifestación de los indignados.
Uno de los portavoces del vicariato de Roma, Walter Insero, se encontraba dentro de la parroquia de los santos Marcelino y Pedro y explicó como "un grupo de encapuchados entró por la puerta de la sala utilizada para la catequesis, pegaron un cártel, y después comenzaron a destrozar todo lo que vieron. Cogieron la estatua de la Virgen de Lourdes y un crucifijo y los tiraron a la calle donde los destrozaron".
"Un gesto blasfemo y de profanación que no tiene sentido", añadió Insero, quien explicó que "afortunadamente no consiguieron entrar en la Iglesia, a pesar de que intentaron abrir la puerta".
Mientras que los sacerdotes de San Juan de Letrán, la más importante de las basílicas de la capital, abrieron sus puertas para dar cobijo a decenas de manifestantes que huían aterrorizados de los altercados.
En su interior, algunas familias esperaron a que terminasen los incidentes para abandonar la zona, así como turistas que se encontraban allí en el momento de los incidentes y se vieron atrapados.
Después los sacerdotes les acompañaron a la parte trasera de la Iglesia para que salieran por allí, ya que era un zona más tranquila que no se había visto afectada por los incidentes.
Por su parte, el portavoz del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, expresó hoy su "condena por la violencia inmotivada y los actos de ofensa a la sensibilidad de los creyentes que se cometieron ayer".
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